sábado, 13 de junio de 2015

¿Cuándo se empantanó la Argentina?... de a poco



Una vista preliminar.
El primer centenario de la revolución de 1810 que llevara a independizar a la Argentina de España encontró al país en un momento particular de euforia, con grandes celebraciones y predicciones de un futuro luminoso, capaz de disputarle a los mismísimos Estados Unidos de Norte América la vanguardia de prosperidad en el continente.
Sin embargo, existe un consenso bastante generalizado de que en algún momento del siglo XX este movimiento a la vanguardia del progreso económico y social se fue deteniendo. Esto ha llevado a tratar de señalar un momento o un suceso que habría marcado en la historia reciente un quiebre en el desempeño del país y el comienzo de un comportamiento mediocre con respecto a otros países de características similares, sea dentro del Commonwealth británico o, posteriormente, de países latinoamericanos. Así, unos señalan un quiebre en la curva de crecimiento del PBI hacia 1974, y el rezago respecto de Canadá y Australia, mientras más recientemente se habla del atraso relativo respecto de países como Chile, Perú, Colombia y Uruguay. También se menciona la forma en que Brasil nos fue superando en cuanto a PBI por cápita, por ejemplo.
Otro hito que puede señalarse es como Argentina fue dejando de ser un polo de atracción para la inmigración, cuando a fines del siglo XIX y principios del XX atraía a millones de europeos, a fines del segundo gobierno de Perón (década del 50) dejó de atraer europeos y cómo ya a fines del XX y comienzos del XXI solamente atrae a gente de países vecinos más pobres, movimiento que incluso ahora empieza a revertirse.
Existen estudios que señalan el inicio de la Gran Guerra europea de 1914 como un quiebre en el sistema de libre comercio internacional en que la Argentina estaba inserta dependiendo en gran medida del intercambio con Inglaterra. Esta falta de adecuación al mercado internacional, que nunca posteriormente puedo resolverse satisfactoriamente habría sido un motivo fundamental del menor crecimiento económico argentino.
Buscando momentos clave en lo político-institucional algunos señalaron el golpe de septiembre de 1930, cuando J F Uriburu depuso al presidente Yrigoyen y la posterior ratificación legal por la Suprema Corte de entonces como una ruptura liminar de la legalidad que llevaría a la posterior decadencia institucional y la consecuente mediocridad en lo económico-social.
Otros suponen que el origen de la decadencia se sitúa en la época del primer peronismo, es decir entre 1945 y 1955. Contrariamente, para muchos peronistas, la madre de todos los males fue la llamada Revolución Libertadora de septiembre de 1955.
Finalmente, otros prefieren señalar como fecha de origen el año 1976 con el golpe militar del Proceso, al cual acusan de haber destruido la funcionalidad del Estado.
Es así como hay muchas opiniones o puntos de vista, que resulta difícil sustentar o rebatir por la complejidad de los procesos involucrados. Ante esta situación cabe preguntarse: ¿será correcto pensar en una fecha específica para señalar el comienzo de un proceso tan complicado? ¿Por qué se vuelve a caer en ciclos de prosperidad y destrucción y desencanto? ¿No será que por detrás de estos ciclos se mantiene una mentalidad residual básica que no cambia y conduce a tener los mismos problemas una y otra vez?
Ya dijo Perón una vez en broma, pero con gran parte de razón, que ‘peronistas somos todos’. Es que detrás de gran parte de los movimientos políticos argentinos del siglo subyacen ideas o supuestos comunes compartidos, que, en alguna medida deberían ser modificados porque es tonto (lo dijo Einstein) esperar resultados diferentes cuando se hace siempre lo mismo.
El problema es que, aunque se concuerde con este diagnóstico, es seguro que habrá diferentes grupos de opinadores, cada uno con una selección de prácticas o creencias a modificar. Para ejemplificar, los marxistas dirán que hemos seguido los caminos de la burguesía y lo que compartimos es la decadencia de la sociedad burguesa. Por ello, lo que hay que hacer es una revolución socialista.
Donde unos ponen ‘burgués’ otros dicen ‘liberal’. Así, el llamado Proceso con Martínez de Hoz dicen que aplicó políticas ‘liberales’, así como la dupla Menem-Cavallo fue ‘neoliberal’ y Nestor-Cristina se quedaron en medio del camino y tranzaron con pautas liberales. De este modo explican las crisis por la influencia de medios ‘concentrados’ opuestos al ‘colectivo’ y relatos similares.
Mi opinión difiere de todo esto: para entender los que  pasó hay que observar lo que dijo Gramsci, hay que ver la opinión pública mayoritaria y como cambió y en qué no cambió. Los gobiernos terminan haciendo lo que la mayoría cree que hay que hacer. En estos siglos no hay monarcas absolutos que hagan lo que les venga en gana pese a lo que las mayorías opinen. Hasta las dictaduras militares trataron de congraciarse con la opinión pública, aunque esta fuese más la de un grupo escogido, caso contrario terminaron por tener que irse.
La escuela argentina ha sido modeladora de mentes para las masas. Desde que Ramos Mejía inventó la ‘Educación patriótica’ los grupos en el poder han buscado modelar la mente de los jóvenes de acuerdo a sus ideas y conveniencias. En esto los peronistas han sido brillantes discípulos desde aquel ‘Evita me ama’ hasta el Paka-Paka kirchnerista. La formación bajo la doctrina propagada por la escuela, así como la incesante propaganda interesada en mantener ciertas estructuras económicas y sociales contribuyeron en mucho a la supervivencia larvada de la mentalidad peronista muchos años después que el régimen de Perón fuese volteado.
La preferencia por el estatismo y las empresas estatales es una característica que se ha mantenido por mucho tiempo en la opinión mayoritaria argentina. Las encuestas muestran, por ej., una tendencia persistente de 50-60% de la población que prefiere la propiedad estatal de varias empresas de servicios. A pesar de los grandes problemas que este tipo de empresas han tenido repetidamente, como mal servicio, déficit o corrupción, siempre el núcleo de pensamiento estatista (estatalista) persiste, sirviendo de justificativo para esta opinión que si esta, la actual administración de la empresa es mala, la que nosotros vamos a poner va a ser ‘buena, muy buena’ y va a solucionar todos los problemas. Incluso se llega a decir que no importa que los servicios del Estado pierdan plata porque ‘no están hechos para tener ganancia’. Recuerdo un compañero de estudios que razonaba así hace más de 50 años. Es decir, hay una postura filosófica que se vale de coartadas varias para sostenerse, porque a priori no está dispuesta a cambiar sus postulados. Básicamente lo privado es malo y lo colectivo o estatal es bueno, digan lo que digan. Porque en lo privado está el pecado del lucro, una mancha en la tradición de la herencia cultural hispana. Lo estatal es bueno, no importa que tras lo estatal se escondan los grupos de intereses varios que lucran y dominan a expensas del resto. Esto siempre es perfectible para los que comulgan con esta religión colectivista. Como veremos, la mentalidad favorable al estatismo viene de mucho antes de Perón.
Desde nuestro punto de vista no es posible marcar un punto nítido de ruptura de la marcha ascendente de Argentina cuando haya habido un brusco cambio de mentalidad dominante. Este cambio tiene que haberse producido a lo largo de décadas y no rápidamente. Pero a nosotros, que no somos historiadores ni contamos con medios ni tiempo para hacer un estudio que abarque tantos períodos, solo nos parece accesible marcar algunas observaciones como punto de partida para que otros tomen este enfoque y quieran desarrollarlo.
El cambio de opinión tiene que haberse producido de a poco y ser minoritario al comienzo, sin posibilidades de modificar la marcha del gobierno. Pero una vez que tomó jerarquía, es posible que se hiciera presente en varios estamentos sociales, tanto gobernantes como opositores. En suma, una base conceptual que se mantiene a pesar de los cambios de grupos dominantes, solo que adaptándose a los intereses del momento. Así, la necesidad de un amplio intervencionismo estatal al hacerse del gobierno sirvió en un momento para ciertos intereses sectoriales, pudiendo luego, otros grupos de intereses tomar las mismas ideas pero para beneficiar a otros sectores. 

Antecedentes históricos
Cuando se estudia historia argentina en un colegio de educación media el período tras la reorganización nacional en 1853 dedica algunos capítulos a la sucesión de presidentes hasta completar la primera presidencia de Julio A Roca  y la posterior crisis con Juárez Celman. A la sucesión de presidentes que siguieron hasta la presidencia de Hipólito Yrigoyen se le dedican unas pocas líneas. Todo este período suele venir teñido entre las disputas ideológicas entre liberales y antiliberales. A partir de Yrigoyen el discurso político aparece monopolizado por los escritores simpatizantes de radicales o peronistas.
Así, el relato del populismo leve nos marcaba quienes fueron los héroes a exaltar, es decir personajes como Yrigoyen, Perón, Illia, Alfonsín y algún otro. Ignorados notablemente permanecen M T de Alvear, Ortiz, Frondizi. Y aparte una serie de réprobos que se conforma con J F Uriburu, A P Justo, E Aramburu, y otros militares. El mismísimo Menem puede aparecer en este último grupo por ‘neoliberal’.
Si alguno quiere entender la evolución de las ideas políticas mayoritarias en todo el siglo XX si usa esta clase de bibliografía se deberá conformar con algunos lugares comunes, influenciados por le ideología del gobierno de turno y algunas dicotomías, como son peronismo-antiperonismo, democracia vs dictaduras, o la variante filo kirchnerista tipo F Pigna que divide a gobernantes entre pro-capitalistas-corruptos y aquellos pro-fuerzas populares.
El gran elector del último cuarto del Siglo XIX fue Julio A Roca. Su primera presidencia tuvo algunos logros importantes como la legislación por la educación popular laica y obligatoria, construcción de alrededor de 800 escuelas, obras de saneamiento, la estatización del registro de las personas contra la resistencia de la Iglesia Católica, la unificación de la unidad monetaria en el país, la ley universitaria, etc. Roca era el líder de una coalición de gobernadores que formó una nueva oligarquía tras derrotar a la provincia de Buenos Aires y quitarle la Ciudad de Buenos Aires para localizar allí la Capital nacional, a costa del pueblo habitante de la misma que por un siglo tuvo que soportar ser gobernada por un delegado del presidente de turno.
Tras la resonante caída de Juárez Celman por la revolución de 1890, Roca quedó como árbitro en la selección de presidentes el resto del siglo, despertando grandes críticas por su forma de gobernar sin conformar a los otros grupos, incluso a los la misma coalición gobernante, el PAN.
J Roca tuvo un segundo período presidencial en 1898-1904, durante el cual se notó una menor performance, alternando algunos logros, como la paz y tratado de límites con Chile y desarme consecuente. Realizó un trabajo de consolidación de la ocupación del territorio nacional, medidas administrativas y de desarrollo agrario. Otro aspecto que aparece es la preocupación por la situación social, documentada por el informe de Bialet Massé, intentos de dar alguna representación a sectores políticos democráticos opositores, como el voto por circunscripciones y contrarrestar la agitación naciente de anarquistas con la ley de residencia.   
En cambio, tuvo medidas polémicas, celebradas por algunos, pero simiente de la consolidación del militarismo como el  servicio militar obligatorio y la reorganización del Ejército comandada por el coronel Pablo Richeri (el que quería hacerle la guerra a Chile y tiene, como corresponde, una autopista con su nombre).
El militarismo era la consecuencia natural de un siglo de luchas militares, primero por la emancipación de España y después en guerra civil y contra los indios disputándoles los territorios que estos ocupaban. Consecuencia de estas luchas continuas fue que los militares se sintieron con derecho a gobernar no solo en tiempos de guerra sino durante la paz posterior, una especie de elite superior al común de los mortales, lo que resultó en tres cuartos de siglo XX bajo la batuta directa o indirecta de los señores de la guerra. A esto debemos agregar que, en algún momento, la conducción del país eligió formar el ejército profesional en la escuela prusiana, que, si bien era militarmente de avanzada, estaba sumida en la ideología del populismo de Bismark y el nacionalismo militarista alemán. Esto produjo una serie de generaciones de jefes militares nacionalistas, populistas y fervientes propulsores del industrialismo estatal bajo dirección del ejército, uno de los principales generadores de una burguesía industrial débil, poseedora de capitales insuficientes y acostumbrada a vivir a la sombra del favor oficial.
En 1904 Roca, ya entrado en años, tras haberse peleado con su antiguo aliado Carlos Pellegrini por una poco feliz gestión de la deuda externa, participó en la elección de su sucesión y entregó el mando al dúo Quintana-Figueroa Alcorta. 
Figueroa no era precisamente lo que Roca hubiera preferido pero tuvo que aceptarlo por sugerencia del comité del PAN. Figueroa Alcorta, junto con Pellegrini y R Sáenz Peña conformaban la dirigencia de una facción llamada ‘modernismo’ dentro del PAN. Acá encontramos en una indefinición acerca de cuáles eran las diferencias ideológicas entre Roca y los modernistas, salvo que estos se quejaban de la forma autocrática en que Roca manejaba el país y el partido, así como por preocuparse por institucionalizar la representación de las minorías, especialmente de los radicales comandados por Hipólito Yrigoyen.
Con el poco tiempo de que dispongo, voy anotando solamente los temas que me resultan particularmente oscuros y, en este particularmente, faltaría diferenciar si había alguna diferencia de criterio importante entre Roca y los modernistas, sobre la forma de enfocar la economía. No parece muy razonable pensar que estos miembros del PAN llegaron a enfrentarse fuertemente solamente porque disentían en cómo hacer para que los radicales pudiesen formar parte del gobierno. Esto quedará para algún lector que quiera profundizar en este y otros puntos oscuros de la historia que van precisando como fue la evolución de las ideas mayoritarias argentinas. Hasta comienzos del siglo XX es suficiente entender lo que querían hacer las elites del PAN, pero posteriormente al empezar a participar los socialistas y los radicales, será necesario ver en qué medida estos pensaban diferente y como se reflejaba eso en la opinión mayoritaria popular  de los que estaban en condiciones de elegir autoridades.
La decadencia conservadora
A poco de retirarse Roca de la escena política para administrar sus campos, se inicia un período en que se va insinuando la decadencia política del PAN, signada por disidencias internas fuertes y carencia de renovación del rumbo estratégico. Aparentemente el grupo gobernante creía que la riqueza con base en la explotación del campo y una fuerte alianza con la potencia imperial del siglo, que había sido Inglaterra, eran suficiente para garantizar un crecimiento y riqueza ilimitados al país, solo alterados por discusiones referentes al reparto del poder político entre facciones que dominaban las fuerzas productivas de entonces incluyendo quizás a los radicales en el reparto.
Así los grupos patricios se mostraban preocupados por los movimientos contestatarios, principalmente los anarquistas que provocaban diversos enfrentamientos, a veces armados, empezaron a imaginar que la política propiciada por Sarmiento, Alberdi  y otros de traer inmigrantes en forma masiva no era tan buena. Ellos también veían con preocupación que grandes grupos de inmigrantes se habían enriquecido dedicándose a actividades de servicio y talleres que los patricios y nativos descuidaban, con lo cual la economía dejaba de estar bajo control de los criollos y sus aliados.
Surgió así un movimiento de rechazo al inmigrante ya a fines del siglo XIX y la determinación de asimilar los hijos a la cultura criolla dominante, evitando que se formasen subculturas localistas importantes. Esto tomaba forma en la cuestión de cuál era/es la naturaleza del ser argentino. Empieza entonces a tomar forma lo que se llamaría ‘pensamiento nacional’ (¿existe algo así?) en gran parte tomando prestado temas de los nacionalismos antiliberales europeos.
Esto traería posteriormente el auge literario de la exaltación del gaucho y del campo llegando, durante los gobiernos radicales a la expresión de Leopoldo Lugones con la arenga de ‘La hora de la espada’, antecedente del golpe de J F Uriburu.
Retomando con el retiro de Roca, el presidente Manuel Quintana asumió en 1904 y gobernó solo dos años porque falleció tempranamente. Lo sucedió entonces José Figueroa Alcorta en 1906 (otro que tiene su linda avenida, gracias a la generosidad de criterio de los argentinos).
Figueroa Alcorta es llamado el hombre de los tres poderes porque fue presidente, diputado, senador y también juez de la Suprema Corte, la cual llegó a presidir gracias a la voluntad de Yrigoyen y tuvo el gusto de justificar el golpe de J F Uriburu, para seguir gozando del cargo hasta que murió en 1931.
Figueroa Alcorta era miembro de la trenza cordobesa del Juárez Celman lo que le valió ocupar varios cargos, entre otros gobernador de Córdoba. Fue también ministro de Roca y diputado nacional y senador por Córdoba. Era hombre de formar logias lo que hizo varias veces. Cuando Juárez Celman salió de escena Figueroa Alcorta se alineó con Roque Sáenz Peña y con C Pellegrini, oponiéndose a la dirección de Roca dentro del PAN, formando la línea del llamado modernismo que sigue siendo un misterio, que quizás algún día pueda entender.
Dicen que Figueroa fue un gran constructor de ferrocarriles y estuvo en la época en que los granos empezaron a pesar dentro de las exportaciones. Por lo demás, su presidencia estuvo ligada a un período de grandes construcciones civiles de monumentos, palacios, calles, etc. Por ej, llegó a inaugurar un nuevo edificio para el Congreso Nacional que venía siendo programado desde larga data. También estuvo demoliendo una serie de casas para hacer una linda plaza llamada Plaza del Congreso, que forma un trío ubicado frente al palacio del Congreso cruzando la calle Entre Ríos. Era una época en que la opulencia nacional se ostentaba en forma de avenidas y palacios, tanto estatales como privados; cuando los miembros de la burguesía agropecuaria dominante construían mansiones con aspecto de palacio para formar el casco de sus estancias y cuando se daban el lujo, como hacía el futuro presidente M T de Alvear, en viajar a Europa llevándose la vaca en el barco para poder darle leche fresca a la familia. A Figueroa le tocó en suerte celebrar el primer centenario de la Revolución de Mayo en 1910 y allí tiraron la casa por la ventana con los festejos, dándose el gusto de traer de visita la Infanta Isabel de Borbón, tía del rey de España para mostrarles a los hispanos que se les habían perdonado todas las barbaridades que cometieron contra los criollos. Mientras tanto, el gobierno había decretado el estado de sitio para reprimir los disturbios causados por obreros, mayormente anarquistas, disconformes con su pobreza. Cristina Fernández, que tanto ha criticado a este patriciado, no dejó de imitarlo en cierta medida y también armó sus grandes festejos del Bicentenario, incluyendo la construcción de un palacio de las artes (el llamado Centro Kirchner), donde estaba el Correo Central, para rivalizar con el teatro Colón en manos de la ciudad de Buenos Aires.
Esta serie de procedimientos poco democráticos oscurece un tanto la aureola de respeto por la institucionalidad que nos aseguran existía antes de 1930. Institucionalidad un poco magullada por la forma en que el ‘zorro’ Roca se las ingeniaba con un grupo de notables y gobernadores para digitar los nombres de los sucesivos presidentes que mandaron a partir de 1890 hasta 1904. Estos después se ratificaban en comicios muy restringidos en que el voto era cantado y los atrios donde se votaba eran ocupados por partidarios de una u otra facción. Una democracia primitiva que aseguró un progreso económico por dos décadas.
Don Figueroa tuvo a bien enemistarse con la facción roquista que lo había elegido y, como no le votaban el presupuesto, no tuvo mejor idea que clausurar el Congreso por medio de la policía en 1908. Esto hace dudar un poco de la ‘estabilidad institucional’ que habría existido antes de 1930. Acto seguido intervino algunas provincias, sin salir de las mejores tradiciones presidenciales, y así obtuvo una conveniente mayoría en el Congreso, todo para la mejor institucionalidad. En fin, una de las principales actividades de Figueroa fue borrar todo resto del roquismo que lo había promovido del gobierno. Algo similar había hecho antes con los mitristas, ¿un lector de Maquiavelo?
No hay que creer que esto era solo parte de las malas costumbres conservadoras. Apenas Yrigoyen, el primer presidente radical, se hizo cargo del gobierno debió enfrentar una tenaz oposición de los conservadores que seguían siendo mayoría en varias provincias. Don Hipólito no se quedó sentado a esperar sino que, dentro de las mejores tradiciones, intervino varias provincias opositoras, con lo que, en las siguientes elecciones pasaron a ser manejadas convenientemente por ‘correligionarios’ y a mandar congresistas radicales al Congreso. Así mismo, el presidente, ofuscado por el rechazo a las leyes que proponía llegó a prohibir a sus ministros que fuesen a hablar a las cámaras. ¿Podemos decir acaso que la ‘institucionalidad’ era tan respetada antes del golpe de 1930? Más bien parece que no.
Otro episodio notable del gobierno de Figueroa Alcorta fue la llamada Semana Roja: Un antecedente ocurrió el 1º de mayo de 1906 cuando la policía montada al mando del coronel Ramón L Falcón disparó contra los manifestantes dejando varios muertos y heridos. El 1º de mayo de 1909 Falcón reprimió nuevamente a los manifestantes de la anarquista FORA causando la muerte de unas 80 personas. En los días siguientes mandó dispersar a tiros los cortejos fúnebres organizados por anarquistas y socialistas. Falcón, que no fue destituido por mediación de organizaciones patronales, murió en noviembre de 1909 a consecuencia de una bomba que le arrojó un joven anarquista de tan solo 18 años que por su edad se salvó de ser fusilado y estuvo preso hasta 1929 cuando fue indultado por el presidente Yrigoyen (2do período). Una larga calle de Buenos Aires recuerda a este jefe militar impiadoso, con méritos discutibles como los de su sostenedor don Figueroa. 

Petróleo y Política
En el año de 1907, mientras Figueroa Alcorta transcurría su primer año de gobierno, una comisión delegada de la Dirección de Minas, Geología e Hidrología  del Ministerio de Agricultura (por entonces economía era sinónimo de agro) se encontraba perforando en busca de agua por la zona de Comodoro Rivadavia (en la Patagonia) y llegando a los 539 metros de profundidad encontró surgencia de petróleo. Si bien había antecedentes de explotaciones comerciales de petróleo en pequeña escala por compañías privadas en el norte y en la provincia de Mendoza, ninguna de estas había podido prosperar, sea por falta de experiencia de los empresarios en este tipo de minería, sea por dificultades en el transporte o falta de mercados. Recordemos que el uso del petróleo para producir combustibles empezó a generalizarse sobre todo a partir de la primera guerra mundial, cuando la marina inglesa convirtió sus barcos de motores a vapor alimentados por carbón a combustión interna por derivados del petróleo. También por entonces se generalizan los vehículos motorizados que se desplazaban por los campos de batalla.
El antiguo Código de Minería argentino del siglo XIX negaba al gobierno la posibilidad de dedicarse a la explotación comercial de los minerales. Esto se originaba e la ideas liberales desarrolladas por Alberdi a partir del Carácter rentístico de la Constitución Nacional. Sin embargo, Alberdi había muerto allá lejos en París hacía muchos años y los criollos que siguieron viniendo después no se molestaron en estudiar sus ideas. Más bien seguían las doctrinas vigentes en Europa por entonces, donde los estados solían tener participación activa en la explotación petrolera, como en la zona de Rumania, bajo la influencia directa de los alemanes. De modo que apenas don Figueroa tuvo noticia del descubrimiento del petróleo, decretó una zona de reserva para ser explorada exclusivamente por los técnicos estatales. Para esto buscó una artimaña legal en la ley de Tierras, pero así todo, el Congreso limitó posteriormente el tamaño de la zona de reserva a la décima parte de lo que Figueroa quería guardarse para el gobierno. Figueroa, por decreto al día siguiente del descubrimiento, el 14 de diciembre, reservó 110 mil Ha, o sea 1100 Km2. Convengamos que para ese entonces Figueroa y sus asesores no podían tener mucha idea de las condiciones mineras de lo que se había descubierto, más bien eran demasiado optimistas sobre su importancia pensando en hallazgos ocurridos en EEUU de Norteamérica. Como sea, el gobierno nacional se reservó para sí una zona muy grande. Para tener una idea, el gran yacimiento llamado Medanito, en la provincia actual de La Pampa ocupa 814 Km2.
Con mayor realismo, el Congreso, al discutir las condiciones para la explotación estatal en Comodoro redujo la reserva estatal a 5000 Ha (50 Km2). Esto fue en 1910, dando legalidad al inicio de la explotación comercial del petróleo en Argentina por parte del gobierno. Era, bajo un cierto disimulo, el nacimiento del control estatal del petróleo argentino, que llevaría, a través de los años, y en varias etapas, al casi monopolio total de la industria petrolera por la estatal YPF. No por nada en 1932 YPF, tras la muerte de Figueroa Alcorta, encargaría la construcción de un barco de transporte marítimo al que pondría el nombre del ex presidente.
Es muy ilustrativo para la evolución de las ideas económicas de las masas argentinas seguir este proceso de conformación de un cuasi-monopolio estatal petrolero llamado YPF, para lo que nos ayudaremos someramente en datos tomados del libro de Nicolás Gadano llamado “Historia del petróleo en la Argentina” que cubre el período 1907-1955.
Por aquello lejanos tiempos los nacionalistas justificaron la intervención estatal, que, en vez de buscar delegar la explotación petrolera en particulares por medio de licitaciones de áreas, asumió directamente la operación comercial desde el pozo hasta el surtidor, en base a la existencia en el mundo de grandes ‘trust’ petroleros, especialmente los de capitales norteamericanos. 


La Educación Patriótica
La educación Patriótica fue un proyecto para el moldeado ideológico de las juventudes por medio de la escuela estatal cuya justificación de momento se basó en la necesidad de defender la cultura auténticamente argentina de las desviaciones que causaban la presencia de gran parte de extranjeros inmigrantes entre la población, preferentemente urbana en el período 1908-1914.
La influencia masiva de esta acción ideológica fue facilitada por la proliferación de las escuelas Láinez creadas a partir de 1905 y multiplicadas por todo el país. Estas escuelas eran administradas directamente por el gobierno nacional. No es que las escuelas tuviesen por objeto propagar la educación patriótica, pero su existencia facilitó mucho su aplicación.
La idea de educar a los infantes argentinos en una educación patriotera, como más propiamente debería llamarse, no fue la creación de una sola persona, ya que este propósito fue madurando desde comienzos del siglo XX, pero tendría su oportunidad de aplicarse masivamente bajo la protección de la administración de Figueroa Alcorta.
El principal agente y teórico de la práctica educativa llamada ‘Patriótica’ fue el médico José M. Ramos Mejía que pudo ponerla en marcha desde el cargo de Presidente del Consejo Nacional de Educación. Desde este cargo dirigió y diseño los contenidos que dicha enseñanza debía tener, y lo logró luego de desplazar a Pablo Pizzurno de su puesto. El reemplazante de Pizzurno fue Ernesto Bavio otro de los teóricos de este tipo de educación junto con Carlos O Bunge  y otros.
Básicamente la llamada ‘Educación Patriótica’ consistía en, para todas las materias a enseñar, buscar temáticas donde se introducían textos y temas alusivos a los logros patrióticos de los próceres del panteón seleccionado para ser ensalzado. Se especificaban en qué consistían las conductas patrióticas y se instigaba al alumnado a practicarlas por medio de los contenidos, las canciones, las poesías, los dibujos, etc.
Se trataba pues de uniformar el discurso de las jóvenes generaciones ensalzando los valores supuestos de la argentinidad. Todo esto estaba metódicamente planificado desde las páginas del Monitor de la Educación, una publicación oficial del Consejo Nacional de Educación de Argentina, ambas instituciones nacionales fundadas por D F Sarmiento con fines muy distintos, por supuesto. También se justificaban este tipo de prácticas apelando a ejemplos de otros países, especialmente europeos, como Alemania. Es decir, se elogiaba y obligaba a los maestros a participar de este tipo de lavado de cerebro de las generaciones entrantes.
Se ha querido justificar este borrado de la diversidad mostrando como al paso de pocas décadas la escuela argentina había modelado una mayoría de personas mayores que habían perdido mayormente referencia a los países de sus antepasados y mostraban un orgullo ‘guarango’, al decir de Ortega y Gasset, por los ‘logros argentinos’.
No mucho tiempo pasó para que las generaciones perdieran verdadero interés por este tipo de educación, pero la semilla del lavado de cerebro prendió en la escuela argentina y fue particularmente nefasta durante períodos de gobiernos de facto, así como algunos gobiernos que propiciaron la preponderancia de la masa sobre el individuo, como el primer gobierno peronista, donde la propaganda política en la escuela primaria y secundaria fue descaradamente generalizada. En la secundaria había una materia llamada ‘Cultura ciudadana’ tendiente a ‘peronizar’ a la juventud inculcando elementos de doctrina peronista. A la caída de Perón en 1955 el gobierno militar que siguió cambió esta materia por ‘Educación democrática’ pretendiendo contrarrestar la ideología peronista con otra afín a los gobernantes de turno.
Actualmente hay una materia llamada Educación Cívica que pretende explicar el funcionamiento de las instituciones principales del Estado, siempre desde el punto de vista del gobierno, en este caso local, dado que, a partir del menemismo, la educación pasó mayormente a depender de las provincias. Un caso vergonzoso de adoctrinamiento con orientación ‘setentista- montonera’ ocurrió durante la reciente gestión del Secretario Oporto en la Pcia de Bs As.
Un nefasto resultado de los resabios de la educación patriotera fue el apoyo masivo popular a la insensata guerra de Malvinas desatada por los jerarcas militares (Galtieri, Anaya y otros de la ex P2) para tratar de revalorizar el prestigio de las FFAA tras una gestión sangrienta y económicamente desastrosa.
Un eco lejano todavía puede verse en el fenómeno del ‘argentinudo’ que consiste en que la prensa y medios locales siempre quieren resaltar algún caso aislado de un argentino exitoso en el exterior, quizás para compensar una general sensación de país fallido. Así, se llega a conductas irrisorias como en un matutino de gran circulación que informa sobre los premios Oscar del cine norteamericano y, en vez de resaltar los nombres de las películas ganadoras titula (23/02/2015) diciendo que dos argentinos ganaron el premio al mejor guión (la película argentina nominada no salió).
Vemos así que el bueno de Figueroa hizo punta con el uso de la escuela para lavar el cerebro de los jóvenes, un antecedente del actual ‘Paka Paka’, y por lo exitoso bien merece la linda avenida que le han dedicado.
OBSERVACIÓN: habiendo escrito lo anterior tuve noticia de un libro de Luis A Romero y otros (La Argentina en la Escuela, 2004, Siglo XXI) donde se trata la influencia del a escuela argentina en la formación de las nociones de ‘sentido común’ sobre el país. Se trata de las ideas que se fueron inculcando a través de la enseñanza elemental y secundaria en forma planificada en la mente de la población hasta su generalización. Los contenidos, a pesar de incluir ciertas ideas permanentes sobre la historia, geografía y el civismo, han variado algo con el tiempo y el período relevado empieza en 1950.
Existe pues cierto acuerdo sobre esta forma de creación de una base de conciencia ciudadana en la población planificada desde el gobierno, pero como este escrito consiste en anotaciones sucintas y cubre más bien otro período, no recogemos más detalles de esta obra coordinada por Romero que tampoco conocemos en detalle.

Sáenz Peña y el petróleo
Roque Sáenz Peña asumió la presidencia de Argentina en octubre de 1910 y debió delegar el mando en su vice Victorino de la Plaza en agosto de 1914 por estar gravemente enfermo. Este personaje que tiene también con su nombre una hermosa diagonal céntrica en Buenos Aires fue una figura muy popular y bohemia. Fue ministro de RREE de Juárez Celman hasta 1890 y a partir de 1892 formó parte del sector modernista siguiendo a C Pellegrini. Entre 1879 y 1880 había sido voluntario para Perú en la guerra del Pacífico en la que terminó siendo prisionero de los chilenos. Fue rescatado por su familia y el gobierno argentino. R S Peña había estado asociado a Pellegrini desde la caída de Juárez Celman y en 1891 una coalición de gobernadores enfrentada a J A Roca propuso a R S Peña para la presidencia de la Nación. Roca maniobró en contra proponiendo a Luis S Peña, padre de Roque para la presidencia, lo cual hizo que el hijo desistiera. A partir de entonces, la línea modernista dentro del PAN siguió enfrentada al sector roquista.
Los líderes del modernismo en el siglo XX eran Pellegrini, Figueroa y R S Peña. Muerto Pellegrini, Figueroa Alcorta propició a R S Peña para la presidencia, para la cual éste, desplazado el roquismo y siendo Roque un político popular, consiguió la elección sin problemas, con lista única y estando fuera del país como embajador en Italia.
Ya antes de asumir, Figueroa Alcorta y Roque S Peña lograron un acuerdo con el líder radical Hipólito Yrigoyen por el cual se votarían leyes que permitirían a los radicales acceder al poder, bajo el compromiso de que abandonasen la vía armada revolucionaria (que ya había intentado varias veces sin éxito).
En 1912 el gobierno de R S Peña logró sancionar la ley de voto universal, secreto y obligatorio conocida como ley Sáenz Peña razón por la que se le recuerda mayormente y que significaría la progresiva salida de los conservadores de los cuadros dirigentes nacionales.
El pálido recuerdo de la acción de Sáenz Peña en materia petrolera se refleja en que la palabra ‘petróleo’ no aparece en el artículo dedicado a Roque en la Wikipedia. Sin embargo, parece que el ‘modernismo’ tenía su corazoncito del lado de la explotación estatal del petróleo. A dos meses de asumir reservó por decreto la zona de Comodoro de la reciente ley 7059 para operación estatal exclusiva. Además reorganizó la administración petrolera estatal creando una Dirección General de Explotación de Petróleo de Comodoro Rivadavia. En ese momento había un problema de exceso de pedidos de cateo basados en el Código de Minería para zonas cercanas al descubrimiento en Comodoro. Los sucesivos gobiernos nacionales irían reduciendo el alcance de los permisos y ampliando las zonas reservadas a la explotación estatal, quedando unas pocas zonas libradas para la actividad privada.
Sáenz Peña inició el camino ampliando de hecho y por decreto la zona de reserva estatal de la ley anterior y declarando caducos los permisos obtenidos en base al Código de Minería que no se hubiesen perfeccionado. En julio de 1913 propuso un proyecto de ley que compatibilizaba la explotación y exploración privada de petróleo con la estatal, con reserva de zonas estatales y modificando el Código de Minería. Ninguna ley petrolera pudo ser aprobada hasta 1935. Mientras tanto, por medio de decretos las zonas de reserva estatal fueron ampliadas por etapas.
Durante la presidencia de Sáenz Peña se produjo el primer brote de nacionalismo (igual ‘estatismo’) petrolero que fue el informe de Huergo, un ingeniero que presidía la Comisión Administradora de la recientemente creada Dirección General. En 1913 publicó un escrito donde solicitaba mayores fondos para Comodoro, realizaba grandes críticas a la Standard Oil (que operaba en Salta) acusándola de monopolizar permisos de cateo, señalaba el peligro de repetir situaciones como la de México donde el ‘buitre norteamericano’ había llevado a la desolación a millares de familias, guerra civil y otras calamidades. Con esto empezaba una larga historia de alegatos estatistas que a lo largo del tiempo iban a lograr incrementar los alcances del casi monopolio estatal sobre la industria petrolera en Argentina, al mismo tiempo que ahogaban el desarrollo de cualquier industria privada, sea extranjera o argentina por décadas. Agitando el fantasma de los ‘trusts’ se patrocinaría el monopolio estatal, lo cual, con apoyo de grandes sectores militares se repetiría en varias industrias básicas. Una de las causas principales de la debilidad de la industria pesada argentina privada y un origen del capitalismo de amigos que florecería a lo largo del siglo.
Se ve aquí como empezaban, ya a comienzos de esa década a manifestarse opiniones cada vez más generalizadas a favor de los monopolios estatales en industrias básicas. Veremos, siempre con el tema petrolero, como este tipo de opiniones fueron llegando a ser mayoritarias.
¿Qué grupos estaban más interesados en desarrollar una industria petrolera estatal? Primero, la, en aquel momento, gobernante burguesía agropecuaria. Ellos, desconociendo todavía la magnitud de los yacimientos encontrados, esperaban capturar parte de la renta petrolera, logrando combustibles baratos. De paso, evitaban que una industria extractiva desarrollada les quitase mano de obra barata ofreciendo salarios más altos. Otro grupo poderoso estaba conformado por los militares, que querían asegurarse combustible para sus móviles, formaban parte de esto la naciente aviación y, sobre todo, la marina que asistía a la transformación en Europa de las flotas del carbón a los motores a derivados del petróleo. En tercer lugar, los capitales ingleses asociados a los importantes FFCC privados de entonces, querían también asegurarse combustible más barato y accesible para las locomotoras, donde remplazaban el carbón mayormente importado de Inglaterra por el petróleo local. Estos capitales ingleses invirtieron fuerte sumas en campos petroleros en Chubut bajo el nombre de Compañía Ferrocarrilera, la cual mantuvo excelentes relaciones con la estatal YPF la mayor parte del tiempo. El automóvil era todavía un medio muy exclusivo y nunca los consumidores fueron consultados al respecto.
Si bien Sáenz Peña activamente propulsó la actividad estatal en petróleo, no logró extraer cantidades importantes en Comodoro durante su breve período y dejó irresuelto el problema legal de inadecuación del Código de Minería de entonces a la industria del petróleo. La industria estatal iba aprendiendo a administrar la riqueza del subsuelo, por ahora limitada a la extracción y transporte del crudo, esperando un sustento legal más adecuado y mayores recursos. La falta de fondos para realizar inversiones fue siempre un problema, incrementado por la tendencia de los políticos a buscar financiarse a expensas de los fondos de la empresa estatal. Una ley petrolera no llegaría sino luego de varios términos presidenciales y de a poco. Mientras tanto, fue incesante el empuje para limitar la actividad privada, siempre agitando el ‘cuco’ de los trusts, en vez de dictar marcos legales adecuados a la convivencia de ambos sistemas. El estatismo iba haciendo camino al andar para conquistar las mayorías.
A pesar de las trabas impulsadas desde YPF y por algunos Presidentes para apoyar el monopolio estatal petrolero algunas pocas empresas privadas lograron hacer progresos en la explotación y exploración petrolera dentro de los reducidos sectores que pudieron obtener apelando a las normas del Código de Minería. Entre esta se destacó la argentina ASTRA, de larga trayectoria, a pesar de sufrir la hostilidad oficialista durante muchos años, al punto que en los 40’s terminó trabajando mayormente como subsidiaria de YPF. Esta es un ejemplo de cómo la pretensión de la mayoría de la población de fortalecer un cuasi-monopolio estatal petrolero llevó, como contrapartida al ahogo de la actividad privada en ese sector. Un ejemplo de cómo políticas activas orientadas al estatismo llevaron a la sustitución de una fuerte burguesía nacional por un empresariado dependiente del capricho del gobierno de turno.
En 1905 se había instalado en Campana la primera refinería de América Latina para producir kerosene por la llamada Compañía Nacional de Aceites de capitales supuestamente locales. Esto muestra que la iniciativa privada se movía para satisfacer la demanda una vez que aparecía una oportunidad de negocio. Entre 1911 y 1913 la Standard Oil adquirió esta refinería y la agrandó mucho por medio de la controlada Compañía Nacional de Combustibles para producir kerosene, gasolina y derivados a partir de petróleo importado. La distribución a consumidores se hacía por medio de otra afiliada llamada WICO. Por ese entonces aparecieron en Buenos Aires los primeros surtidores para venta de gasolina al menudeo lo que no despertó todavía la atención de los nacionalistas-estatistas.

Victorino de la Plaza
V. de la Plaza ocupó la presidencia entre agosto de 1914 y octubre de 1916 cuando entregó el mando a Hipólito Yrigoyen. De la Plaza fue el último presidente perteneciente al orden conservador y en su momento se especuló con una maniobra para no entregar el gobierno a los radicales de Yrigoyen, cosa que no ocurrió. Se cumplieron las prescripciones de la ley Sáenz Peña e Yrigoyen fue electo en el colegio electoral por muy escaso margen y de la Plaza, sin haberlo conocido personalmente antes, le entregó la banda puntualmente el 12 de octubre. Luego salió de la Casa de Gobierno y se fue caminando a su casa entre aplausos del público. ¿Podría haber hecho algo así el pícaro de A Boudou?
V. de la Plaza había nacido en Salta y quedó huérfano de padre siendo niño. A pesar de eso su familia lo educó aunque no era pudiente y por sus méritos fue escalando posiciones. Su educación la completó en el famoso Colegio del Uruguay, en Concepción del Uruguay, fundado por Urquiza, que tuviera alumnos ilustres como J. A Roca. Siendo ya grande llegó a recibirse de abogado.
De la Plaza en su Salta natal había sido escribano, procurador y notario. Luego de su paso por Concepción del Uruguay pasó a Buenos Aires donde haría una larga carrera en la Administración Pública. Entre otros puestos había sido Ministro de
Hacienda durante la presidencia de Nicolás Avellaneda y ministro de RR EE y Culto y también sucesivamente de Hacienda durante el primer gobierno de J A Roca. Esto lo constituía en ‘un hombre del régimen’. Durante la presidencia de Carlos Pellegrini fue encargado de renegociar la deuda externa. También fue ministro de RR EE de F Alcorta.
V. de la Plaza también tuvo su paso por el ejército durante la guerra contra Paraguay donde participó en varias acciones desde el grado de soldado hasta llegar a capitán de artillería. Obtuvo varias distinciones por estas batallas pero tuvo que volver a Buenos Aires por razones de salud. Aquí la Patria perdió un general más y ganó un excelente administrador. Quizás por ese motivo solamente lo recuerda una callecita de unos mil metros de largo que hace una U en la zona de Núñez. Por contraste, parece que en su Salta natal está mejor recordado, y merecidamente.
Después de ser ministro de Roca, de la Plaza se fue a Londres donde trabajó en finanzas en la City mundial de la banca. Allí estuvo 7 años y se convirtió en uno de los mayores expertos argentinos en finanzas internacionales de la época, conservando su contacto con la academia aún siendo presidente.
Esta experiencia lo convirtió en el hombre providencial para hacerse cargo cuando en 1914 se inició la Gran Guerra en Europa y tuvo que enfrentar severos bloqueos en el comercio, caída de las reservas oro y otros trastornos. Allí tuvo que cerrar la Caja Nacional de Conversión para evitar la fuga de divisas. Otros hechos durante su gobierno, conservador pero preocupado por el bienestar general, fue la creación de la Caja de Ahorro, la sanción de la ley de viviendas para empleados y obreros y el primer FC eléctrico. Apenas se inició la Gran Guerra de la Plaza decretó la neutralidad argentina, lo que permitía la navegación de barcos de bandera argentina y comerciar con ambos bandos, lo que no estuvo libre de serios problemas, de todos modos.
Todo esto lo hemos reproducido a fin de destacar la obra de de la Plaza, pese a su corto período que estuvo a cargo del país.
Como era conservador, la prensa progresista  lo ha ignorado mayormente, por ej en el blog ‘elhistoriador’ se lo menciona como ‘hombre del antipopular régimen que moría’, es decir, a lo sumo un conservador correcto, cuyo mayor mérito habría sido cumplir con la Ley Sáenz Peña sin hacer trampas.
En materia petrolera, a pesar de que De la Plaza por convicción hubiera preferido respaldar la actividad privada, con participación de empresas extranjeras en Comodoro Rivadavia, el estallido de la Gran Guerra generó la escasez de carbón importado mayormente de Inglaterra  y una gran demanda mundial de petróleo y capitales petroleros que condujeron al gobierno a enfocarse en la producción local estatal y privada. Envió casi sobre el fin de su mandato en 1916 un proyecto para dotar de financiación a la Dirección petrolera y dar mayor  autonomía y jerarquía la Comisión Administradora. El ministro de Agricultura, al hacer la defensa del proyecto en tal sentido, hizo en el Congreso una crítica a la actividad privada. Pero si se leen los considerandos, resulta que los privados habían invertido en exploración en varias provincias sin obtener producciones comerciales. Esto significa que arriesgaban capitales en explorar, pero probablemente les faltaba agenciarse de buenos asesoramientos técnicos, resultado de la falta de experiencia de estos empresarios provenientes de otros sectores económicos. Localmente no se formaban técnicos en esta materia, habiendo optado la estatal por traer gente de Alemania o Inglaterra, aunque tuviese buenos geólogos generales. Hay que recordar que los yacimientos argentinos, contra las primeras esperanzas, no resultaron de la fertilidad que tenían los de EEUU o México, por lo que también YPF, años después, sufriría problemas semejantes, que fueron superados poco a poco mediante el sostén financiero del Estado.
Contra la tendencia fiscalista prevaleciente en el Congreso Nacional que obligaba a la dirección estatal  a entregar todos los fondos producidos con la explotación a Rentas y luego gestionar fondos para su actividad, De la Plaza fue insistente en dotar de fondos propios a la estatal en cada presupuesto, permitiendo la autonomía financiera que el ente necesitaba. También autorizó la adquisición de varios buques tanque para llevar el petróleo desde Comodoro a centros de consumo.
Mientras se producían estas novedades en la parte productora, en las ciudades se generalizaban las ideas europeas favorables al monopolio estatal del petróleo. Así surgieron varios destacados escritores como el ing. Enrique Butty que desconfiaba de la actividad privada o como el legislador radical Carlos Melo que propiciaba el total control estatal de la actividad. Se observa entonces, en este campo y otros un viraje del pensamiento económico popular de posiciones favorables a la acción privada hacia preferencias por el dominio estatal de la actividad económica.
Sin poder todavía satisfacer la demanda local de petróleo, la estatal incrementó sustancialmente su producción como resultado de estas y otras medidas que aumentaron los recursos lo que permitió a Administración estatal pudo hacer contratos con varios sectores como la Marina y los FFCC para abastecerlos en forma regular.
En 1916 las nuevas ideas prevalecientes en los sectores populares llevaron a la presidencia al radical Hipólito Yrigoyen, un partidario del cuasi-monopolio estatal en varios sectores (petróleo, barcos, FFCC) aunque no pudiese conseguir estos objetivos en ninguna de sus presidencias. Para ese entonces, la Administradora del petróleo estatal había logrado una organización bastante sólida, mientras que la contraparte productora privada se componía de unas pocas empresas de pequeña envergadura. Esta situación no dejaría de consolidarse a lo largo de la mayor parte del siglo XX, lo que trasladaría los problemas políticos al sector petrolero generando la necesidad de importar combustibles la mayor parte del siglo.
Como hemos dicho, Victorino De la Plaza condujo las primeras elecciones presidenciales argentinas basadas en la ley Sáenz Peña, donde votaron la mayoría de los argentinos varones (las mujeres debería esperar al gobierno de Perón para hacerlo), y le entregó el gobierno a Yrigoyen, con quien no había tenido relaciones previas, venciendo no pocas resistencias. Después de eso se fue a su casa y murió unos años después pasando a ser un funcionario ignorado de los tantos del régimen para la gran mayoría de los argentinos, según el relato populista hegemónico.

Yrigoyen y el petróleo
Yrigoyen fue el creador, durante su primer mandato, del organismo Yacimientos Petrolíferos Fiscales que por entonces no era una empresa sino una dependencia oficial. Por ese motivo su nombre ha sido publicitado como uno de los sostenes de YPF, de modo que la Y se suele asimilar a su apellido. En realidad, veremos que el presidente Alvear hizo mucho más por el crecimiento de la estatal petrolera, pero ya sabemos eso de 'echa fama y ponte a dormir'…
 Juan Hipólito Yrigoyen era un caudillo popular sobrino de Leandro Alem perteneciente a la clase media baja por origen familiar. Era abogado pero nunca ejerció y fue comisario en el barrio porteño de Balvanera por influencia de su tío. Yrigoyen participó o dirigió varios intentos revolucionarios contra lo que llamaban ‘el régimen’, todos los cuales fracasaron, pero sirvieron para popularizar su figura y convencer a sectores del ‘régimen’ que el sistema de elección de autoridades del país debía modificarse de algún modo para dar representación significativa a las parcialidades políticas no oficialistas.
Con motivo de la federalización de la Ciudad de Buenos Aires Yrigoyen se distanció de Alem, su padrino político. En los años 90, luego de otros intentos revolucionarios Yrigoyen desplazó a su tío en la dirección del sector mayoritario de la Unión Cívica Radical y le imprimió un tinte populista a la conducción de su sector, hecho que contrariaba profundamente las convicciones republicanas e intransigentes de Alem y contribuyó a su decisión de suicidarse.
Personalmente Yrigoyen presenta aspectos muy diversos, fue profesor de enseñanza media en Instrucción cívica y filosofía durante muchos años, donando parte de su sueldo para obras de caridad. Fue padre de varios hijos a los cuales no reconoció, lo cual forma parte de su personalidad retraída o huraña, según se la mire, la que en cierto momento llevó a que sus opositores lo llamasen ‘el peludo’. En la década de 1880 Yrigoyen estuvo en una buena posición económica en base a la cría de vacunos de invernada. En esta actividad mostró ser un patrón accesible y solidario con su personal, pero mantenía su propensión al aislamiento fuera de las horas de trabajo. La fortuna considerable que consiguió en esa década la gastó casi totalmente en financiar su actividad política para terminar sus días bastante pobre, como se vio cuando la turba quiso asaltar su casa cuando fue derrocado.
Yrigoyen era partidario del sistema filosófico krausista motivo por el cual encaraba su actividad política como una cruzada moral contra la decadencia conservadora. Las intervenciones numerosas de provincias durante su primera presidencia fueron actos de ‘higiene cívica’ y sus medidas económicas estaban destinadas a defender los sectores más necesitados de los poderosos. Yrigoyen carecía de capacidades administrativas y tomaba sus actividades presidenciales como una generalización de la sociedad en el comité partidario. Así era común ver los salones de la casa de gobierno (Casa Rosada) llenos de personajes pintorescos (la chusma, para los opositores) que venían a plantear sus problemas directamente al presidente. Un caso paradigmático fue el de la maestra Florentina Gómez Miranda, que llegó a ser una notoria dirigente y senadora del partido radical y contaba como conoció a Yrigoyen en la Casa Rosada. Decía por televisión que a ella la mandaron a ver a Yrigoyen para conseguir un puesto como maestra de grado. Contaba allí como habló con Yrigoyen, del mismo modo que otra cantidad de gente que poblaba los salones, y como este la interrogó sobre sus conocimientos y antecedentes y finalmente la comisionó para un cargo. Se entiende que si el Presidente se ocupaba diariamente de estas minucias poco tiempo tenía para los gestionar los temas del país, lo que dejaría para sus ministros u otros ‘punteros’ del partido. Se ve aquí el típico sistema populista de gobierno donde el líder se contacta directamente con el ‘pueblo’ eludiendo las instituciones republicanas.
Con Yrigoyen aparecieron en la práctica económica una serie de intervenciones del Gobierno teóricamente destinadas a ‘proteger’ a los necesitados o económicamente débiles de las ‘exacciones’ de los ‘poderosos’. Así Yrigoyen impuso precios máximos a los servicios ferroviarios (propiedad de accionistas ingleses), un impuesto a las exportaciones del 5% (antecedente de las retenciones granarías actuales) cuyo producido se suponía se destinaría a compra de semillas, construcción de puentes y caminos, etc. Esta medida fue sancionada por ley, lo que implica que también contó con consenso de conservadores, y muestra hacia donde iban convergiendo las ideas económicas más populares de entonces. También propició el gobierno de Yrigoyen leyes restrictivas de los arrendamientos rurales con el objeto de protejer a los arrendatarios, pero que terminan reduciendo la disponibilidad de tierras. Propuso la creación de un Banco de la República con muchas de las funciones de un Banco Central, como controlar el crédito, fiscalizar el cambio, regular las emisiones, etc. También propició la creación de un Banco Agrícola para ayudar a los agricultores. Yrigoyen también quiso crear una Marina mercante estatal, lo que no le fue permitido. Construyó un tren que se llamaría Tren de las nubes y sale de Salta y llega a Chile. También Yrigoyen en 1918 impuso el monopolio estatal de la exportación de cereales y la fijación de los precios, un antecedente del IAPI de Perón de los 40’s. En materia petrolera Yrigoyen fue partidario del monopolio estatal, pero no llegó a consagrarlo. En resumen, el gobierno de Yrigoyen, cuya mayoría de ministros fueron miembros de la Sociedad Rural, tuvo rasgos francamente intervencionistas, en parte explicados por desenvolverse durante su primera presidencia en tiempos de la Gran Guerra.
El petróleo en la primera presidencia de Yrigoyen
Se debe notar que la primera guerra mundial se inició en 1914, es decir, que Yrigoyen ejerció su primer bienio de gobierno durante esa guerra. Consecuencia de esa guerra fue una carencia de productos industriales importados que duró varios años hasta que Europa se reconstruyó y que permitió un gran desarrollo de industrias metalúrgicas, de sanitarios, línea blanca, y otras de consumo masivo. Esto trajo el crecimiento del número de obreros en grandes centros así como aumento del consumo de combustibles.
Yrigoyen asumió la presidencia en octubre de 1916 en medio de problemas energéticos cuando tanto el petróleo como el carbón consumidos eran muy mayoritariamente importados y la guerra ponía grandes trabas a la importación tanto de estos combustibles como de máquinas y materiales para la extracción petrolera. El nuevo magistrado puso como ministro de Agricultura (la importancia económica del campo se reflejaba en el nombre del ministerio) a Honorio Pueyrredón. Los comienzos de la gestión petrolera de Yrigoyen tuvieron rasgos comunes con otros aspectos de su gobierno. Envió 3 proyectos al Congreso que fueron frenados por mociones para discutir una ley general petrolera (la mayoría de los proyectos anteriores abogaban por la preponderancia estatal). Yrigoyen mostró cierta simpatía por la Marina a la que entregó dos tanqueros en construcción y los involucró en las negociaciones por una gran huelga petrolera en comodoro Rivadavia a fines de 1917. Finalmente Yrigoyen laudó a favor de los huelguistas, como supo hacer mayormente frente a conflictos con sindicalistas ‘institucionales’.
Paralelamente con las dificultades de la explotación estatal que pasaba por los dolores de su iniciación se desarrollaron en el país varias destiladoras privadas, como la WITCO de la Standard Oil, la Shell, y otras locales como DAPSA, Cóndor e Isaura.  Las actividades de la WITCO cayeron bajo el escrutinio del comité antitrust en la Cámara de Diputados y fueron objeto de largos juicios. A pesar de promesas tempranas el gobierno radical solo presentó un proyecto de ley petrolera en septiembre de 1919 por el nuevo ministro de Agricultura Alfredo Demarchi. El proyecto de ley federalizaba el dominio de los yacimientos y garantizaba al Estado el derecho a explorar y explotar hidrocarburos bajo la inspiración de la ley rumana. Otro proyecto de ley simultáneo creaba YPF el ente estatal para la actividad petrolera y gasífera. El Estado reservaba para sí zonas de Comodoro Rivadavia y Plaza Huincul. Para los privados se regulaban los permisos y las condiciones de explotación. Ninguna de estas iniciativas tuvo el aval del Congreso.
En estos proyectos aparece otro aspecto común en la legislación posterior regulando la parte de los ingresos de YPF que deberían entregarse al fisco provincial y estatal. También avanzaba el sistema de controles sobre la economía autorizando al Gobierno a fijar precios de combustibles y controlar y autorizar importaciones solo en caso de que la producción local fuese insuficiente. Así, con la aparición del ente operativo gubernamental tan celebrado por los estatistas aparecen rasgos intervencionistas y fiscalistas del yrigoyenismo y un incipiente modelo populista.
Debe notarse que paralelamente a la presentación del Poder Ejecutivo existían muchos otros proyectos alternativos en el Congreso, la mayoría de ellos de inspiración estatista, llegando algunos a la nacionalización del petróleo y el monopolio estatal. Así las ideas estatistas e incluso populistas iban cobrando estado mayoritario en la opinión pública.
A pesar de que los radicales contaban con cierta mayoría en Diputados el proyecto de ley petrolera nunca avanzó seriamente en su tratamiento, dando lugar a sospechas de que era un modo de atraer votos para las elecciones de 1920. Si esto era posible es porque ya una importante fracción de la opinión pública favorecía la explotación petrolera en manos mayoritariamente estatales. También se descontaba que en el Senado la ley no iba a ser sancionada.
Finalmente, Yrigoyen terminó en 1922 su primer período sin que la ley petrolera fuese sancionada.
En octubre de 1918 la Dirección de Minas, que seguía explorando fuera de Comodoro Rivadavia encontró petróleo en Plaza Huincul, provincia de Neuquén, incorporando una nueva provincia petrolera a la actividad estatal. A partir del fin de la primera guerra mundial en 1918 hubo un renovado interés por la extracción y comercialización de petróleo y sus derivados en Argentina acompañado por un uso creciente de vehículos de transporte y privados. En los potenciales yacimientos, de acuerdo con las regulaciones del viejo Código de Minería numerosos interesados locales comenzaron a especular reservando lotes con la intención de vender derechos a empresas internacionales, convirtiéndose en rentistas petroleros. Los partidarios de la explotación estatal propiciaban la anulación de estos permisos por medio de una ley que regulase la actividad y la reservase mayormente o exclusivamente para el gobierno nacional. Las provincias pretendían conservar su participación en el negocio y los partidarios de la actividad privada querían una legislación más moderna que permitiese la coexistencia de privados y estatales.
Mientras la explotación estatal de Comodoro se debatía en una serie de problemas mayormente de gestión, agravados por la pluralidad de autoridades a que debía reportar, las empresas privadas comenzaban a tener mayor participación en la producción petrolera local. Así, la nacional ASTRA (con posible participación de capitales europeos) aumentó su producción sensiblemente, comprando barcos tanqueros y depósitos en Buenos Aires, también la Ferrocarrilera, propiedad de los capitalistas ingleses dueños de varios ferrocarriles adquirieron permisos y lograron importantes producciones. Capitales internacionales hicieron su ingreso en la explotación comprando derechos a permisionistas locales, entre fines del gobierno de Yrigoyen e inicios del período de su sucesor, el radical Marcelo T de Alvear. Así Shell inició la explotación en la zona del Golfo de San Jorge en el yacimiento Diadema y Standard Oil adquirió y comenzó a desarrollar Dadín en Challacó. Hubo otras varias de diferente magnitud y suerte en los emprendimientos. Esto muestra que la actividad privada era capaz de satisfacer la demanda atenta a las necesidades de mercado, a pesar de los generalizados temores a los trusts, mostrando que era posible que el gobierno regulase la actividad de los mismos, sin necesidad de acudir al recurso extremo de estatizar toda la actividad como pensaban muchos.
Sobre los últimos años de la gestión de Yrigoyen y el ministro Demarchi se agudizaron los problemas de gestión en Comodoro con múltiples disputas entre las autoridades locales y las centrales en Buenos Aires. A esto se sumaron series de huelgas que duraron entre 1917 y 1920. La producción y ventas no lograban los objetivos presupuestados y las autoridades buscaban justificarse alegando motivos varios, incluyendo las huelgas.
Durante el primer gobierno de Yrigoyen ocurrieron sangrientos choques entre policía y ejército contra grupos obreros y populares asociados a movimientos anarquistas o izquierdistas en episodios conocidos como la Semana Trágica (Buenos Aires, enero de 1919) y la Patagonia Rebelde (en Santa Cruz 1920-1921). Resultado de estos enfrentamientos fue la muerte de cientos de sublevados y otros simpatizantes o incluso grupos de judíos. Si estas masacres se hubiesen producido en otro gobierno la historia oficial los resaltaría como hechos de feroz represión armada, pero como pasaron con Yrigoyen, se los cubre con un manto de benigna tolerancia.
Una de las consecuencias de las desavenencias internas entre los responsables de la actividad petrolera oficial se produjo la renuncia del Enrique Hermitte, titular de la Dirección de Minas y partidario de dar mayor injerencia a la actividad privada en la extracción petrolera. Hermitte, que había sido uno de los responsables del descubrimiento del petróleo en 1907 en Comodoro Rivadavia, era una persona muy respetada en el medio y su renuncia y posterior pase a la actividad privada en petróleo fue considerada como una ‘traición’ por los sectores estatistas.
Otra consecuencia de la gran huelga de 1917 en Comodoro fue la renuncia del administrador Leopoldo Sol y la disolución de la Comisión Administradora. En remplazo de Sol, Yrigoyen puso al capitán de fragata Federico Fliess el cual dio inicio a las políticas selectivas (o discriminatorias) de reclutamiento de personal. Se despidieron gran cantidad de trabajadores del yacimiento y se remplazaron por gente elegida asegurándose que no tenían antecedentes laborales conflictivos. Esto tendría posteriores ramificaciones al generalizarse años después el reclutamiento en provincias del Noroeste donde se suponía que la gente no estaba ‘contaminada’ con ideas izquierdistas. Durante el gobierno del primer peronismo, esta modalidad tendría otra importante vuelta de tuerca al producirse el despido de gran cantidad de personal considerado ‘antiperonista’, mayormente en los rangos jerárquicos o técnicos y llenado los cuadros de YPF de adherentes a la ‘doctrina nacional justicialista’.
En el año 1920 se empezó a hacer notoria una crisis en las ventas de petróleo estatal causada por desaciertos del titular de la nueva Dirección General de Petróleo del Ministerio de Agricultura Joaquín Spinelli. En realidad, lo que hacía crisis era el intento de manejar un sistema productivo-comercializador en base a métodos burocráticos de una división estatal de un ministerio.
Hacia el fin del primer mandato de Yrigoyen se hace muy visible el desorden administrativo tanto en el yacimiento de Comodoro como en el sector ventas. Mientras la producción había tenido un cierto repunte mayormente a fuerza de perforar más pozos siempre en lugares conocidos o invadiendo permisos privados aledaños, las ventas no lograban alcanzar la producción al punto que se dio orden de limitar la extracción por falta de capacidad de almacenamiento.
Fue a fines de 1921 cuando Hermitte, enfrentado con el ministro Demarchi presentó su renuncia. Posteriormente a Hermitte, el ministro Demarchi, rodeado de problemas tuvo que renunciar pero su reemplazante nombrado evitó hacerse cargo por considerar que no tenía suficiente apoyo del Ejecutivo. Finalmente, como recurso para enfrentar los problemas el 3 de junio de 1922 Yrigoyen creó por decreto la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (futuro YPF). Esta medida de ningún modo detuvo los enfrentamientos entre autoridades del área y siguieron las renuncias.  Algunos analistas creen que la creación de YPF intentaba acallar severas críticas a la forma de administrar las reservas petroleras y acusaciones graves de corrupción en el gobierno radical. Lo cierto es que este organismo nacido como una especie de secretaría dentro de un Ministerio, carente de atributos de empresa, por lo tanto sujeta a los albures de la política, no tendría relevancia hasta que el general Mosconi no asumiera su conducción con el pleno apoyo del presidente M T de Alvear, sucesor de Yrigoyen.
YPF fue el primer caso de una explotación petrolera totalmente estatal en el mundo e inspiración de muchas otras, sobre todo en Latinoamérica, como fue el caso de la mexicana PEMEX.
Enrique Mosconi fue nombrado Director General de YPF el 19 de octubre de 1922, una semana tras de su asunción por el flamante presidente Alvear. Uno de los primeros actos del nuevo Director fue escribir una memoria resumiendo el estado en que se encontraba la organización que iba a dirigir y tuvo severas críticas para la gestión de su antecesor Spinelli, y otros funcionarios especialmente respecto de la operación en Comodoro y extendió su visión negativa a la administración del ex presidente Yrigoyen, aspectos estos puestos entre paréntesis por los apologistas de Yrigoyen, al punto que el héroe de YPF habría sido quien lo creó, varios años después de haberlo imaginado, es verdad que con la oposición permanente del Congreso; pero si a alguno debe su persistencia YPF es al dúo Mosconi-Alvear, del cual Alvear ha sido borrado por ser un retoño del patriciado que gobernó el país hasta 1916.

Presidencia de Alvear
Marcelo Torcuato de Alvear fue el heredero designado por Yrigoyen para la presidencia por el período 1922-1928 y accedió tras el triunfo de la UCR. Alvear era amigo de Yrigoyen y la había seguido en varios de sus intentos de levantamientos armados. Alvear, formó un ministerio considerado de notables que podrían haber sido presidenciables, pero desde el comienzo actuó con independencia de las intenciones de Yrigoyen lo que llevó en poco tiempo a la división entre los radicales del congreso entre los yrigoyenistas o personalistas y los alvearistas o ‘anti-personalistas’. Si algunos esperaban que Alvear, por sus orígenes se iba a inclinar por una política petrolera basada en la actividad privada, en realidad hizo lo contrario y apoyó y secundó a Mosconi en su campaña para extender el casi-monopolio estatal de YPF.
Alvear nombró al coronel Enrique Mosconi como director de Yacimientos Petrolíferos fiscales el 19 de octubre de 1922 a una semana de haber asumido como presidente.
Mosconi aparte de sus estudios militares había estudiado ingeniería en la UBA. Otro antecedente importante fue su permanencia en el ejército alemán por dos años para entrenarse. Allí seguramente se nutrió de la orientación industrialista del militarismo alemán donde la industria era fuertemente orientada y protegida desde el poder imperial como parte de una estrategia militar. Así Mosconi compartiría la orientación industrialista de otros militares, quienes asignaban especial relevancia a la dirección militar, supuestamente de carácter estratégico de la industrialización tutelada desde el gobierno.
Mosconi tuvo a su vuelta a la Argentina varios destinos en sectores relativamente técnicos dentro del Ejército y al momento de su designación estaba a cargo de la aviación militar. De esa época data una anécdota que habría de tener profunda influencia en su posterior vocación nacionalista y anti norteamericana. En agosto de 1922, como suele suceder en los entes estatales, la aviación de Mosconi debía montos importantes por sus compras de combustible y la WITCO le negó la posibilidad de comprar a crédito. Allí fue recibido por un gerente de poco tacto que rechazó su pedido mientras fumaba un habano gigante. Nos imaginamos un Johnny con los pies sobre el escritorio echando el humo del cigarro mientras le negaba el vital líquido elemento al coronel, sin darse cuenta que estaba hablando con uno de los REALES DUEÑOS, ya por entonces, del país, o por lo menos, así  se sentían los militares ya en aquellos tiempos, los herederos de San Martín.
Mosconi humillado juró para sí no descansar en su lucha contra los odiados ‘trusts’, un cuco económico en aquel entonces, especialmente si era del odiado origen norteamericano (recordemos que toda la política internacional de Yrigoyen se basó en oponerse a los designios estadounidenses en Sudamérica).
Esta pasión anti-norteamericana de Mosconi traería no pocos problemas a YPF, pues Mosconi enfocó grandes esfuerzos en destruir la propiedad de la Standard en yacimientos de Salta, para lo cual, con apoyo de Alvear, se tuvo que enfrentar varias veces con algunos gobernadores salteños, más interesados en producir petróleo que en satisfacer las ambiciones nacionalistas y estatistas de Mosconi. Para ello, Mosconi muchas veces tuvo que desoír los consejos de sus geólogos que le aconsejaban más bien desarrollar las zonas reservadas en Neuquén y Comodoro, por lo que el jefe de YPF tuvo choques públicos con algunos que se alejaron de la  Dirección y solo sobre los últimos años de su actuación empezó a gastar en exploración sostenida en la Patagonia en vez de insistir en competir en Salta con la Standard y obstruir sus proyectos de desarrollo y complementación con los que tenía en Bolivia.
Vemos aquí el repetido modelo de fomentar un monopolio militar en industrias supuestamente ‘estratégicas’ por asimilarlas con la defensa nacional, lo que llevó a la retracción de la acción privada de estos mercados donde no podía competir con la acción del gobierno, lo que tuvo entre otras consecuencias, que la burguesía industrial argentina fuera dependiente por muchas décadas del favor oficial.
Mosconi tuvo una acción muy importante en el despegue de YPF en la extracción de petróleo y la refinación. También organizó una eficiente red de ventas basado principalmente en la tercerización.
En la producción petrolera y la construcción de la primera refinería en la ciudad de La  Plata Mosconi tuvo el apoyo financiero del gobierno nacional de Alvear que fue fundamental, ya que el financiamiento privado de la destilería, por ejemplo, por supuestas colectas fue mínimo, lo que surge comparando números donde se ve que el costo de la destilería fue prácticamente financiado totalmente con el préstamo del gobierno que con un decreto de junio de 1925 llegó a 25 millones de pesos. Algo similar ocurrió con los trabajos de electrificación de los campos de Comodoro que Mosconi se propuso para modernizar el funcionamiento de los equipos de bombeo.
Mosconi no fue enemigo de la actividad privada, pero no en la operación de los yacimientos, que trató siempre de concentrar en manos de YPF, incluso limitando a las pocas empresas argentinas operadoras. La actividad privada Mosconi la veía como proveedores de YPF de diversos tipos, por ej el caso de Di Tella. La construcción de la destilería no tuvo problema en asignársela a la Bethlehem Steel gran empresa norteamericana.
Cuando Alvear se hizo cargo de la presidencia nombró ministro de Agricultura a Tomás Le Bretón todos coincidentes en dar a YPF un papel preponderante en la industria petrolera. Ambos presentaron desde el comienzo un proyecto de ley destinado a sacar del Código de Minería la explotación petrolera y crear un sistema de permisos de explotación del recurso que pasaba a ser propiedad de la Nación. Las provincias compartirían los beneficios a través de regalías. Lo que se buscaban era eliminar la intermediación de los poseedores de permisos otorgados bajo el antiguo Código que lo que hacían era cederlos a empresas grandes a cambio de un interés de trabajo. Le Bretón quería retener el dominio en el gobierno para negociar, si era necesario, con los privados el otorgamiento de permisos. A pesar de fuerte interés de Alvear y Le Bretón por el proyecto este no progresó en el Congreso, en parte por la oposición de sectores como el yrigoyenismo que apoyaban el monopolio estatal y, por otra parte, de propuestas de los conservadores que daban mayores beneficios a los privados.
Ante el empantanamiento de la situación legal en materia petrolera Alvear emitió un decreto en enero de 1924 creando enormes zonas de reserva fiscal a favor del Estado y basadas en la misma Ley de Tierras que usara R Sáenz Peña. Esta asignación de reservas tendría con el tiempo un efecto devastador sobre la actividad petrolera en el tema explotación y exploración porque en los hechos hizo que, por décadas, la exploración quedara en manos y a cargo casi exclusivamente de YPF.
Las reservas federales que creó Alvear en 1924 ocupaban 33 millones de hectáreas, de las cuales 27,6 millones de Ha estaban en Neuquén, La Pampa, Río Negro y Chubut, o sea, toda las cuencas petroleras en actividad por décadas en el norte de la Patagonia. Otra zona reservada de 4,8 millones de Ha estaba en Chubut y Santa Cruz, ocupando la parte principal de la Cuenca del golfo San Jorge y además sumó 430 mil Ha en Tierra del Fuego. Es decir, exceptuando Salta que estaba en litigio con la provincia y explotada en parte por la Standard, el Estado Nacional con Alvear-Le Bretón se reservó el control de la actividad exploratoria y extractiva por largas décadas.
En otro decreto Alvear reguló la concesión de permisos de exploración y posterior conversión en explotaciones comerciales. Sin embargo, quizás por el afán de evitar los intermediarios especuladores, estas medidas hirieron grandemente la actividad privada al imponerle condiciones comerciales poco convenientes. En los hechos, salvo en concesiones anteriores que se mantuvieron, la actividad petrolera se restringió a la actividad de YPF lo que puso a la Dirección (luego empresa) bajo fuertes presiones de satisfacer las necesidades del país.
La solución que pregonaba Mosconi era un sistema de empresas mixtas con un 51% de propiedad de YPF, el cual ponía la cabeza del directorio pero los privados eran los operadores y aportaban la dirección técnica y la mayoría del directorio. El gobierno se reservaba el poder de veto en algunos temas importantes. Este tipo de empresa no prosperó en parte por la desconfianza de los privados en quedar entrampados con una inversión que podía quedar a la discreción de un futuro gobierno estatista. Los únicos pocos intentos de formar empresas mixtas con YPF bajo este esquema se produjeron en situaciones especiales de apriete para los privados que recurrían a este tipo de salidas para situaciones complicadas de estancamiento o para ingresar al mercado. Ninguna tuvo desarrollo efectivo significativo. Posteriormente, desde la 2da presidencia de Yrigoyen las ideas del control total estatal de la actividad petrolera por medio de YPF se generalizaron y el Congreso nunca volvió a legislar seriamente sobre empresas mixtas.
En materia laboral Mosconi seguía un sistema paternalista y verticalista de organización, que él explicaba diciendo que YPF debía ser como un ejército civil, y como tal no admitía conflictos laborales, que en Comodoro fueron importantes y se resolvieron reprimiéndolos y poniendo al mando a los marinos. Los contestatarios fueron eliminados de la nómina y suplantados por agentes reclutados en medios considerados dóciles ante la autoridad, al estilo usual en YPF. Por otra parte, Mosconi instauró una obra social que fue típica de la organización ypefiana, con viviendas, proveedurías, mutuales y servicios de salud cercanos a los yacimientos, en parte inspirados en la organización del ejército de tierra (o sea, un ejército civil según Mosconi). Mosconi no admitía que ningún proveedor o competidor pudiese quitarle un empleado, respondiendo con fuertes sanciones económicas cuando podía, es decir, los soldados no podían elegir a qué ejército servir, no había libertad en materia laboral una vez que se entraba en la órbita de YPF.
Durante el gobierno de Alvear YPF tuvo problemas para abastecer el mercado rápidamente creciente de los combustibles líquidos, en parte por problemas administrativos y en parte por falencias de la explotación demasiado concentrada en las zonas conocidas de Comodoro, desoyendo el desarrollo de Plaza Huincul lo que llevó a la rápida caída de la productividad de los pozos. La entrada en funciones de la destilería de La Plata a partir de 1925 le permitió a YPF procesar casi todo el petróleo que producía (algo más de 800 mil metros cúbicos anuales).  Mejoras en la destilería (también financiadas por el pueblo argentino vía Alvear) le permitieron, diversificar la oferta de derivados abasteciendo mejor al mercado., incrementando la proporción de nafta y mejorar la ecuación comercial. Tuvo problemas con la empresa comercializadora a la que había tercerizado la venta lo que por momentos obligó a YPF a limitar la producción. La competencia le quitaba parte del mercado a pesar de la importancia que Mosconi le daba a esta etapa, pero los métodos privados eran más efectivos, sumados a ciertas prácticas desleales, lo que llevó a que en 1928, sobre fines del gobierno de Alvear, los privados, especialmente WITCO (de la odiada Standard) dominaban el mercado, especialmente con las importaciones, seguidas por los aportes de los refinadores locales que casi duplicaban el 14% de participación de YPF en el mercado de combustibles.
Todos los problemas del estatismo empresario empezaban a manifestarse. Primero la falta de financiamiento, pues YPF tenía que devolver los préstamos del gobierno y pagar gravámenes como cualquiera, segundo, la falta de tecnología, que debía ser adquirida trabajosamente, tercero, la permanente lucha contra el sistema supra yacente de la administración del gobierno, a pesar de cierta legislación favorable, cuarto, la falta de pago por varias empresas estatales, problema eterno para las estatales, generando los subsidios intersectoriales, especialmente al Ejército y la Marina y otras instituciones, a los que Mosconi no podía racionar como la WITCO le había hecho. Sin embargo, lo que lo había enfurecido como coronel, Mosconi lo aplicó a su vez, cuando pudo, a sus deudores como cuando le cortó el gas y el agua a la ciudad de Comodoro porque la intendencia no pagaba sus deudas. Suceso que requirió la intervención de Alvear para que YPF le diese facilidades de pago a la ciudad. Faltaba otro problema que se manifestaría años después, el ingreso de la política partidaria en el manejo empresario.
Sobre fines del gobierno de Alvear se hizo evidente que las esperanzas de una inundación de petróleo producido localmente se habían desvanecido, los productores del campo tenían un florecimiento debido a la reapertura de mercados basados en la paz de posguerra pero este bienestar basado en triangulación financiera con Estados Unidos iba a cortarse durante la gran crisis de 1929 y las condiciones de la industria y la economía locales iban a tener cambios grandes para mal por muchos años. Los yacimientos locales se mostraron mucho menos productivos que los de Estados Unidos o México con lo que el interés internacional por invertir localmente decayó y Argentina debió depender mucho más en la estatal YPF con todos los problemas asociados.   Hasta aquí YPF no dejaba de ser una dependencia dentro de un ministerio, muy lejos de la agilidad necesaria para una empresa petrolera. Así seguiría por un largo rato.

Florecer de tendencias estatistas-nacionalistas en época de Alvear
Sobre los últimos meses de sesiones del Congreso en 1926,cuando promediaba  el período de Alvear, se renovó el interés por dictar una ley petrolera, habiendo un par de proyectos principales, uno de Le Bretón y el otro del diputado Rodolfo Moreno. Coincidían en federalizar la propiedad de los yacimientos pero diferían en aspectos sobre potestades de YPF. Finalmente, los diputados prepararon un modelo de ley basada fundamentalmente sobre el proyecto de Alvear-Le Bretón pero que dejaba en suspenso tratar las atribuciones de YPF. Las compañías privadas mayormente se oponían a la pretensión de YPF de regular los mercados y operaciones de sus competidoras, posición que históricamente sostuvo YPF durante décadas y logró a partir de la década del 30. La Standard, que operaba en Salta bajo la legislación de la provincia se oponía a que la Nación recibiese la propiedad de los yacimientos. Finalmente expiró el período de sesiones de 1926 y la ley petrolera perdió estado parlamentario. El año 1927 fue testigo de grandes debates sobre la ley de los hidrocarburos y estos permiten observar el estado de la opinión pública al respecto.
E. Mosconi, junto con su colega el general Alfonso Baldrich levantaron la bandera de la nacionalización del petróleo, que no era la estatización de la explotación sino la propiedad estatal de los yacimientos sumada a la formación de empresas mixtas donde YPF tenía la mayoría. Además luchaban por sacar los yacimientos que poseía la Standard y dárselos a YPF. Si eso no era posible pretendían que se congelasen los permisos de exploración y restringir las posibilidades de explotar los campos por la Standard así como de procesar o transportar su petróleo.
Así, movidos por sus preferencias o humores conducían a YPF a una fuerte confrontación con los norteamericanos, pero tenían excelentes relaciones con los ingleses dueños de la productora Ferrocarrilera (donde después se ubicó la llamada Petroquímica) y de ferrocarriles en el país.
En esa época apareció una organización llamada Alianza Continental que hacía actos, conferencias, etc y propiciaba la estatización total de la actividad petrolera. En algún momento Mosconi aportó fondos propios a estas campañas. La Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA) también participó activamente en estos debates siendo su posición favorable a la nacionalización del petróleo.
La UIA mantuvo una posición favorable a la federalización, cercana a las propuestas de Le Breton. El objetivo buscado por la UIA era disponer de combustibles a precios competitivos o sea, un eufemismo por más baratos que los de mercado. Ya entonces, soñaban con un petróleo estatal y barato, como otros.
En 1927 se reinició el debate sobre el tema petrolero y la fracción radical personalista (yrigoyenista) era la primera minoría y se manifestó por la estatización de los yacimientos y de la explotación petrolera en forma completa. Los socialistas (de entonces) representados por N. Repetto advirtieron que no se debía remplazar monopolios privados por un monopolio estatal. Los socialistas independientes, con Antonio de Tomaso, expresaron su oposición a la propuesta yrigoyenista de expropiar los activos de las empresas privadas.
El socialista E Dickmann que solía presentar posiciones favorables a YPF se opuso a la estatización total, expresando que el Estado es mal administrador, industrial y comerciante. Se ve que ya en aquellos tiempos se planteaban las limitaciones del gobierno como empresario, no solo desde el conservadurismo sino de aquella rama socialista.
También por entonces se expresaron iniciativas de participación de los empleados y clientes en eventuales ganancias de YPF distribuidas en forma de acciones.
Finalmente, el 8 de septiembre, con voto de personalistas y socialistas independientes (65 a favor, 55 en contra) se sancionó un proyecto de ley petrolera en Diputados que propiciaba la federalización del dominio y la estatización de la explotación y el transporte del petróleo, así como la prohibición de la exportación, salvo permiso del gobierno, y la expropiación de los oleoductos privados. También se incluía la ley orgánica de YPF. Las concesiones existentes no se estatizaban y otro proyecto regulaba el pago de regalías.
El tenor de estas leyes petroleras indica que las posiciones estatistas, ya a fines de la década de 1920 habían obtenido la mayoría del apoyo de los votantes. Aunque por entonces las mujeres no votaban, se puede entender que más de la mitad de la población era ya favorable al monopolio estatal del petróleo, aparte de simpatizar con la actividad estatal en otras actividades productivas. En una veintena de años se había producido un viraje de la prohibición de la actividad minera para el Estado del Código de Minería a la idea del monopolio petrolero estatal.
Esta concepción estatista, mal llamada ‘nacionalista’ se iría generalizando aún más en las décadas siguientes hasta llegar a los 40’s cuando el monopolio estatal de la actividad energética se introdujo en la Constitución de 1947, impulsada mayormente por Arturo Sampay y Domingo Mercante a pesar de las reservas expresadas por J D Perón.
El proyecto de ley petrolera aprobado en Diputados en 1927 pasó al Senado para su consideración  pero allí la mayoría conservadora lo frenó y no fue convertido en ley. Los radicales personalistas insistirían en este tipo de proyectos cuando Yrigoyen asumió la presidencia.
La campaña electoral para las elecciones presidenciales de 1928 dio oportunidad para la eclosión de posiciones encontradas respecto a la industria petrolera, mientras que la opinión favorable al estatismo iba haciéndose cada vez más generalizada. Entre los partidarios del estatismo existía una creencia muy común en que la renta petrolera era de una magnitud extraordinaria y que el acaparamiento por parte del estado de su explotación permitiría financiar otra serie de actividades. La gran mayoría de los partidos estaban de acuerdo con nacionalizar el dominio del petróleo, lo que atacaba las concesiones que Standard tenía en Salta que habían sido otorgadas por la provincia, mientras que el resto habían sido acordadas en zonas de jurisdicción nacional. En cambio, no había tanto apoyo para la estatización de la extracción y el transporte del petróleo. Por aquellos tiempos las ideas de crear empresas petroleras estatales o mixtas se estaban difundiendo por Europa y América Latina.  No es extraño que aquí también floreciesen este tipo de tendencias favorables al intervencionismo estatal generalizado.
Este predominio de posiciones favorables a la nacionalización del dominio petrolero se reflejaba en que, de los diarios existentes, solamente La Nación mantenía una posición contraria. El diario Crítica de Natalio Botana adoptó un posición coincidente con la del socialismo de de Tomaso (facción ‘independiente’) que bregaba por el dominio nacional y el monopolio estatal según el proyecto del año anterior, pero rechazaba la expropiación de la Standard. El grado de adhesión y fervor petrolero existente entre el público se puede advertir si se considera que el diario tenía tiradas diarias de 300 mil ejemplares que se agotaban.
Enmarcada en estos proyectos nacionalistas-estatistas la candidatura de Yrigoyen a la presidencia fue poco menos que plebiscitada con más del 61% de los votos electorales a su favor.

Segunda presidencia de Yrigoyen
Hasta aquí hemos visto como poco a poco la Argentina fue dependiendo cada vez más de lo que, en materia petrolera, pudiera aportar la estatal YPF. Esto no es más que un ejemplo notable de los progresos del estatismo en la estructura productiva del país, que seguimos para mostrar cómo se fue formando la mentalidad estatista (mal llamada nacionalista) en este sector, que no difiere mucho de lo ocurrido en otros de la economía. La idea del monopolio estatal de las fuentes de energía fue copiada por otros países, notablemente México en los 30’s con la creación de PEMEX. Esta situación se ha mostrado claramente problemática en la gran parte de los países, especialmente en aquellos que no tienen grandes reservas de hidrocarburos, relativamente, y en aquellos donde los vicios de la política han tenido tiempo para penetrar los engranajes de la estatal petrolera y fomentar la corrupción (como en PEMEX y la tan alabada PETROBRAS). La mayor parte de los países europeos han ido abandonando la idea de la gran empresa petrolera estatal, y la mayor parte se han decidido por un sistema realmente mixto, con parecidas oportunidades para todos, donde una estatal, cuando subsiste, es uno más de los actores en el mercado de la energía, sometida a iguales condiciones que el resto para mantenerla competitiva.
Hipólito Yrigoyen, realmente disconforme con la forma de gobernar de Alvear, a pesar de la general aparente bonanza de la economía, decidió candidatearse a la presidencia. Para entonces Yrigoyen tenía cerca de 80 años y no gozaba de buena salud. Su decisión solo muestra como un líder populista no forma reemplazantes y termina muriendo en el gobierno como Perón. El radicalismo ya estaba fuertemente dividido entre ‘personalistas’ (a favor de Yrigoyen) y ‘anti personalistas’ (los seguidores de Alvear, mayormente).
Ya en el gobierno Yrigoyen mostró la mayor parte de sus defectos, siendo esta presidencia bastante pobre, a lo que se sumó el estallido de la crisis mundial que superó largamente sus posibilidades. En sus períodos al mando Yrigoyen tuvo algunos logros que están fuera del tema de este artículo, como la creación de numerosas escuelas, que algunos dicen fueron cerca de mil. Dicho esto para aclarar que no tenemos una opinión netamente negativa de Yrigoyen, pero acá estamos reseñando la evolución de la mentalidad estatista en el país y él tuvo una participación esencial en su propagación.
Sobre el final de su gobierno en 1930, cuando fue depuesto por los militares, ya estaban en marcha por lo menos 4 complots para derrocarlo, algunos por sus propios funcionarios. Esto era clara indicación de su total falta de capacidad para administrar el gobierno, más aún en momentos de una seria crisis económica.

Tirantes relaciones Yrigoyen- Mosconi
Con el antecedente de las críticas que Mosconi había hecho de la gestión de YPF apenas asumiera con el presidente Alvear, Mosconi renunció a la Administración de YPF ni bien Yrigoyen asumió en octubre de 1928. Repitió este gesto varias veces ante la impasibilidad con que el nuevo presidente encaró la gestión energética y del país en general.
N. Gadano relata anécdotas de cómo la Administración de YPF logró la aprobación del presupuesto de YPF mediante la gestión de un caudillo radical en abril de 1929 tras meses de atraso. La situación general de crisis que envolvió el país a raíz de la gran depresión de 1929 se complicó por la falta de pago de varias reparticiones del gobierno que debían sumas millonarias a YPF (un problema de las empresas estatales que se repite una y otra vez en la historia argentina pero deja impasibles a los estatistas). Esta falta de pago a su vez creaba problemas operativos a YPF y le causaba dificultades para pagar el servicio de los papeles de la deuda que había contraído con el Estado para financiar la destilería en tiempos de Alvear. Para complicar la situación aún más la prensa afín al yrigoyenismo lanzó campañas de desprestigio contra Mosconi, incluyendo acusaciones infundadas de malversación de fondos entre otras cosas.
Para complicar aún más la situación de YPF al vencer la concesión de ventas el gobierno radical se negó a permitir que Mosconi buscase otro distribuidor. Los radicales insistieron que la venta de combustibles de YPF se hiciese por administración, dando lugar al incremento de personal que, además, se fue a poblar con amigos del gobierno y multiplicó los problemas de gestión de la petrolera, cuando ya tenía problemas de no poder vender todos los productos que técnicamente podía producir. Los radicales personalistas se oponían a delegar funciones a privados, así como a formar las empresas mixtas por las que Mosconi bregaba.
Mientras que la opinión pública mayoritaria presionaba por la consumación de la estatización que los diputados habían votado en 1928, con inclusión de expropiaciones de empresas privadas sin ninguna estimación de costos ni procedimientos (al mejor estilo kirchnerista, del cual es precursora). Pero, en parte por la oposición conservadora en el Senado y en parte por la falta de actividad de los radicales, tanto el año 1929 como el 1930 pasaron entre cabildeos sin avances reales de la ley. Así se llegó al golpe militar de José E Uriburu el 6 de septiembre de 1930.
Para mostrar que la administración yrigoyenista no era totalmente cerrada a la actividad privada la empresa Shell fue autorizada a construir una destilería en Dock Sur. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro de las actividades comercializadoras con temores de caer bajo el alcance de nuevas normas expropiadoras detuvo la concreción de las obras para esta destilería por mucho tiempo.

Un golpe que dijeron tenía ‘olor  petróleo’
El general José Félix Uriburu era otro de los simpatizantes del sistema militar prusiano y ferviente nacionalista que mereció el mote de ‘von Pepe’. Mientras el ex ministro de Guerra de Alvear, el Gral. Agustín P Justo se mantenía reticente ante la oportunidad de derrocar a Yrigoyen, el sector más radicalizado encabezado por Uriburu dio un golpe el 6 de septiembre de 1930.
Uriburu prácticamente sólo tenía apoyos militares y procedió a tomar medidas de corte fascista persiguiendo a opositores, intelectuales, etc. Se ha insistido en acusar a empresas petroleras de estar detrás del golpe de Uriburu, pero esto forma parte más bien del folklore nacionalista destinado a justificar la lucha contra los llamados ‘trusts’, especialmente contra la Standard.  Lo cierto es que, a juzgar por los argumentos expuestos en el libro de Gadano, si bien notorios ex gerentes de algunas petroleras (y otras grandes empresas) aceptaron ser ministros de Uriburu, no hay pruebas de acciones concretas de estas empresas interviniendo o financiando el golpe, ni siquiera de sacar ventajas ostensibles de este gobierno.
Resumiendo lo expuesto por Gadano para este período, se observa que Uriburu otorgó no pocas ventajas a YPF sobre la competencia, aparte de permitir algunas inversiones privadas en el sector. Recordemos que desde fines de 1922 gobernaba en Italia el sistema fascista del futuro ‘Duce’ Benito Mussolini. La opinión pública argentina era conquistada en parte por estas ideologías, así como los simpatizantes de la dictadura española de Primo de Rivera.
En la Argentina la tendencia integrista de Uriburu no pudo mantenerse mucho tiempo en el poder y debió llamar a elecciones que ganaría A P Justo previa proscripción de Alvear. Justo asumió en febrero de 1932.
La suerte de Mosconi
Tanto Mosconi como Baldrich resistieron el golpe de Uriburu y luego conspiraron para derrocarlo pero fueron vencidos. Después de sortear una serie de acusaciones infundadas sobre irregularidades en la administración de YPF Mosconi fue enviado a Europa por Uriburu en una especie de misión destierro.  Cuando Justo asumió nombró a Mosconi en una posición militar de poca monta y fue dejado de lado por los directores de YPF. Dolido, pidió el retiro en 1933 y murió en 1940. A partir de ese momento fue celebrado como un héroe nacional del petróleo, contrastando con el olvido de Hermitte (que fue ‘un traidor’ al pasarse a la actividad privada). Mosconi, como corresponde a los héroes nacionalistas, tiene una linda avenida en su homenaje en la ciudad de Buenos Aires (en Villa Pueyrredón). Conviene recordarlo por lo bueno que hizo por YPF, por su indudable honestidad, cualidad tan escasa en estos tiempos kirchneristas, aunque se olvida sus manías anti empresas privadas, especialmente su odio enfermizo contra la Standard que tanto contribuyó a la consolidación del monopolio estatal petrolero por obra de sus imitadores.

Política petrolera de Uriburu
Contra los pronósticos negros de los radicales desplazados del poder, Uriburu no entregó el petróleo a los trusts. Puso al mando de YPF al marino Felipe Fliess y conservó en el directorio al amigo de Mosconi el Gral. Ángel Allaría. A pocos días de asumir Uriburu aprobó el presupuesto de YPF que había preparado Mosconi y le concedió terrenos en Dock Sur para ampliar depósitos. También autorizó a YPF a perforar un pozo exploratorio fuera de la reserva original de comodoro Rivadavia.
El 17 de noviembre de 1930 Uriburu firmó un decreto extendiendo la reserva de YPF que había puesto Alvear a toda la isla de Tierra del Fuego. El decreto estaba firmado por el ministro de Agricultura (todavía el petróleo caía en ese rubro) Horacio Beccar Varela ‘notoriamente vinculado a interese petroleros privados’. A los pocos días firmo otro decreto autorizando a YPF a explotar la reserva provincial en Salta. Luego por otro decreto delegó en YPF funciones del Poder Ejecutivo para la exploración y explotación petrolera EN TODO EL PAÍS, delegando también atribuciones judiciales y extra-judiciales. Este importante antecedente fue un primer paso para convertir a YPF en un virtual Ministerio de Energía, con facultades para reglamentar operaciones que afectaban a su propia competencia, reforzando de este modo el poder monopólico de YPF que este usaría en décadas siguientes para ahogar la actividad privada en su propio beneficio.
El informe Platz: La caída pronunciada de producción de petróleo en 1930 llevó a Fliess a encomendar un estudio de situación al Jefe de Minería y Geología de YPF el ingeniero  Hubert Platz el cual fue presentado ante la Comisión Administrativa de YPF y el ministro  El resultado fue muy preocupante, confirmando las críticas de los geólogos a las políticas de Mosconi y mostrando que la exploración en Comodoro se había limitado a una parte ínfima del área reservada en la Cuenca del Golfo San Jorge, y además que la actividad en Huincul y Salta había sido limitada.
Como resultado de este trabajo YPF se dedicó a aumentar la perforación en Comodoro, así como en Salta, Huincul y Mendoza. YPF negoció con la provincia de Mendoza otra reserva de área para explorar por 5 años con lo que se iba cerrando el bloqueo de zonas explorables para los privados.
La provincia de Salta, lugar donde la Stándard tenía cierta producción, fue de nuevo escenario de disputas entre esta empresa e YPF: Las autoridades de YPF buscaban bloquear las propuestas de la Standard para obtener permisos para ampliar las perforaciones, más construir un oleoducto para evacuar producción desde sus campos en Bolivia hasta el ferrocarril y hasta una destilería en Elordi. Por otro lado YPF quería arreglar un convenio con la provincia para explotar su reserva mediante el pago de regalías. La competencia se inició con ventaja inicial de YPF pero tras el cambio de ministro de agricultura e interventor en Salta la situación parecía ponerse favorable para la Standard. Sin embargo, terminando ya el período de Uriburu ya presionado para realizar elecciones, YPF logró frenar el contrato de los norteamericanos apelando a Uriburu que lo favoreció en esto.
Vemos así que el ‘olor a petróleo’ no apareció en los hechos, más bien parece haber sido un gobierno tironeado para distintos lados que en bastantes aspectos fue favorable a la consolidación del monopolio de YPF. 

La crisis mundial y el fiscalismo
Sobre el final del período de Yrigoyen ya los efectos laterales de la gran depresión se empezaron a sentir en 1928 con una fuerte caída de las exportaciones.
Como hasta entonces el gobierno basaba su financiamiento mayormente en gravar el comercio exterior, debido a la crisis Uriburu se vio forzado a buscar nuevos recursos y una víctima fue la actividad petrolera que de estar muy levemente gravada tuvo que soportar impuestos específicos. A la complicada situación generada por la falta de divisas para importar combustibles y a la imposición del control de cambios se sumó la depreciación del peso frente al dólar estadounidense y la libra.
En febrero de 1931 el gobierno nacional impuso dos medidas de fuerte impacto sobre la actividad petrolera. Uno fue el gravamen sobre los combustibles para financiar un llamado Fondo de Vialidad. Este impuesto específico (también con algunos antecedentes provinciales previos) tiene larga historia; desde entonces, fue el soporte de un gran plan de construcción de obras viales durante el siguiente gobierno de Agustín P Justo y, con las décadas llegó a desnaturalizarse completamente yendo a alimentar rentas generales, mientas los caminos esperaban atención, como pasó durante la mayor parte del régimen kirchnerista.
En 1932 el gobierno volvió a recurrir a los combustibles para buscar fondos, esta vez agregó otros centavos destinados a rentas generales. YPF fue particularmente perjudicada porque la dirección se opuso a revertir la rebaja que para aumentar las ventas había puesto Mosconi en 1929. De modo que en dos años los precios de venta de YPF subieron pero lo que le quedaba neto de impuestos se mantuvo constante.
A partir de 1931, al cesar el peligro de la ley de expropiación del yrigoyenismo y otros partidos, las empresas privadas, especialmente Shell y Standard incrementaron su producción de petróleo local. Shell realizó obras para el transporte del petróleo que producía en Diadema (en Chubut) hasta la destilería que construyó en Dock Sud. Con ello más su red de ventas había logrado integrarse localmente. Standard no podía producir lo que vendía y necesitaba importar.
En cambio, YPF tenía serias dificultades para vender la producción que refinaba por problemas de comercialización. Ante esta situación, YPF propició la aplicación e fuertes gravámenes a los combustibles importados lo que Uriburu avaló en primera instancia. Sin embargo, las privadas extranjeras subieron los precios de venta para compensar los mayores costos y esto indujo al gobierno a moderar los cargos a la importación. Viendo YPF que no podía vender toda la producción a pesar de haber aumentado algo la venta, propuso que se regulase la importación de combustibles. Durante el resto del gobierno de Uriburu continuaron el tira y afloja sobre estas disputas de mercado sin lograr YPF otros beneficios, sin embargo continuó insistiendo en los controles a la importación lo que logró durante el gobierno de Justo, junto con otras ventajas adicionales.
Los años 1931 y 1932 vieron producirse serios problemas financieros para las arcas de YPF atribuibles mayormente a la mala administración del gobierno nacional lo que trajo deudas impagas de organismos nacionales que forzaron a YPF a dar precios promocionales a estos a cambio de la regularización de pagos. Por otro lado, la devaluación del peso produjo el encarecimiento de insumos importados necesarios para mantener la producción y la operación de la destilería.
Este panorama no es insólito para las empresas estatales, al contrario, es muy frecuente. Además, otro azote para las estatales, YPF vio aumentar innecesariamente el plantel de personal en 10 % en 2 años (fenómeno que se repetiría durante los gobiernos de Perón). Toda esta problemática, acompañada también por fuertes conflictos sindicales, llevó a grandes choques internos entre distintas autoridades de YPF y con los ministros. El fin del gobierno de Uriburu sería también el fin del protectorado de las FFAA sobre YPF, con el retiro de Fliess, Allaría y otros.
El próximo presidente, Agustín Pedro Justo, electo en medio de proscripciones del yrigoyenismo y acusaciones de fraude, al menos en varias provincias, encontraría, además de los problemas nacionales, una YPF con serios problemas agrandados por el tamaño de la empresa que ya vendía por 100 millones de pesos anuales equivalentes al 2% del PBI nacional, según datos de N Gadano. Pero solamente tenía el 26% del mercado interno de combustibles. Justo intervendría fuertemente para aumentar el peso de YPF en el consumo local; al hacerlo, sin preverlo lo obligaría a hacerse cargo de abastecer al país en medio de la segunda guerra mundial, con todos los problemas de un cuasi monopolio.
Curiosamente, este paso decisivo en la consolidación de la participación de YPF no ha recibido el reconocimiento de los ‘nacionalistas’ (realmente estatistas), que bautizaron la época de Justo como la ‘década infame’, un período en mano de manos antinacionales y anti populares. Es que vieron solamente una cara de la moneda de esa turbia etapa.

Presidencia de Agustín P. Justo, el señor de los controles
Justo era ingeniero civil recibido en la UBA además de ingeniero militar y tuvo una brillante carrera de armas, llegando a ser ministro de guerra de Alvear. En su carrera tuvo mando en cuerpos de artillería y técnicos y en el Colegio Militar. Durante el segundo gobierno de Yrigoyen recibió un ascenso a general de división y mantuvo su gran influencia en el Ejército, siendo requerida su participación en un golpe contra el presidente lo que desestimó para no romper el orden institucional. Aunque tenía cierta simpatía por publicaciones de tinte fascista siempre fue partidario de los países que formarían la alianza atlántica contra el EJE.
Frente al golpe de Uriburu se mantuvo prescindente, siempre que no se implantase un sistema corporativo. Ante el fracaso de la dictadura Justo armó una coalición formada por socialistas independientes, radicales antipersonalistas y conservadores (demócratas nacionales). Diversos sectores presionaron al gobierno y lograron que llamase a nuevas elecciones para suceder a Uriburu.
La posibilidad de que Alvear se presentase en las elecciones fue frustrada desde el momento en que este no quiso desligarse de los apoyos del yrigoyenismo y se apeló a proscribirlo en base a argumentos dudosos basados en normas electorales.
Partiendo de esta situación la coalición llamada Concordancia presentó una fórmula con Justo para presidente y Julio A Roca (hijo) para vice que enfrentó y derrotó a la fórmula Lisandro de la Torre-Nicolás Repetto (demócratas progresistas y socialistas). El 8 de noviembre de 1931 Justo ganó ampliamente la elección en la que se dijo hubo un fraude importante. La mancha de régimen fraudulento tiñó el gobierno de Justo, acentuándose a medida que crecía la oposición al mismo a pesar de la importancia de la obra  pública que emprendió. El fraude sucedió sobre todo en algunas provincias como la de Buenos Aires donde se hizo endémico y continuó existiendo por décadas en mayor o menos medida, y otras del interior.
Como sea, Justo asumió la presidencia el 20 de febrero de 1932 cuando las consecuencias de la crisis económica mundial se hacían sentir fuertemente. Ante la falta de fondos su primer ministro de Hacienda Alberto Hueyo encaró un recorte de gastos que contraerían más la actividad. Para contrarrestar el desempleo Justo adoptó una serie de medidas semejantes a las del New Deal de Franklin Delano Roosevelt en Estados Unidos de N. A. (presidente en 4 períodos 1933-1945).
Así se realizó una extensa red de pavimentación de carreteras como las rutas a Mar del Plata y Córdoba. En esta época se produce el despegue del parque automotor en el país, siguiendo el ejemplo de EEUU, lo cual entra, con ayuda estatal en competencia con el sistema privado de los FFCC ingleses. Esto, unido a la situación internacional llevaría a los capitales ingleses a congelar las inversiones ferroviarias en Argentina y, a partir de la década del 30, a tratar de vender los ferrocarriles, especialmente al Estado. En este plan fueron ayudados por la prédica estatista de grupos como Forja, formados mayormente por artistas y escritores de origen radical propulsores de medidas estatistas y de restricciones al capital extranjero. Finalmente los ingleses lograron realizar sus inversiones aprovechando que Perón quería usar las libras bloqueadas en Inglaterra por exportaciones no pagadas. Negocio para los ingleses desprenderse de una inversión sin futuro y beneficio propagandístico para el peronismo, con la bandera colgada de las locomotoras y los ferroviarios felices de incorporarse a la masa del empleo público.
Otra gran serie de obras públicas de esa presidencia (que no citamos totalmente) comprende la transformación gigantesca de la Capital Federal realizada por el intendente Mariano de Vedia y Mitre. De Vedia fue uno de los últimos delegados presidenciales en la Capital que hizo obra importante. Desde su anexión forzosa en 1880 los porteños solo podían elegir su Concejo Deliberante, pero recibían un amigo del presidente de turno como Lord Mayor, un cargo que a partir de la década del 40 tuvo cada vez más carácter de lugar para hacer política de bajo nivel. Las últimas obras importantes de infraestructura en Buenos Aires antes de su autonomía en 1994 fueron hechas bajo el primer peronismo. No contamos los tramos de autopistas construidos por Osvaldo Cacciatore, un militar aeronáutico que durante el llamado Proceso hizo y deshizo sin mucha planificación.

Los controles
Entre agosto de 1933 y diciembre de 1935 Federico Pinedo (socialista independiente y abogado de grandes corporaciones) fue Ministro de Hacienda.
Con Pinedo se produjo la irrupción franca del intervencionismo estatal en Argentina en forma bastante sistemática, en gran medida siguiendo tendencias internacionales tanto europeas como norteamericanas. En muchos aspectos Justo parece haberse comportado como un admirador de F. D. Roosevelt adoptando varias medidas similares a las de su par norteamericano, al cual la Argentina recibió de visita entre noviembre y diciembre de 1936.
Lo importante es que esta estrategia intervencionista bajo Justo se hizo en defensa de los intereses del campo, no como la efectuada bajo Perón y sus imitadores para acelerar la industrialización del país. Pero una vez abierto el camino a los controles del mercado, solo fue cuestión de tiempo para que estos se generalizaran o dirigiesen para favorecer a otros sectores o las clientelas de turno. 
La situación mundial había causado la completa regresión de la política previa a la gran guerra de 1914 cuando en el mundo occidental existía una generalizada situación de libre comercio. Las caídas de las economías llevaron, después de la crisis iniciada en 1929, al fin de las políticas liberales en varios sentidos, entre otros al cierre de las importaciones seguida por el auge de acuerdos bilaterales.
En Argentina la caja de Conversión se había creado en 1890 durante el gobierno de Carlos Pellegrini y fue cerrada temporalmente por V de la Plaza en 1914 para evitar la fuga del oro. Durante la época floreciente del comercio internacional el presidente Alvear la reabrió en 1927 pero Yrigoyen debió cerrarla nuevamente en diciembre de 1929 para evitar la fuga de divisas. Para enfrentar los problemas monetarios y de solvencia de los bancos el Banco Nación actuó como prestamista de última instancia, una función que ahora desempeña el Banco Central. Sin embargo, la caída generalizada de las exportaciones por efecto de la crisis mundial obligó a volcar la política estatal hacia un mayor control de cambios que con Justo se traslada a otros sectores.
Gran Bretaña no fue ajena a la tendencia mundial y diseño una serie de acuerdos con los países pertenecientes a su imperio por el cual, entre otras cosas, restringía sus importaciones de carnes a estos territorios. La consecuencia inmediata fue que las exportaciones de carnes argentinas a Inglaterra cayeron notablemente. Esto llevó a los sectores ligados a la exportación de carne a lograr que el gobierno de Justo tomase medidas para solucionar esta situación. El gobierno envió al vicepresidente a negociar un acuerdo comercial con Gran Bretaña para lograr que se reanudase las compras. El resultado fue el pacto Roca-Runciman de 1933 por el cual Inglaterra accedió a comprar carne argentina a cambio de grandes beneficios comerciales, financieros y legales a los capitales ingleses. Por ejemplo, los ferrocarriles ingleses tuvieron garantizada la posibilidad de repatriar sus utilidades. Una cláusula secreta estableció que Argentina crearía un Banco Central mixto, con importante participación de la banca privada de origen inglés lo que le daba gran injerencia sobre la emisión monetaria, asegurando las bases para el negocio de esta banca. Sir Otto Niemeyer elaboró un proyecto para este banco basado parcialmente en un proyecto similar para la India. Raúl Prebisch elaboró sobre esta base el plan definitivo y en mayo de 1935 se promulgaron 6 leyes que, entre otras cosas, eliminaron la Caja de conversión y dieron nacimiento al Banco Central de la República Argentina. El banco absorbió las funciones regulatorias de la Caja de Conversión y el Banco de la Nación Argentina. Prebisch fue el Director general del banco hasta 1943.
Otra importante derivación del Pacto Roca-Runciman fue la distribución del negocio de exportación de carnes, mayormente entre frigoríficos ingleses y norteamericanos. Los entretelones de este arreglo oligopólico condujeron a una profunda investigación que condujo el senador Lisandro de la Torre que descubrió una serie de negociados donde estaban implicados miembros del gobierno de Justo. Los ministros Pinedo y Luis Duhau (agricultura) fueron llamados a declarar al Senado y en una sesión fue asesinado el senador Enzo Bordabehere por proteger a de la Torre. A consecuencia de las investigaciones Duhau renunció a su cargo, cosa que actualmente no sucedería, como ejemplifica el caso Boudou.
Las dificultades del comercio internacional tuvieron una consecuencia lateral que fue la radicación de numerosas empresas internacionales en Argentina en ese período, atraídas por los salarios bajos resultado de la crisis y de las grandes migraciones desde las provincias hacia las ciudades importantes. Una renovada industrialización y la presencia de estas masas urbanas serían el caldo de cultivo para el nacimiento del populismo peronista en los 40.
El campo, al tener impedimentos para la exportación que había sido su modo de vida a comienzos de siglo tuvo dificultades económicas, lo que llevó al gobierno a generar una serie de medidas intervencionistas como la creación de varias Juntas, entre ellas las Nacional de Granos y la Nacional de Carnes que tenían como principal objetivo garantizar precios mínimos para los productos agropecuarios. Todos estos organismos burocráticos, sirvieron indirectamente para encarecer los productos del campo en el mercado local, generando una transferencia de riqueza del consumidor al sector agrario y a la burocracia controladora, sistema que subsistió por décadas, aún mucho tiempo después de la regularización de los mercados. En esa época se construyeron, por ejemplo, gran cantidad de silos para alojar los granos, que eran bueno para sostener los precios pero daban mayor injerencia al gobierno sobre el negocio y, al mismo tiempo, evitaban que se desarrollasen negocios privados en ese rubro.
Todo este sistema de controles e intervenciones gubernamentales en la economía tuvo por consecuencia el crecimiento de una burocracia estatal que hubo que mantener aumentado los impuestos. Entre otras cosas, se subieron los aranceles a las importaciones, a los combustibles y también se legalizó en 1934 el impuesto a los réditos, antecedente del impuesto a las ganancias. El impuesto había sido creado en 1932 bajo la presidencia de Uriburu pero Justo le dio un viso de legalidad.  Como en la generalidad de los casos, al comienzo estos impuestos o tasas se reflejaban en obras construidas, al menos parcialmente, pero lo corriente, sobre todo bajo la égida del populismo fue el desvío creciente de los fondos hacia rentas generales y satisfacciones clientelares.

Política petrolera de Justo
No falta el comentarista que cataloga a Justo dentro de los gobiernos ‘liberales’, (no llegan a llamarlo ‘neoliberal’ porque esto no se conocía antes de 1940). Contra toda generalización progre, la realidad es que la política petrolera de Justo se orientó hacia el predominio creciente del cuasi monopolio de YPF, al que dotó de más herramientas y privilegios. No podían faltar las medidas controladoras de la actividad, las cuales generaron crecientes problemas a la actividad privada y llevaron a su progresivo deterioro, solo una antesala de lo que vendría en las siguientes décadas.
En materia petrolera los principales puntos decididos durante el período de A. Justo son:


  • Ley Petrolera,
  • Ley Orgánica de YPF,
  • Conflicto y limitaciones a la Standard Oil en Salta,
  • Controles estatales del mercado de combustibles.

Ley Petrolera Las ley petrolera fue redactada por la administración de YPF y decía que adoptaba una posición intermedia entre las posiciones presentadas en períodos anteriores. Fue criticada por la mayoría de los sectores estatistas por permitir la actividad privada y por los sectores empresarios por dar a YPF ventajas sobre la competencia. Después de numerosas discusiones y algunos cambios fue aprobada en el Congreso en marzo de 1935 con el número 12 161. Esta ley llegó a aprobarse por la mayoría que tenía la Concordancia como resultado de la abstención del yrigoyenismo en las elecciones legislativas. El texto se puede consultar en http://www.infoleg.gov.ar/infolegInternet/anexos/105000-109999/108979/norma.htm  (sitio en MECON).
La ley ponía en posiciones parecidas a la Nación y las Provincias en el sentido que ambos podían otorgar permisos de exploración y explotación a privados y/o tener organismos fiscales para ello, haciendo reservas de zonas estatales exclusivas por hasta 10 años. Para el Estado Nacional el agente sería YPF, para el que se reservaban grandes extensiones, en Chubut entre el océano y el límite con Chile y en Neuquén entre el meridiano 70 y la frontera. Para los privados se regulaban superficies de exploración y períodos que en caso de la tecnología actual son exiguas, y para aquel entonces también fueron criticadas. Además, toda área no explotada por los particulares pasaba automáticamente a ser reservada para YPF y se limitaba las extensiones cercanas que la empresa actuante podía pedir dentro de cierto perímetro del área exploratoria acordada. Esto llevó a que los analistas externos dijeran que era una ley pensada para ir de a poco restringiendo la actividad privada a las concesiones ya obtenidas en base al viejo Código de Minería. A esto se agregaba la prioridad dada a YPF de tomar permisos para construir cualquier oleoducto que fuese objeto de un pedido de permiso por los particulares. Sin embargo, los declaraba servicio público debiendo ceder a terceros una proporción de la capacidad asignada por el Gobierno nacional o provincial, a tarifas fijadas por estos.
Aparecen en esta ley la regulación de las regalías que podían ser de  hasta el 12%. Para el caso de regalías preexistentes el 12% se dividiría entre el gobierno y los titulares.
La ley reguló la existencia de sociedades mixtas entre el Estado y particulares para explotar áreas reservadas al gobierno, pero las condiciones, que eran muy similares a las mencionadas para proyectos propulsados por Mosconi no hacían esta opción atractiva para los privados, salvo casos de querer evitar males mayores, por lo que esta figura se usó muy poco.
Apenas sancionada la ley petrolera, a pedido de YPF Justo decretó una zona de reserva en todos los territorios nacionales, con lo cual bloquearon ex profeso un pedido de mil Ha de Ultramar. De este modo se perfilaba lo que sería la política petrolera de Justo de ir restringiendo la actividad petrolera poco a poco, dejando a YPF como actor casi exclusive y, a su pesar, responsable del autoabastecimiento no bien surgieran problemas con la importación. Además, el PE tendría la potestad de limitar o prohibir el comercio exterior de hidrocarburos fluidos por ‘razones de interés público’ dando cuenta al Congreso.

Ley Orgánica de YPF Esta ley se aprobó en el Congreso el 13 de diciembre de 1932 al cumplirse exactamente 25 años del descubrimiento del petróleo en Comodoro. Convirtió a YPF legalmente en una empresa estatal 100%, verticalmente integrada y responsable de explorar, explotar, transportar, refinar y comercializar petróleo y derivados por cuenta de la Nación. Las autoridades superiores iban a ser un presidente y 6 directores nombrados por el P. Ejecutivo con acuerdo del Senado.
A la carga impositiva existente y futura sobre la comercialización de combustibles se le agregó una contribución mínima del 10% de las utilidades para rentas generales y de 5% para el personal. En cambio, se la eximía del pago de derechos de importación de equipos y materiales, así como de ciertos impuestos. De este modo la eficiencia de la  conducción de la empresa se hacía difícil de evaluar por estar sujeta a una serie de cargas y beneficios fiscales que eran complicados de cuantificar. Por otra parte, el Congreso insistió en fortalecer los controles administrativos del Ejecutivo sobre YPF, lo que hacía necesaria una total familiaridad entre el gobierno y la plana mayor de YPF para que las cosas funcionarse en forma ágil y fluida. La definición de YPF como empresa inmersa en la burocracia estatal tendría efectos perjudiciales a medida que la conducción profesional fue remplazada por una de afinidad política. Cuando la política tomo prioridad sobre la sapiencia petrolera la performance se fue deteriorando, el abastecimiento petrolero empeoró y los resultados económicos se hicieron magros y luego negativos, pasando a depender YPF, que había sido soñado como la ‘vaca lechera’ de los amigos del poder en un dolor de cabeza que necesitaba del aporte de fondos gubernamentales. 

Conflicto y limitaciones a la Standard Oil en Salta y en el país Durante los comienzos del período de Justo los Gobiernos salteños siguieron tratando de lograr acuerdos estables en materia petrolera tanto con YPF como con la Standard. Hubo varias ofertas y tironeos, mientras la provincia trataba de cobrar nuevos tributos que YPF rechazaba y la Standard pagaba pero apelaba judicialmente. YPF siguió con su política de bloquear a la Standard para que no lograse continuar perforando o integrarse provincialmente, mientras que por su parte no concretaba inversiones discutiendo condiciones con la Provincia. Standard siguió perforando y produciendo de modo que tuvo cierta respuesta en la opinión pública salteña que empezaba a dejar de lado las consignas de supuesta soberanía energética. En abril de 1933 la Provincia firmó un convenio con la Standard que fue muy criticado por los sectores nacionalistas y desde sectores del gobierno nacional. A partir de ese momento empezaron a pesar intereses internacionales porque el aumento de la producción de petróleo de la Standard contrariaba los intereses de Inglaterra que a partir de acuerdo Roca-Runciman en 1935 obtendría privilegios para la importación de carbón inglés en Argentina. También se mezclaron intereses de Bolivia donde Standard tenía producción petrolera que encontraba dificultad para ser evacuada. Bolivia quería conseguir una salida para ese petróleo a través de Argentina pero YPF y los ingleses se oponían, estos últimos porque sus empresas importaban petróleo de México, Perú y EEUU. Finalmente estalló la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia con el triunfo paraguayo. La cancillería argentina tuvo la posición tradicional de obstaculizar la política sudamericana de los norteamericanos, finalmente, y solo en 1938 se logró la paz entre los beligerantes bajo el patrocinio de EEUU, Argentina, Brasil, Chile, Uruguay y Perú. Entre tanto, un grupo de militares nacionalistas-izquierdistas dio un golpe en Bolivia y tomaron el poder, crearon una empresa nacional a imitación de YPF (YPFB) y expropiaron los activos de la Standard en Bolivia.
En 1933 en pleno auge productivo de la Standard (el pico de su producción en el país tuvo lugar en 1934) esta solicitó al gobierno nacional autorización para consolidar sus empresas en el país, incluyendo la parte extractiva y la comercializadora WITCO. Justo, finalmente, oyendo lo opinión de YPF y varios sectores nacionalistas, denegó ese permiso, mandándole el mensaje claro a la empresa de que su expansión en el país NO ERA BIEN VISTA. Justo continuaría su política de limitar la actividad petrolera privada en todos sus aspectos, favoreciendo el desarrollo monopolístico de YPF.
Justo había nombrado presidente de YPF al ingeniero Ricardo Silveyra que era su amigo y colega. Justo apoyó ampliamente la actuación de Silveyra en YPF y lo mantuvo durante todo su período presidencial. Silveyra desarrolló una notable acción en YPF consolidando su desarrollo en territorio abarcado como en producción y ventas. Silveyra que tenía una posición nacionalista en política, desde YPF financió varias publicaciones de corte fascista e, incluso, una publicación de su hermano que era abiertamente nazi.
YPF amplió su cobertura nacional pactando un acuerdo con la Provincia de Mendoza por el cual comprometió grandes inversiones y logró excelentes descubrimientos. YPF puso en marcha estudios exploratorios geofísicos en varias provincias que llevarían a descubrimientos en varias. Sobre finales del gobierno de Justo se produjo el descubrimiento de Tupungato en Mendoza que llevaría a un boom petrolero y expansión de la destilería. También encontraron petróleo en Vespucio (Salta), Jujuy y yacimientos nuevos en Chubut.
Con esta política de obtener reservas de áreas de exploración en varias provincias habilitadas por la nueva ley petrolera y con apoyo decidido del gobierno nacional YPF logró limitar la actividad productiva de los privados a las áreas que poseían al momento de la sanción de la ley en 1935. Quedaba un punto débil de la estrategia ypefiana que era la etapa de comercialización, donde los privados la superaban por haber llegado antes y tener mayor habilidad en conseguir mercados. Este aspecto se ‘resolvería’ apelando al brazo del PE Nacional, que terminaría de limitar todo crecimiento de los privados. Justo apelaría a nuevos controles y acuerdos de división de mercados forzados, imitando a su mentor Roosevelt, para facilitar la expansión comercial del cuasi-monopolio estatal. La diferencia con EEUU es que allá las divisiones de mercados tenían por objeto favorecer las grandes empresas norteamericanas, y aquí se favorecían los gigantes estatales.

Controles estatales del mercado de combustibles Así como el gobierno de Justo no tuvo escrúpulos en intervenir en los procesos eleccionarios para tratar de imponer los candidatos que le resultaban agradables, lo mismo hizo en cuanto a los procesos productivos, poniendo controles y favoreciendo acuerdos para favorecer sectores o empresas afines.
A partir de la crisis de 1929 se produjo en el mundo un exceso de producción de petróleo con respecto a la demanda. La respuesta de los productores fue incrementar la explotación de los yacimientos mediante la perforación descontrolada de pozos para compensar la baja en los ingresos. Este proceder conducía a la excesiva pérdida de energía primaria de los reservorios con resultados desastrosos para el país. En Texas la Railroad Commission intervino limitando la producción. Pero fue con el arribo a la presidencia de Roosevelt cuando las políticas intervencionistas tuvieron pleno desarrollo, actuando con reglamentaciones y acuerdos forzados entre operadores para limitar las importaciones. También se limitó la producción de cada uno de los Estados norteamericanos.
En 1928 las grandes petroleras se habían puesto de acuerdo para mantener sus cuotas de ventas en el mundo, permitiendo aumentos de cantidades en tanto los mercados crecieran. Pero con los bloqueos de importaciones en EEUU los sobrantes buscaron ubicarse en el resto del mundo, afectando el precio del crudo que compraban desde Argentina.
En el país los gobiernos habían tratado de mantener la ecuación económica de YPF y otros productores frente a la competencia del crudo importado imponiendo derechos cada vez más altos a la importación.
En materia de ventas YPF había venido incrementando la producción de nafta y derivados pero no sus ventas, lo que obligó a limitar la producción. YPF adjudicaba el predominio de la competencia privada en materia de comercialización a acuerdos espurios con los intendentes para hacer reservas de mercado en las jurisdicciones de estos en el interior. Sin embargo, en la Capital Federal los privados tenían una participación dominante, que los de YPF atribuían a acuerdos desleales con los dueños de los surtidores. Este panorama dio lugar a maniobras para dar privilegios a YPF para la apertura de estaciones de venta, lo que llevó a disputas varias entre los intendentes nombrados desde la presidencia del país y el Concejo deliberante electo por la población donde predominaban los radicales yrigoyenistas y los socialistas. YPF aspiraba a ser quien otorgaba los permisos en la capital para abrir nuevas estaciones o tomar aquellas cuyos permisos caducasen. Para esto aducía razones técnicas o de defensa contra los ‘trusts’. Posteriormente aspiró a poder controlar los permisos de importación de crudo. A medida que la década avanzaba YPF logró incrementar su producción de petróleo mientras que los privados, limitados por las regulaciones emergentes de la ley petrolera no pudieron mantener su producción y tuvieron que depender crecientemente de la importación. Algunos, como la Shell, en algún momento hicieron negociaciones con YPF para lograr conformar empresas mixtas pero estos intentos no prosperaron por diversos motivos.
Luego de extensas deliberaciones Justo creó una Comisión Especial para atender el problema de pérdida de mercados de YPF ante la baja persistente del crudo importado. Con cierta reticencia del nuevo ministro de Agricultura Miguel Ángel Cárcano (sucesor del renunciante Duhau) la Comisión aconsejó otorgar a YPF facultades de control fuera de lo establecido por la ley petrolera. Justo (el supuesto ‘liberal’ para nuestros progres) por decreto otorgó a YPF el control total de las importaciones de crudo, pudiendo fijar cuotas trimestrales de importación a distribuir entre las empresas. Además, también en 1936 se le dio a YPF la  potestad de supervisar y aprobar las instalaciones de refinerías y almacenamiento de los privados existentes o nuevas en territorios federales (Capital incluida).
Estos decretos dejaron a los privados a merced de la voluntad de YPF, y provocaron protestas de las representaciones diplomáticas de varios países que fueron denegadas. La prensa especializada internacional consideró que estas medidas implicaban dejar el futuro de las empresas privadas petroleras a merced de YPF.
En su libro Gadano explica que la capacidad de refinación de petróleo de YPF y privados en conjunto superaba a la producción nacional en 60%. Con esto se podía satisfacer la demanda de combustibles local pero se necesitaba la importación que quedaba en manos del regulador YPF.
De resultas de los nuevos decretos las empresas privadas Standard Oil y Shell y otras privadas se reunieron con YPF y tuvieron que acordar un convenio provisorio de reparto de mercados de combustibles de septiembre de 1936 por el cual aceptaban no tomar medidas para incrementar las ventas. A partir de allí el gobierno aumentó la presión sobre las empresas grandes para que aceptasen los decretos y acuerdos consiguientes en forma definitiva. YPF firmó acuerdos definitivos con varias empresas pequeñas.
A la presión de los decretos de reparto de mercado se agregó una ordenanza del Concejo Deliberante de la Capital que declaró servicio público la comercialización de combustibles líquidos y le otorgó la exclusividad de venta a YPF, aunque esta podía arreglar acuerdos con los privados para que mantuviesen sus instalaciones comerciales. Ante esta situación y la inefectividad de las negociaciones diplomáticas la Standard firmó con YPF un acuerdo por 6 meses en diciembre de 1936.
Frente a la consolidación nacional de la política ‘mosconiana’ de expulsar la Standard del país esta empresa inició negociaciones para vender sus instalaciones en el país. Aunque esto fue aprobado por Justo en enero de 1937 no pudo pasar por el Congreso. Ante la demora la Standard hizo uso de una cláusula de rescisión y la negociación entró en vía muerta. Los motivos de este cambio de opinión de la Standard nunca se aclararon.
Ante lo inevitable tanto Shell como Standard Oil negociaron con YPF un acuerdo de división de mercados firmado en junio de 1937. Los decretos de Justo crearon un Tribunal Arbitral de los convenios y este proyectaba las demandas de combustibles esperadas las que eran repartidas en base a los porcentajes firmados. De resultas de estos acuerdos YPF obtuvo ventas superiores a los que podía refinar y acordó procesar su petróleo en las refinerías de Shell y Esso para atender su cuota.
Así, más otros intentos posteriores malogrados, el gobierno de Justo fue instrumental en crear un mercado cartelizado en Argentina, a semejanza de las directivas del New Deal que favorecieron las concentraciones y restricciones, tanto de empresas como de sindicatos bajo la idea que ‘big’ es bueno para el país.
Los efectos de la legislación bajo la presidencia de Justo en materia petrolera si bien incrementaron temporariamente las ganancias de algunas empresas petroleras por el mero crecimiento de la demanda, con el tiempo, la imposibilidad de ampliar la exploración condujo, unida a una serie de medidas a favor de YPF, a que la producción local privada fuera languideciendo, quedando YPF en el exclusivo responsable por décadas de los altibajos en el abastecimiento y desabastecimiento de combustibles.


 Reflexiones finales
Concluimos aquí estas notas ilustrativas de la forma en que la mentalidad estatista (estatalista) se fuera generalizando en la opinión pública y las consecuencias negativas que este proceso tuvo para el progreso económico y social.
El libro de Gadano en este tomo continúa historiando la actividad petrolera en la Argentina hasta 1955 y se puede leer como las tendencias esbozadas hasta aquí se fueron fortaleciendo con resultados cada vez más negativos. ¿Problema de algún partido político o de los gobiernos de facto solamente? Es opinable, pero el autor de este post cree que es intrínseco al modelo estatalista el querer dictar todo desde las alturas de los organismos burocráticos lo que conduce a una sociedad mediocre, tanto en lo económico como en lo social. La libertad nutre a las sociedades como un fertilizante a las cosechas.

En esta nota preliminar se han esbozado algunos problemas estructurales de Argentina que ayudan a explicar el estancamiento/decadencia que padece hace tiempo. No se reducen a la sola mentalidad estatista, sino que forman una cultura que se empieza a gestar en el siglo XIX y se consolida en el XX. Queda para la discusión ulterior que otros aspectos explican esta situación de mediocridad (como la tolerancia ante el delito) y como salir de ello.