viernes, 10 de febrero de 2017

Macri, históricamente marcado para ser un Carlos Pellegrini, quiso ser como Arturo Frondizi pero resultó una versión de Agustín P. Justo



Tras la década robada por los Kirchner, con la corrupción y desgobierno que recuerda al período del presidente M Juárez Celman, se podía esperar que siguiera un presidente dedicado a restaurar la economía y el crédito del país en base al sacrificio y la honestidad.


Mauricio Macri asumió su presidencia declarando su  preferencia por el desarrollismo, estilo de gobierno inaugurado por Arturo Frondizi al cual Macri dice admirar y cuya foto mantiene en su despacho.


Sin embargo poco ha mostrado este año 2016 del auge de la inversión privada a que Macri aspiraba, y si tuvo que lidiar con la oposición peronista con la que no pudo establecer una alianza como tampoco pudo Frondizi.

En cambio, este gobierno macrista está conformado por una coalición de radicales de centro, ex socialistas y conservadores al estilo de la Concertación de Agustín P. Justo (otro ingeniero a más de militar). Se lanza a dar preeminencia a la obra pública, carreteras y puentes (y otras), como en la época de Justo. Su plan económico se aparta de las recetas liberales, tendiendo a las recetas ‘new deal’ frecuentes en la época de Justo, complementadas con controles y barreras al servicio de los productores e industriales argentinos. No vemos (¿todavía?) medidas más severas como las fijaciones de precios y controles de las Junta Nacionales pero siguen muchas prácticas heredadas del kirchnerismo, como dar créditos subsidiados al consumo. 


También se ha acrecentado o mantenido la burocracia del gobierno nacional, acompañada por un aumento real de los impuestos y tasas, pese al discurso en sentido contrario.

Faltan los componentes ignominiosos de la Concertación, como el fraude y la corrupción (caso de los frigoríficos con Luis Duhau), ¿debemos decir por ahora?


En síntesis, un gobierno conservador popular, de gente de dinero que busca conquistar el apoyo popular cargando el peso de la restauración económica en la clase media y media baja.

Macri amplió la burocracia estatal al poner 21 ministerios (hasta ahora), con 23 ministros y un jefe de gabinete. Entre los ministros y secretarios hay varios cuyo mérito consiste en ser ‘amigotes’ de Macri; alguno, como el ‘Rasputín criollo’ que hace de jefe y centraliza toda la comunicación oficial, basada en una falsa comunidad de todos vamos juntos a hacer obras.


Mostrar una ideología definida está prohibido, así como mostrar discrepancias fuertes con el discurso verticalista. Esta carencia de una línea o plan central económico se muestra en los vaivenes de los anuncios. Por ejemplo, la primera mitad de 2016 se caracterizó por un Macri que aumentó el gasto fuertemente, caso de la pensión universal a los mayores, el plan de la supuesta ‘reparación histórica’ a los jubilados (que por otro lado es achicada con los ajustes por inflación insuficientes), el plan de salud universal, el plan del agua, etc. Por ej, el Plan universal de salud, enunciado con gran estruendo a comienzos de agosto iba a atender a 15 millones de personas. En los hechos se tradujo en un plan de pagos para la deuda que el Estado tenía con las obras sociales sindicales de 2700 millones de pesos. Pero el anuncio muestra su inconsistencia, decían que iban a dar servicios médicos a 10 millones de argentinos que no los tienen, o sea, que cada 3 de los argentinos restantes, que en su mayoría apenas pueden sostener su salud debían juntarse para pagarle un plan a otro, un despropósito. Para aumentar la propaganda engañosa se decía que iban a estar todos como en CABA donde supuestamente todos tienen planes de salud (es falso). 


De golpe en noviembre Macri empezó a instruir a sus funcionarios en que debían moderar los gastos y después se congelaron las vacantes en el gobierno nacional, todo lo contrario a lo hecho a comienzo del año, cuando se preservaron la mayoría de los empleos venales otorgados por CFK en 2015, salvo los altos cargos que fueron remplazados por la burocracia oficialista. Algunos casos, como los de los ministerios de Hacienda, Interior o de Bienestar Social habían sido notorios por su rechazo a todo tipo de racionalización.


Otra característica destacable que acerca el macrismo al estilo de la Concertación es el esfuerzo para lograr la aquiescencia de la jerarquía de la Iglesia Católica, en este caso la del Papa Francisco, similarmente a los esfuerzos de Justo por acordar con el Papa que visitó Argentina para el Congreso Eucarístico. Esto se muestra también en el macrismo cuando concertó con los ‘movimientos sociales’ satélites o afines al Vaticano y en la concesión de beneficios como el costosísimo arreglo de la ley de ‘emergencia social’.


En síntesis: un gobierno que rechaza y hace alarde de no tener ideología y muestra signos de una nueva versión del conservadurismo popular, pero sin otro objetivo expreso que hacer obras, como si en la selección del tipo de obras y la obtención de los recursos no se estuviese evidenciando una ideología subyacente.


El 6 de febrero pasado en el Cenard Macri contó que su sueño había sido ser una estrella como jugador nº 9 de Boca Junior. A pesar de querer ocultarlo diciendo que está muy orgulloso de su trabajo presidencial, es claro que su fuerte es el futbol, y que lo de presidente es una opción para la cual no parece haberse preparado. Si creía que se entrenaba para presidente leyendo la vida de Mandela se equivocó, por algo dijo hace poco que estuvo 7 meses en el cargo sin encontrar el rumbo. Es claro que no se había preparado ni había elegido un equipo homogéneo para ejecutar una política preconcebida, la fundación Pensar obviamente tuvo alcances muy modestos. Al contrario, parece que no esperaba ganar las elecciones en 2015. Cuando era Jefe de Gobierno de la CABA, una vez le propusieron mover a Marcos Peña a un cargo político, a lo cual él se opuso diciendo que era ‘como cortarle una pierna’. Inconscientemente así estaba ratificando que  piensa como futbolista, pues la mayor parte de la gente en su lugar hubiese dicho ‘me cortan un brazo’ pero para un futbolista la pierna es más importante que el brazo.


En todo momento el PRO ha evitado delinear una ideología de gobierno nacional, más bien se ha comportado como si la idea fuese construir un ‘movimiento’ donde el hilo conductor sea solamente la figura de M. Macri. El PRO se  ha negado sistemáticamente a plantear una batalla ideológica destinada a combatir los relatos kirchneristas y peronistas. Y parece ser que si existe una ideología del PRO habría que buscarla por el lado del estatismo, de los modelos socialistas nórdicos a los que frecuentemente ponen como ejemplo funcionarios clave como Rodríguez Larreta o Federico Sturzenegger. El mismo F. Pinedo, jefe de la bancada PRO en el Senado nacional en una entrevista reciente en Clarín se entretiene resaltando los antecedentes filo-marxistas de su abuelo homónimo que fuera ferviente admirador de las ideas de Marx y frecuentara a Rosa Luxemburgo y Bernstein (Eduard, reformador socialista). También se entusiasma Pinedo al decir que su abuelo fue el primero que impulsó el intervencionismo del gobierno en Argentina, un keynesiano pre-Keynes, etc. Ese Pinedo además, fue ministro de A P Justo. Más claro, agua.

Macri puso  como su primer ministro de Hacienda al socialista keynesiano, estructuralista Alfonso Prat Gay. Qué podía esperar con sus antecedentes, sino que quisiera aumentar el gasto del gobierno y se resistiese a despedir los kirchneristas que sobreabundaban en su ministerio. P. Gay terminó despedido para ‘homogeneizar’ el equipo gubernamental. ¿Pero no es socialdemócrata también el Jefe de Gabinete ‘Marquitos’ Peña? Se dijo, pero como buen ejemplar PRO nunca va a auto adscribirse a una ideología concreta.


Las medidas de gobierno del macrismo hasta ahora, no causarían escozores ni a Tony Blair, el ex primer ministro del Reino Unido por la tercera vía laborista, ni al actual presidente francés, el socialista François Gérard Hollande. En cambio, de ningún modo sería bien vistas por la ex primera ministra Margaret Thatcher conocida liberal británica. No hay mucha duda en esto.

Después de esto, si alguien piensa que este gobierno es liberal, pues está bastante equivocado… Quizás el primer equivocado sea Macri que mucho no debe de haber reflexionado sobre este punto. En enero de 2017 el PRO se afilió a la Unión Demócrata Internacional. Alguien no está por sus cabales aquí, parece que deberían buscar la Internacional Socialista, como sus socios del la UCR.


Un gobierno que en vez de bajar el gasto para reducir el déficit fiscal y los impuestos se inaugura sin achicar en nada el entramado burocrático,  prometiendo tras un año ‘racionalizar’ las estructuras, que empieza multiplicando el número de ministerios y secretarías, que no ha encarado para nada la reducción de las sucesivas capas burocráticas sino que solo hizo lugar para sus propios burócratas. Que ha dejado al arbitrio de cada ministro o jefe si reduce o no el personal supernumerario que dejó el kirchnerismo (por no decir gobiernos anteriores), siempre en forma muy limitada para no levantar resistencias sindicales. Para tratar de reducir el gasto se ha ensañado con las clases medias (media y baja) haciéndoles pagar no solamente la normalización de varias tarifas a valores reales sino el costo de sus renuncios ante todas las demandas de diversos grupos sociales y políticos, aunque algunas tengan razonabilidad. Es que Macri ha pagado TODOS los rescates extorsivos, tanto de gremios que amenazaban con medidas de fuerza, como de los senadores provinciales del peronismo, pidiendo constantemente mayores participaciones en la recaudación pero sin encarar reducciones de gastos, incluso algunos gobernadores e intendentes han incrementado notoriamente las plantillas de personal. 

La llamada reforma al impuesto a las ganancias nacional de fines de 2016 ha desnudado las intenciones del ex ministro Prat-Gay y de la Jefatura de Gabinete, tratando de disimular con una tímida suba del mínimo no imponible la inmovilidad de las alícuotas, que hubiera resultado, de haberse aplicado a descuentos del orden del 35% sobre sueldos apenas estos pasasen valores mensuales brutos del orden de 2 mil dólares americanos. Una exacción que fue abortada por la unánime reacción de la oposición, que forzó al gobierno a negociar un cambio también tibio de las escalas. 


Ante la pobreza de inversiones privadas reales, no las anunciadas, y la incertidumbre de los mercados, el gobierno redobla la apuesta en la obra pública buscando un rebote de la economía. Pero yerran cuando quieren financiarse subiendo la carga impositiva, el peso del gigantismo estatal, de una burocracia que ya compone el 35% del empleo formal son un freno tenaz, cada vez más agravado para que encima lo aumenten quitando poder de compra a la gente. El problema no es el déficit en sí sino el gasto desmedido. El gobierno no lo ve.


Mientras tanto, Macri,  según las indicaciones del equipo del Jefe publicista Peña aparece dando mensajes de aliento a la población, como si la realidad no hablase por sí misma. La herencia recibida fue desastrosa, pero nunca quisieron explicitarla y ahora el silencio se les vuelve en contra. Pero los errores propios son inocultables, a pesar de la contabilidad ‘creativa’ de las cuentas nacionales. La verdad se cuela por los medios, aún de los benevolentes, y el publicista Peña y su gente solo atinan a condenar los análisis críticos, pidiendo optimismo y confianza. Mucha confianza tienen los votantes todavía, a pesar de las marchas y contramarchas de esta administración que luce desconcertada. Lamentablemente.