Cuando Mauricio Macri
se coló en una comunicación telefónica con una radio para afirmar que estaba ‘listo
para continuar’ (ir por la reelección) con un equipo consolidado, con
presupuestos equilibrados y se quejó de los impuestos muy altos que pagamos y
que hay que reducir parece que fuese más un candidato de la oposición, no el
que acuerda con los gobernadores una suba tras otra de impuestos, y que se la
pasa despidiendo ministros o secretarios, de los pocos que iniciaron con él su
gobierno hace algo más de 3 años.
Si uno se pregunta qué
tienen en común ideológicamente F. Sturzenegger (ex presidente despedido del
BCRA) y mentado como ministro de economía que no fue, con Dante Sica (ministro
de ‘Producción’) se da cuenta que este gobierno de Macri no solo no tuvo ni
tiene un plan económico, ni siquiera
tiene ideología o convicciones, solo tiene medidas de coyuntura a la
busca de captar algunos votos circunstanciales.
Llegando al borde de
lo canallesco, con su permanente compra de apoyos, a fines de 2017, tras recibir
un sorpresivo apoyo electoral de medio término, no dudó en empeñar su respaldo
en lograr un arreglo de canje con los gobernadores a los cuales cedió fondos
quitados a los jubilados y pensionados a cambio de una nueva ley fiscal para,
entre otras cosas, limitar los ajustes por inflación de las jubilaciones, todo
sin ningún rubor hecho ‘para beneficiar a los jubilados’. A la fecha, la
administración Macri ha recortado el valor real de las jubilaciones en 20%,
cuando se las compara con los valores de setiembre de 2015. Además, incumple
con los acuerdos firmados por la llamada ‘reparación histórica’, no pagando las
retroactividades acordadas, a pesar de
que se basan en el índice RIPte, no solo claramente perjudicial para el
jubilado, sino de dudosa legalidad cuando se retrocede a sus antecedentes.
Tampoco paga Macri los
juicios ganados por jubilados con sentencia firme y orden de ejecución, pasan
años mientras se somete el pago a supuestos ‘estudios’. Ahora, tras el ardid de
‘consultar’ a la Corte Suprema sobre la aplicación del índice RIPte en vez del
que fijase la Corte en su momento para estos juicios, viendo cercana la fecha
de un posible fallo desfavorable para sus intenciones de parte de la mayoría de
los miembros de la misma, acude a generar un supuesto ‘estudio’ kilométrico
donde pretende justificar que el nuevo índice, que ya quieren cambiar de nuevo
y el de la Corte son ‘insustentables’ para el sistema. y con esto pretende
iniciar un nuevo ciclo de deliberaciones en la Corte, que para su nuevo
Presidente Rosenkranz, ‘apenas’ tiene un año de antigüedad. Resulta pues, que para el gobierno los culpables del déficit fiscal son los jubilados, la conclusión que se cae de madura es: hay que bajar todavía más las jubilaciones y pensiones.
Del mismo gobierno
que no deja de proteger la burocracia, escondiéndola sin achicarla, lo dicen
las estadísticas oficiales de la nómina a fines de 2017, se sabe de lugares
impensados donde la burocracia florece: Aerolíneas Argentinas, todavía
defendida como necesaria línea de bandera para que los políticos tengan pasajes
gratis, Acumar, que no sana el Riachuelo pero aumentó en 50% su personal y se
llenó de contratos. ¿Dónde quedaron los lamentos de Macri por la burocracia del
Congreso?. Otra vez, parece que hablase de otro gobierno, no del propio. Pareciera
que solo se reduce personal donde algún ministro o secretario toma como propia
la consigna de achicar el gasto, de lo contrario y con la venia de Peña, hay
permiso para llenar con nuevos ‘amarillos’ todos los huecos que se vayan
generando por mera atrición.
En conclusión, por
donde se lo vea, el gobierno de Macri está lleno de ejemplos de declaraciones
de principios que no solo no se cumplen, sino que se hace lo contrario de lo
que se predica. Un gobierno sin convicciones, que va para donde lo van empujando
las circunstancias, un gobierno con solo dos objetivos permanentes: proteger y
armar su propia burocracia ‘amarilla’ y ganar la próxima elección arbitrando
las presiones a como sea, siempre descargando los costos sobre los privados,
siempre empujando la clase media hacia la pobreza creciente.
De este gobierno
alguna vez dijimos que era conservador popular, hoy ya no sabemos si esta calificación
le cuadra, más bien es un grupo pagado de sí mismo, al que le queda grande
gobernar.
La Iglesia
Católica
Unas palabras sobre
la situación eclesiástica.
Cuando los cardenales
nombraron Papa a Bergoglio le causaron un gran problema a la Argentina.
Bergoglio es un cura
ultra del setentismo, un lobo bajo la piel del cordero. El aparenta apacentar a
todos pero realmente, bajo la práctica poliédrica, que es una adaptación de las
tácticas de Perón, usa diversos sectores para presionar sobre la sociedad y
sobre el gobierno para tratar de imponer sus objetivos políticos.
Como setentista (y
tercermundista) Bergoglio cree en una Iglesia militante, al servicio de un
ideario atribuido, como hacen la mayor parte de los predicadores, en este caso
a la doctrina de Jesús. La militancia es un valor típicamente setentista, donde
cada persona se debe enrolar en el servicio (de características semejantes al
castrense, de allí el nombre ‘miles’=soldado) de un grupo político, generalmente
a las órdenes de un líder (los famosos ‘soldados’ de Perón). Al entrar a
militar, el ciudadano pierde su carácter de tal para pasar a ser un agente de
una ideología, a la que renuncia a criticar, así como las acciones a las cuales
se lo convoque.
Le idea de militancia
como actividad deseable es típicamente setentista y tuvo una gran promoción de
parte del kirchnerismo cristinista. La propaganda encontró eco en otros
sectores no K, los que exponían un punto de vista favorable a la necesidad de
que cada uno encontrase un bando en que ‘militar’.
Nada más opuesto a la
democracia republicana que la idea de militancia, en vez de la mente abierta al
contrapunto de las ideas, para estar dispuesto al cambio de punto de vista si
tal fuese un nuevo convencimiento, la idea es la persistencia pétrea en la
doctrina, donde el intercambio de opiniones solo lleva a la subordinación del
disidente, por las buenas o las malas. De allí la persecución de la prensa
libre y los que mostrasen las flaquezas del gobierno K.
Bergoglio es otro
partidario de la militancia, él pertenece a una ‘compañía’ que asimila la
catequesis a las maniobras militares. Por eso, contra la opinión mayoritaria
del episcopado, en 2018 puso en la cúpula a gente de su orientación y nombró
obispos a cargo de esta orientación, como en la Pastoral Social a Lugones, otro
ultra que no vacila en usar los dineros de la Pastoral para hacer ‘Jornadas’
que malamente ocultan cónclaves de divulgación de ideas peronistas. Bergoglio
cree firmemente en que el próximo presidente de Argentina debe ser peronista y
trabaja duramente en ello, movilizando agrupaciones sociales, al clero que no
se resista, etc. Una típica maniobra envolvente, en este caso exacerbada por el
torpe ataque de los seguidores de M. Peña (con la pasiva aquiescencia de Macri)
sobre el tema del aborto y de la orientación ‘de género’ en la educación
pública sexual.
Más de 40 años tras
la muerte de Perón, en medio de un estrepitoso fracaso como gobernante, aún
quedan curas ideólogos que siguen pensando en ‘soluciones’ peronistas y quieren
imponerlas a como venga. Un regalo troyano de los cardenales para Argentina….