Más que una
movida fundada en la canonización de un cura argentino, el viaje de Macri al
Vaticano y el encuentro privado con Bergoglio del 16 de octubre parecen pasos
de danza de diplomáticos que desconfían profundamente de su acompañante.
Tras un inicio
con frialdad poco disimulada las relaciones protocolares entre ambas figuras
reflejaron el poco oculto apoyo de Bergoglio por el candidato perdidoso del
peronismo, Daniel Scioli, y el pre-concepto respecto de Macri al que vio como
representante del empresariado expoliador. Sabedor de esta latente hostilidad
papal para con el recién electo presidente, el macrismo intentó inicialmente
congelar la influencia papista detrás de un enfoque protocolar. Pero lejos
estaba Bergoglio de dejarse limitar en su influencia política y su natural
confluencia como líder reunificador del peronismo.
Ante el
evidente fracaso del intento de mantener alejado a Bergoglio de la política
argentina, imposible por otra parte ante el alud de peronistas, populistas e
izquierdistas que pugnan por ser
prohijados baja la generosa ala papal, un sector mayoritario del macrismo buscó lograr una tregua con Roma. En esto son
acompañados por un importante sector del Episcopado argentino que ve inquieto
el panorama conflictivo que sectores gremiales le arman al nuevo gobierno.
Por un lado
Bergoglio tuvo que bajar la vara y esconder la intención de recibir
impresentables como Hebe de Bonafini, o mandarle un rosario a Rosario Sala bajo
supuestas actitudes de misericordia, pero por otro no deja de alentar la rama
izquierdista de sus seguidores, como cuando Juan Grabois y Gustavo Vera
adhirieron a la marcha anti gubernamental de ATE para la celebración de San
Cayetano. Entonces, disfraza su posición concediendo a los atribulados editores
del diario La Nación una entrevista a J Morales Solá con elogios medidos para Macri.
Pero las afines plumas de la compañía jesuítica argentina siguen criticando la
orientación económica del macrismo, sin que surja claro lo que sería un
programa alternativo, salvo un mayor énfasis en el asistencialismo estatal.
Parece
claro ahora que Bergoglio adhiere a un populismo clerical, del cual él o algún
delegado debería ser cabeza, que para el caso de Argentina busca consolidar un
movimiento en torno al peronismo. Bergoglio tiene posiciones my críticas del
capitalismo, al cual llama ‘sistema’, y del dinero como motor humano, en lo
cual se acerca a los movimientos que se nuclearon en el Foro de San Pablo y a
los curas tercermundistas. Esto no puede menos que chocar con el macrismo que
espera grandes logros a partir de atraer inversiones internacionales.
Postulamos
que la posición de Bergoglio es muy cercana en lo ideológico a lo que fuera el
kirchnerismo de CFK, aunque no en lo delictual. Por eso lo que se debe
interpretar detrás de la famosa frase ‘hay que cuidar a Cristina’ era que ‘hay
que cuidar la ideología populista K’. El llamado acuerdo de Santa Marta, entre
Bergoglio y CFK para Bergoglio debía significar que Ella debía impulsar las
candidaturas de Scioli a presidente y de Julián Domínguez para gobernador de la
provincia de B. Aires. Cuando CFK no cumplió con la segunda parte las
relaciones se enfriaron.
Para
disimular la existencia de mensajeros personales, al estilo de Juan D Perón,
que van y traen noticias del pensamiento papal en lo político, Bergoglio llegó
a negar su existencia, pero nunca sancionó a los involucrados. Es más, en un
momento amagó con crear una rama argentina de l’Osservatore Romano, que está
por verse, y dio que el único vocero del Papa es el nuncio. No parece, siguen
apareciendo distintos personajes peronistas, la mayoría, que tienen algo que
contar de lo que Bergoglio les confió en Roma.
La última
novedad de ese tenor fue el aviso del intendente de Resistencia Milton
Capitanich que contó que Bergoglio lo llamó por teléfono (el padre Jorge, dijo) para contarle que no iba a poder ir a Argentina
en 2017. Obviamente no podría sin involucrarse más o menos abiertamente a favor
de algún candidato peronista, lo cual al resto mayoritario del episcopado le
disgustaría, y además, descubriría sus verdaderas intenciones. ¿No era que no
había mensajeros? ¿Porqué no le avisó al nuncio o a algún obispo? El padre Jorge
no puede con su genio y gusta de la intriga.
Y esto nos
viene a revelar otro matiz probable de la gestación del Pacto de Santa Marta.
Bergoglio
fue electo Papa el 13 de marzo de 2013. Tras un breve rechazo inicial, los kirchneristas,
con CFK a la cabeza se lanzaron a la búsqueda de acuerdos. CFK visitó a Bergoglio
en marzo de 2013 y en Brasil en julio. Milton Capitanich un verborrágico
gobernador peronista de una provincia de segundo rango (Chaco) fue promovido a
Jefe de Gabinete el 20 de noviembre de 2013. Rasgos característicos del
funcionario su acendrado catolicismo y su orientación económica de izquierda,
similar a su ex socio y ministro de economía Axel Kicillof. No tendrá olor a
oveja pero se le parece.
M. Capitanich
de pobre desempeño en su cargo, célebre por romper en cámara un ejemplar del
diario Clarín, fue despedido el 26 de febrero de 2015 y remplazado por Aníbal Fernández,
sindicado como gerente del narcotráfico. El pacto de Santa Marta agonizaba.