El FMI,
consultores ignotos o no tan ignotos y hábiles ministros de gabinete lo han
descubierto: los culpables del déficit fiscal son los jubilados. Nada de las
legiones de camporitas y ñoquis que engordaron los rangos de las
administraciones nacional, provinciales y municipales desde que Argentina
volvió a la democracia minusválida que es lo que hay hoy.
Lo hicieron
saber los voceros oficiosos del gobierno, un estudios en base a índices
privados por ahora anónimos lo muestran, los jubilados, esos monstruos canosos
que andan, cuando pueden, con bastones y anteojos, se enriquecieron gracias a
la fórmula de ajuste que inventaron los K y su jefa CFK en 2009. No solo eso,
si se siguiera aplicando esa fórmula demoníaca, toda ANSES iba a quedar
desfinanciada (igual que está hoy) pero mucho peor aún. Una
afirmación que una simple comparación con el índice oficial IPCBA pone en
cuestión.
Suerte que
tenemos al arcángel Miguel, que con su espada de fuego va a recortar uno 100
mil millones de pesos en 2018 antes que esos ambiciosos lo malgasten y lo
destinará a otros nobles objetivos. Esa millonada es más de un punto PBI del
déficit que nos hará más presentables ante los organismos internacionales que
nos están monitoreando (léase FMI, OCDE, Banca internacional, agencias evaluadoras,
etc).
Unos
cuantos millones de jubilados que cobran montos de 7000 pesos al mes (400 u$s)
no se saldrán con la suya, ya Macri apalabró a varios gobernadores para que no
le frustren la jugada en el Congreso cuando se tronche la ley CFK respectiva y
se la cambie por otra más adecuada para futuras maniobras. ¿Quién dijo que esto
termina aquí, si el déficit sigue engordando?
Si los
rojos de Grecia pudieron bajar las jubilaciones en 50%, ¿porqué Macri se
conformaría con un mero 6%?
Macri, como
de costumbre, hace lo que le piden, siempre hay formas de mostrarle los números
adecuadamente barajados para convencerlo. Tiene una fe completa en sus pet boys,
el ‘chico de buena familia’ al decir de Carrió y sus compinches.
Es fácil
hacerle creer que hay una trama oscura que agranda el déficit, no que él
(Macri) hizo una serie de burradas cuando cayó en el sillón de Rivadavia donde
ni soñaba y tuvo que improvisar un gobierno con lo que pudo encontrar. Hasta entonces,
estaba cómodo haciendo campaña mientras el jefe Larreta gobernaba la ciudad de
Buenos Aires por él. Esto era visitar unos y otros, mucho trajinar pero no
pensar demasiado. Leer la vida de Mandela y literatura fantástica de luchas
entre reinos medievales, nunca leer los diarios, no sea cosa de amargarse, y
los fines de semana futbol o tenis y jugar con la hija. Para qué más, si la elección la iba a ganar Scioli
y el se iba a tomar un retiro en Italia con la familia. Salvo que los
argentinos se tomasen el cambio en serio….
Un amor
propio a toda prueba hace el resto, nadie se atreva a contradecir sus
convicciones, es del círculo ‘rojo’, los sembradores de pesimismo, etc. Campo
fértil para hábiles oportunistas que anhelan armar su imperio, gobernar y
trazar sus estructuras a la sombra del rubio que carga con la fama.
Este
sistema de trabajar de lunes a viernes y el fin de semana refugiarse en casa, porque
el compromiso de cambiar el país no incluye la familia, y cubrir de mala gana
en la semana los compromisos que le fabrican para tenerlo bien ocupado lo tiene
ignorante de lo que no les conviene a algunos que se entere. Los paneles de
control los hacen los que le quieren mostrar lo que les cuadra que sepa y no
sepa. Así, cuando lo llamó la reina Máxima interesada por la baja del precio
del bioetanol Macri no tenía ni idea de que le hablaba. La reina se lo tuvo que
explicar, porque el presidente no lee los diarios, lee el diario de Mauricio
que le prepara el gabinete. Con eso cumple su compromiso de cambiar el país y
compensar al país por los robos que cometió su padre como contratista de obra
pública. Un destino que le gusta en el fondo, aunque no todas las molestias
accesorias, por eso delega el gobierno en terceros y él se ocupa solo de lo que
le interesa como los emprendedores, las inversiones, etc. No la cuestión
social, menos los jubilados, salvo para mostrarse jugando al truco. Al molesto
Bergoglio hay que mostrarle los progresos en bajar la pobreza y para eso
repartimos planes de beneficencia y fomentamos inversiones a costa de la clase
media que paga la factura.
Un gobierno
conservador popular, alianza de clases altas con los más pobres, como ya lo
dijimos hace rato y empiezan a detectar algunos consultores. Mucho
intervencionismo y ausencia de liberalismo, de ideología explícita y mucho
voluntarismo. Situación muy favorable para los discípulos de Gramsci a los que
se deja el campo de las mentes jóvenes a su disposición. Hasta la TV oficial
sigue repitiendo su cantilena contra el proceso genocida etc, etc, y las
historias de los jóvenes idealistas en los 70.
A todo
esto, la economía sigue arrastrando una lenta reactivación, con el peso de
impuestos que no terminan de bajarse porque el aparato estatal no hay interés
en achicarlo ni ganas de pelearse con los gremios del Centauro, ATE y otras
variedades que abundan. La tortuga de los 60 ha vuelto en el tiempo, ha vuelto
la fe en la mano del Estado rector metido en todo, no tan rígidamente pero
vestida de ‘desarrollismo’. La rigidez en los esquemas de la burocracia, pero
hay optimismo popular en el cambio amarillo, aunque sea a cámara lenta.
Mientras
tanto, algunos preparan su abordaje para 2019 escalando debajo del ala de Macri,
sin que este se de cuenta de sus intenciones.