domingo, 12 de noviembre de 2017

El arcángel Miguel contra el monstruo culpable del déficit fiscal, y la tortuga que viajó en el tiempo.



El FMI, consultores ignotos o no tan ignotos y hábiles ministros de gabinete lo han descubierto: los culpables del déficit fiscal son los jubilados. Nada de las legiones de camporitas y ñoquis que engordaron los rangos de las administraciones nacional, provinciales y municipales desde que Argentina volvió a la democracia minusválida que es lo que hay hoy.
Lo hicieron saber los voceros oficiosos del gobierno, un estudios en base a índices privados por ahora anónimos lo muestran, los jubilados, esos monstruos canosos que andan, cuando pueden, con bastones y anteojos, se enriquecieron gracias a la fórmula de ajuste que inventaron los K y su jefa CFK en 2009. No solo eso, si se siguiera aplicando esa fórmula demoníaca, toda ANSES iba a quedar desfinanciada (igual que está hoy) pero mucho peor aún. Una afirmación que una simple comparación con el índice oficial IPCBA pone en cuestión. 
Suerte que tenemos al arcángel Miguel, que con su espada de fuego va a recortar uno 100 mil millones de pesos en 2018 antes que esos ambiciosos lo malgasten y lo destinará a otros nobles objetivos. Esa millonada es más de un punto PBI del déficit que nos hará más presentables ante los organismos internacionales que nos están monitoreando (léase FMI, OCDE, Banca internacional, agencias evaluadoras, etc).


Unos cuantos millones de jubilados que cobran montos de 7000 pesos al mes (400 u$s) no se saldrán con la suya, ya Macri apalabró a varios gobernadores para que no le frustren la jugada en el Congreso cuando se tronche la ley CFK respectiva y se la cambie por otra más adecuada para futuras maniobras. ¿Quién dijo que esto termina aquí, si el déficit sigue engordando?
Si los rojos de Grecia pudieron bajar las jubilaciones en 50%, ¿porqué Macri se conformaría con un mero 6%?
Macri, como de costumbre, hace lo que le piden, siempre hay formas de mostrarle los números adecuadamente barajados para convencerlo. Tiene una fe completa en sus pet boys, el ‘chico de buena familia’ al decir de Carrió y sus compinches.
Es fácil hacerle creer que hay una trama oscura que agranda el déficit, no que él (Macri) hizo una serie de burradas cuando cayó en el sillón de Rivadavia donde ni soñaba y tuvo que improvisar un gobierno con lo que pudo encontrar. Hasta entonces, estaba cómodo haciendo campaña mientras el jefe Larreta gobernaba la ciudad de Buenos Aires por él. Esto era visitar unos y otros, mucho trajinar pero no pensar demasiado. Leer la vida de Mandela y literatura fantástica de luchas entre reinos medievales, nunca leer los diarios, no sea cosa de amargarse, y los fines de semana futbol o tenis y jugar con la hija. Para  qué más, si la elección la iba a ganar Scioli y el se iba a tomar un retiro en Italia con la familia. Salvo que los argentinos se tomasen el cambio en serio….
Un amor propio a toda prueba hace el resto, nadie se atreva a contradecir sus convicciones, es del círculo ‘rojo’, los sembradores de pesimismo, etc. Campo fértil para hábiles oportunistas que anhelan armar su imperio, gobernar y trazar sus estructuras a la sombra del rubio que carga con la fama.
Este sistema de trabajar de lunes a viernes y el fin de semana refugiarse en casa, porque el compromiso de cambiar el país no incluye la familia, y cubrir de mala gana en la semana los compromisos que le fabrican para tenerlo bien ocupado lo tiene ignorante de lo que no les conviene a algunos que se entere. Los paneles de control los hacen los que le quieren mostrar lo que les cuadra que sepa y no sepa. Así, cuando lo llamó la reina Máxima interesada por la baja del precio del bioetanol Macri no tenía ni idea de que le hablaba. La reina se lo tuvo que explicar, porque el presidente no lee los diarios, lee el diario de Mauricio que le prepara el gabinete. Con eso cumple su compromiso de cambiar el país y compensar al país por los robos que cometió su padre como contratista de obra pública. Un destino que le gusta en el fondo, aunque no todas las molestias accesorias, por eso delega el gobierno en terceros y él se ocupa solo de lo que le interesa como los emprendedores, las inversiones, etc. No la cuestión social, menos los jubilados, salvo para mostrarse jugando al truco. Al molesto Bergoglio hay que mostrarle los progresos en bajar la pobreza y para eso repartimos planes de beneficencia y fomentamos inversiones a costa de la clase media que paga la factura.
Un gobierno conservador popular, alianza de clases altas con los más pobres, como ya lo dijimos hace rato y empiezan a detectar algunos consultores. Mucho intervencionismo y ausencia de liberalismo, de ideología explícita y mucho voluntarismo. Situación muy favorable para los discípulos de Gramsci a los que se deja el campo de las mentes jóvenes a su disposición. Hasta la TV oficial sigue repitiendo su cantilena contra el proceso genocida etc, etc, y las historias de los jóvenes idealistas en los 70.
A todo esto, la economía sigue arrastrando una lenta reactivación, con el peso de impuestos que no terminan de bajarse porque el aparato estatal no hay interés en achicarlo ni ganas de pelearse con los gremios del Centauro, ATE y otras variedades que abundan. La tortuga de los 60 ha vuelto en el tiempo, ha vuelto la fe en la mano del Estado rector metido en todo, no tan rígidamente pero vestida de ‘desarrollismo’. La rigidez en los esquemas de la burocracia, pero hay optimismo popular en el cambio amarillo, aunque sea a cámara lenta.
Mientras tanto, algunos preparan su abordaje para 2019 escalando debajo del ala de Macri, sin que este se de cuenta de sus intenciones.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

Macri hechizado



Con su excesivo amor propio nunca lo admitirá, pero Mauricio Macri se comporta como mentalmente secuestrado por una camarilla a la que él llama sus ojos y oídos, quienes lo convencen de hacer actos de ‘realpolitik’ que él toma como exitosos, aunque ignore sus verdaderas consecuencias. En realidad, todo parece como si existiese el ‘diario de Macri’, ahora bajo la forma de tablero de control. Algo deberá desconfiar, puesto que ha empezado a leer diarios y escuchar programas de radio, pero se reduce a confrontar con el periodismo si contradicen su visión. Muy difícilmente admitiría que inició su gobierno en desconocimiento de la crítica situación que heredó, y mucho menos que gran parte de sus primeras medidas sociales y económicas fueron un gran error. Su orgullo, excesivo amor propio, no se lo permite, y está por verse si podrá entender las serias implicancias de lo que mal llaman ‘gradualismo’.
En síntesis, están creídos que la beneficencia estatal puede mejorar la situación de pobreza estructural, más allá de lograr algunos votos y contentar a los piqueteros secuaces de Bergoglio. También creen que pueden controlar la burocracia procediendo con pasos poco ambiciosos, cuando a la burocracia, que tiende a auto propagarse, solo puede reducírsela a los hachazos, no con medidas de contención y minúsculas racionalizaciones. Pero nunca van a admitirlo, ni le conviene al triunvirato que quiere poner sus ramas en todas las oficinas importantes de gobierno, al mejor estilo Kicillof.
A Macri se le ha metido bajo el ala un intrigante, una eminencia gris a la que no se le puede sacar una definición ideológica o de planes concretos, a lo sumo, alguna lista de obras y racionalizaciones basadas en la herencia recibida, que, por otra parte, se negaron a explicitar al comienzo. Lo llaman el ministro explicador, que poco explica, por otra parte. Negro futuro le espera al país si Macri, obnubilado por las explicaciones de la realidad que le venden, persiste en digitar a este sujeto como su sucesor. Los votantes, bajo la euforia de una bonanza económica fomentada por olas de humor optimista, le pueden dar poder repitiendo el trágico error que cometieron en 2011 con CFK.
Macri parece contentarse con estar de gira proselitista permanente, visitando un pueblito u otro o yendo por el mundo, haciendo a veces el ridículo, como disfrazado de pastelero, porque lo convencen que es necesario para cosechar votos y para su imagen de estadista. Así no tiene ningún contacto real con lo que verdaderamente pasa, porque las visitas son cuidadosamente seleccionadas por el entorno y nunca se le ocurre hacer como Vidal que se escapa del libreto para meterse donde no quieren que mire.
Hay una pereza en el fondo de someterse a esta rutina como si fuese un karma, donde la situación social a Macri en el fondo no le interesa demasiado, si no es por los votos, y cree que haciendo beneficencia e infraestructura la cosa se arregla. Por lo demás el otro tema para Macri es devolver rentabilidad a las empresas.
Macri parece siempre desafiante con el empresariado como que en él personifica a su padre, llevado por una presión interior para mostrar que es el mejor, superior a todos esos que lo despreciaron, como que así va a ser el gran empresario de la Nación que la lleva a un nuevo rumbo venturoso.
El gobierno macrista se puede sintetizar entonces en un conservadurismo popular, una alianza de gente de dinero con los más necesitados. El sector pudiente hace sus negocios y los pobres reciben la beneficencia estatal. Un poco el sueño de Evita pero llevado al siglo XXI con algo más de pericia en lo económico. Por eso hay gente que compara a Macri con Perón. Pero, en el fondo, el que  pone el ajuste es el sector medio y medio bajo, que no recibe los beneficios grandes de alguna parte del empresariado, y debe reducirse para pagar los gigantescos gastos de la beneficencia estatal, más el peso de una burocracia estatal irreductible y que le dicta lo que debe hacer con un sin número de regulaciones destinadas, mayormente, a su propia justificación, aunque finjan hacerlo en nombre del votante (en todo estás vos), y para ‘cuidarlo’.
El lado oscuro del modelo, la cara del ajuste, se ve en los pliegues ocultos por la propaganda. La campaña recaudadora de la AFIP que la pone a la par de los peores momentos de la ARBA de Scioli, que cobraba tasas que no correspondía y reclamaba pagos hechos sin admitir pruebas en contra, machacando insistentemente hasta lograr cobrar lo que pretendía, pleiteando repetidamente en costosos juicios solo afrontables por los más pudientes, seguidos hasta la Corte Suprema e insistiendo aún después de perdido el caso. Bueno, este es el camino de la AFIP de hoy, reclama pagos ya hechos porque en su ‘sistema’ aparece una deuda, con sumarios que no se sabe bien que reclaman y multando sin atender explicaciones, aparte de abrumar al acusado con páginas de moralina y citas de textos legales. Los contadores, que deberían contestar estas pretensiones, tienen temor porque se los hace corresponsables, y aconsejan no responder. Entonces viene la multa por no contestar. Un ejército de abogados, verdaderos publicanos, manejan estos  trámites, incentivados por participar en la recaudación.
La otra cara oscura del modelo es la ANSES, que ha pasado a ajustar en los pagos de las jubilaciones, empezando por amontonar a los jubilados en pequeños bancos que nadie sabe cómo fueron seleccionados, incluso sin avisarle al interesado del cambio. Y después, la propaganda oficial porque le dieron beneficencia a sectores que estaban en la mínima, que aceptaron un dinero que nunca soñaron cobrar, mientras que pretenden pagar los juicios que viene de la época kirchnerista ajustando por un índice seleccionado por ellos mismos y metido de contrabando en la famosa ley de ‘reparación histórica’ y que ahora quieren usar para otros temas para ahorrarse plata a costa del jubilado. Y después se dedican a usar el dinero en dar préstamos generosos, otra vez la beneficencia oficial, todo en busca de votos. Hacen también una propaganda canalla, donde jubilados dicen que pidieron a sus nietos que los ayuden a tramitar la famosa ‘reparación’, cuando el problema no está en el trámite por internet, sino en la letra chica de los arreglos. Así incitan al jubilado a cometer el error de su vida firmando un arreglo que le exige renunciar a su derecho a litigar a cambio de unos pesos. Esto es lo que llaman ‘solucionar’ el problema de los juicios de los jubilados (casos Badaro y otros). El cínico, monje negro, salió a hacer una representación de baja política porque meramente aplicó la ley de CFK de ajuste de las prestaciones y esta vez le dio más que la inflación oficial del semestre. De lo que les había recortado con la misma ley anteriormente no dijo nada.
Estos son los titiriteros de este gobierno que a escondidas preparan sus medidas para arreglar los números del déficit a costa de los que no pueden defenderse. Y Macri? No sabemos si es cómplice o sigue pensando en irse a jugar a la pelotita el fin de semana. Tiene la rodilla completamente calcificada pero insiste en hacer cosas que a su edad debería abandonar. No reconoce la realidad, una vez más.

viernes, 10 de febrero de 2017

Macri, históricamente marcado para ser un Carlos Pellegrini, quiso ser como Arturo Frondizi pero resultó una versión de Agustín P. Justo



Tras la década robada por los Kirchner, con la corrupción y desgobierno que recuerda al período del presidente M Juárez Celman, se podía esperar que siguiera un presidente dedicado a restaurar la economía y el crédito del país en base al sacrificio y la honestidad.


Mauricio Macri asumió su presidencia declarando su  preferencia por el desarrollismo, estilo de gobierno inaugurado por Arturo Frondizi al cual Macri dice admirar y cuya foto mantiene en su despacho.


Sin embargo poco ha mostrado este año 2016 del auge de la inversión privada a que Macri aspiraba, y si tuvo que lidiar con la oposición peronista con la que no pudo establecer una alianza como tampoco pudo Frondizi.

En cambio, este gobierno macrista está conformado por una coalición de radicales de centro, ex socialistas y conservadores al estilo de la Concertación de Agustín P. Justo (otro ingeniero a más de militar). Se lanza a dar preeminencia a la obra pública, carreteras y puentes (y otras), como en la época de Justo. Su plan económico se aparta de las recetas liberales, tendiendo a las recetas ‘new deal’ frecuentes en la época de Justo, complementadas con controles y barreras al servicio de los productores e industriales argentinos. No vemos (¿todavía?) medidas más severas como las fijaciones de precios y controles de las Junta Nacionales pero siguen muchas prácticas heredadas del kirchnerismo, como dar créditos subsidiados al consumo. 


También se ha acrecentado o mantenido la burocracia del gobierno nacional, acompañada por un aumento real de los impuestos y tasas, pese al discurso en sentido contrario.

Faltan los componentes ignominiosos de la Concertación, como el fraude y la corrupción (caso de los frigoríficos con Luis Duhau), ¿debemos decir por ahora?


En síntesis, un gobierno conservador popular, de gente de dinero que busca conquistar el apoyo popular cargando el peso de la restauración económica en la clase media y media baja.

Macri amplió la burocracia estatal al poner 21 ministerios (hasta ahora), con 23 ministros y un jefe de gabinete. Entre los ministros y secretarios hay varios cuyo mérito consiste en ser ‘amigotes’ de Macri; alguno, como el ‘Rasputín criollo’ que hace de jefe y centraliza toda la comunicación oficial, basada en una falsa comunidad de todos vamos juntos a hacer obras.


Mostrar una ideología definida está prohibido, así como mostrar discrepancias fuertes con el discurso verticalista. Esta carencia de una línea o plan central económico se muestra en los vaivenes de los anuncios. Por ejemplo, la primera mitad de 2016 se caracterizó por un Macri que aumentó el gasto fuertemente, caso de la pensión universal a los mayores, el plan de la supuesta ‘reparación histórica’ a los jubilados (que por otro lado es achicada con los ajustes por inflación insuficientes), el plan de salud universal, el plan del agua, etc. Por ej, el Plan universal de salud, enunciado con gran estruendo a comienzos de agosto iba a atender a 15 millones de personas. En los hechos se tradujo en un plan de pagos para la deuda que el Estado tenía con las obras sociales sindicales de 2700 millones de pesos. Pero el anuncio muestra su inconsistencia, decían que iban a dar servicios médicos a 10 millones de argentinos que no los tienen, o sea, que cada 3 de los argentinos restantes, que en su mayoría apenas pueden sostener su salud debían juntarse para pagarle un plan a otro, un despropósito. Para aumentar la propaganda engañosa se decía que iban a estar todos como en CABA donde supuestamente todos tienen planes de salud (es falso). 


De golpe en noviembre Macri empezó a instruir a sus funcionarios en que debían moderar los gastos y después se congelaron las vacantes en el gobierno nacional, todo lo contrario a lo hecho a comienzo del año, cuando se preservaron la mayoría de los empleos venales otorgados por CFK en 2015, salvo los altos cargos que fueron remplazados por la burocracia oficialista. Algunos casos, como los de los ministerios de Hacienda, Interior o de Bienestar Social habían sido notorios por su rechazo a todo tipo de racionalización.


Otra característica destacable que acerca el macrismo al estilo de la Concertación es el esfuerzo para lograr la aquiescencia de la jerarquía de la Iglesia Católica, en este caso la del Papa Francisco, similarmente a los esfuerzos de Justo por acordar con el Papa que visitó Argentina para el Congreso Eucarístico. Esto se muestra también en el macrismo cuando concertó con los ‘movimientos sociales’ satélites o afines al Vaticano y en la concesión de beneficios como el costosísimo arreglo de la ley de ‘emergencia social’.


En síntesis: un gobierno que rechaza y hace alarde de no tener ideología y muestra signos de una nueva versión del conservadurismo popular, pero sin otro objetivo expreso que hacer obras, como si en la selección del tipo de obras y la obtención de los recursos no se estuviese evidenciando una ideología subyacente.


El 6 de febrero pasado en el Cenard Macri contó que su sueño había sido ser una estrella como jugador nº 9 de Boca Junior. A pesar de querer ocultarlo diciendo que está muy orgulloso de su trabajo presidencial, es claro que su fuerte es el futbol, y que lo de presidente es una opción para la cual no parece haberse preparado. Si creía que se entrenaba para presidente leyendo la vida de Mandela se equivocó, por algo dijo hace poco que estuvo 7 meses en el cargo sin encontrar el rumbo. Es claro que no se había preparado ni había elegido un equipo homogéneo para ejecutar una política preconcebida, la fundación Pensar obviamente tuvo alcances muy modestos. Al contrario, parece que no esperaba ganar las elecciones en 2015. Cuando era Jefe de Gobierno de la CABA, una vez le propusieron mover a Marcos Peña a un cargo político, a lo cual él se opuso diciendo que era ‘como cortarle una pierna’. Inconscientemente así estaba ratificando que  piensa como futbolista, pues la mayor parte de la gente en su lugar hubiese dicho ‘me cortan un brazo’ pero para un futbolista la pierna es más importante que el brazo.


En todo momento el PRO ha evitado delinear una ideología de gobierno nacional, más bien se ha comportado como si la idea fuese construir un ‘movimiento’ donde el hilo conductor sea solamente la figura de M. Macri. El PRO se  ha negado sistemáticamente a plantear una batalla ideológica destinada a combatir los relatos kirchneristas y peronistas. Y parece ser que si existe una ideología del PRO habría que buscarla por el lado del estatismo, de los modelos socialistas nórdicos a los que frecuentemente ponen como ejemplo funcionarios clave como Rodríguez Larreta o Federico Sturzenegger. El mismo F. Pinedo, jefe de la bancada PRO en el Senado nacional en una entrevista reciente en Clarín se entretiene resaltando los antecedentes filo-marxistas de su abuelo homónimo que fuera ferviente admirador de las ideas de Marx y frecuentara a Rosa Luxemburgo y Bernstein (Eduard, reformador socialista). También se entusiasma Pinedo al decir que su abuelo fue el primero que impulsó el intervencionismo del gobierno en Argentina, un keynesiano pre-Keynes, etc. Ese Pinedo además, fue ministro de A P Justo. Más claro, agua.

Macri puso  como su primer ministro de Hacienda al socialista keynesiano, estructuralista Alfonso Prat Gay. Qué podía esperar con sus antecedentes, sino que quisiera aumentar el gasto del gobierno y se resistiese a despedir los kirchneristas que sobreabundaban en su ministerio. P. Gay terminó despedido para ‘homogeneizar’ el equipo gubernamental. ¿Pero no es socialdemócrata también el Jefe de Gabinete ‘Marquitos’ Peña? Se dijo, pero como buen ejemplar PRO nunca va a auto adscribirse a una ideología concreta.


Las medidas de gobierno del macrismo hasta ahora, no causarían escozores ni a Tony Blair, el ex primer ministro del Reino Unido por la tercera vía laborista, ni al actual presidente francés, el socialista François Gérard Hollande. En cambio, de ningún modo sería bien vistas por la ex primera ministra Margaret Thatcher conocida liberal británica. No hay mucha duda en esto.

Después de esto, si alguien piensa que este gobierno es liberal, pues está bastante equivocado… Quizás el primer equivocado sea Macri que mucho no debe de haber reflexionado sobre este punto. En enero de 2017 el PRO se afilió a la Unión Demócrata Internacional. Alguien no está por sus cabales aquí, parece que deberían buscar la Internacional Socialista, como sus socios del la UCR.


Un gobierno que en vez de bajar el gasto para reducir el déficit fiscal y los impuestos se inaugura sin achicar en nada el entramado burocrático,  prometiendo tras un año ‘racionalizar’ las estructuras, que empieza multiplicando el número de ministerios y secretarías, que no ha encarado para nada la reducción de las sucesivas capas burocráticas sino que solo hizo lugar para sus propios burócratas. Que ha dejado al arbitrio de cada ministro o jefe si reduce o no el personal supernumerario que dejó el kirchnerismo (por no decir gobiernos anteriores), siempre en forma muy limitada para no levantar resistencias sindicales. Para tratar de reducir el gasto se ha ensañado con las clases medias (media y baja) haciéndoles pagar no solamente la normalización de varias tarifas a valores reales sino el costo de sus renuncios ante todas las demandas de diversos grupos sociales y políticos, aunque algunas tengan razonabilidad. Es que Macri ha pagado TODOS los rescates extorsivos, tanto de gremios que amenazaban con medidas de fuerza, como de los senadores provinciales del peronismo, pidiendo constantemente mayores participaciones en la recaudación pero sin encarar reducciones de gastos, incluso algunos gobernadores e intendentes han incrementado notoriamente las plantillas de personal. 

La llamada reforma al impuesto a las ganancias nacional de fines de 2016 ha desnudado las intenciones del ex ministro Prat-Gay y de la Jefatura de Gabinete, tratando de disimular con una tímida suba del mínimo no imponible la inmovilidad de las alícuotas, que hubiera resultado, de haberse aplicado a descuentos del orden del 35% sobre sueldos apenas estos pasasen valores mensuales brutos del orden de 2 mil dólares americanos. Una exacción que fue abortada por la unánime reacción de la oposición, que forzó al gobierno a negociar un cambio también tibio de las escalas. 


Ante la pobreza de inversiones privadas reales, no las anunciadas, y la incertidumbre de los mercados, el gobierno redobla la apuesta en la obra pública buscando un rebote de la economía. Pero yerran cuando quieren financiarse subiendo la carga impositiva, el peso del gigantismo estatal, de una burocracia que ya compone el 35% del empleo formal son un freno tenaz, cada vez más agravado para que encima lo aumenten quitando poder de compra a la gente. El problema no es el déficit en sí sino el gasto desmedido. El gobierno no lo ve.


Mientras tanto, Macri,  según las indicaciones del equipo del Jefe publicista Peña aparece dando mensajes de aliento a la población, como si la realidad no hablase por sí misma. La herencia recibida fue desastrosa, pero nunca quisieron explicitarla y ahora el silencio se les vuelve en contra. Pero los errores propios son inocultables, a pesar de la contabilidad ‘creativa’ de las cuentas nacionales. La verdad se cuela por los medios, aún de los benevolentes, y el publicista Peña y su gente solo atinan a condenar los análisis críticos, pidiendo optimismo y confianza. Mucha confianza tienen los votantes todavía, a pesar de las marchas y contramarchas de esta administración que luce desconcertada. Lamentablemente.