Con su
excesivo amor propio nunca lo admitirá, pero Mauricio Macri se comporta como
mentalmente secuestrado por una camarilla a la que él llama sus ojos y oídos,
quienes lo convencen de hacer actos de ‘realpolitik’ que él toma como exitosos,
aunque ignore sus verdaderas consecuencias. En realidad, todo parece como si
existiese el ‘diario de Macri’, ahora bajo la forma de tablero de control. Algo
deberá desconfiar, puesto que ha empezado a leer diarios y escuchar programas
de radio, pero se reduce a confrontar con el periodismo si contradicen su
visión. Muy difícilmente admitiría que inició su gobierno en desconocimiento de
la crítica situación que heredó, y mucho menos que gran parte de sus primeras
medidas sociales y económicas fueron un gran error. Su orgullo, excesivo amor propio, no se lo
permite, y está por verse si podrá entender las serias implicancias de lo que
mal llaman ‘gradualismo’.
En
síntesis, están creídos que la beneficencia estatal puede mejorar la situación
de pobreza estructural, más allá de lograr algunos votos y contentar a los piqueteros
secuaces de Bergoglio. También creen que pueden controlar la burocracia
procediendo con pasos poco ambiciosos, cuando a la burocracia, que tiende a auto
propagarse, solo puede reducírsela a los hachazos, no con medidas de contención
y minúsculas racionalizaciones. Pero nunca van a admitirlo, ni le conviene al
triunvirato que quiere poner sus ramas en todas las oficinas importantes de
gobierno, al mejor estilo Kicillof.
A Macri se le
ha metido bajo el ala un intrigante, una eminencia gris a la que no se le puede
sacar una definición ideológica o de planes concretos, a lo sumo, alguna lista
de obras y racionalizaciones basadas en la herencia recibida, que, por otra
parte, se negaron a explicitar al comienzo. Lo llaman el ministro explicador,
que poco explica, por otra parte. Negro futuro le espera al país si Macri, obnubilado
por las explicaciones de la realidad que le venden, persiste en digitar a este
sujeto como su sucesor. Los votantes, bajo la euforia de una bonanza económica
fomentada por olas de humor optimista, le pueden dar poder repitiendo el
trágico error que cometieron en 2011 con CFK.
Macri
parece contentarse con estar de gira proselitista permanente, visitando un
pueblito u otro o yendo por el mundo, haciendo a veces el ridículo, como
disfrazado de pastelero, porque lo convencen que es necesario para cosechar
votos y para su imagen de estadista. Así no tiene ningún contacto real con lo
que verdaderamente pasa, porque las visitas son cuidadosamente seleccionadas
por el entorno y nunca se le ocurre hacer como Vidal que se escapa del libreto
para meterse donde no quieren que mire.
Hay una
pereza en el fondo de someterse a esta rutina como si fuese un karma, donde la
situación social a Macri en el fondo no le interesa demasiado, si no es por los
votos, y cree que haciendo beneficencia e infraestructura la cosa se arregla.
Por lo demás el otro tema para Macri es devolver rentabilidad a las empresas.
Macri parece
siempre desafiante con el empresariado como que en él personifica a su padre,
llevado por una presión interior para mostrar que es el mejor, superior a todos
esos que lo despreciaron, como que así va a ser el gran empresario de la Nación
que la lleva a un nuevo rumbo venturoso.
El gobierno
macrista se puede sintetizar entonces en un conservadurismo popular, una
alianza de gente de dinero con los más necesitados. El sector pudiente hace sus
negocios y los pobres reciben la beneficencia estatal. Un poco el sueño de
Evita pero llevado al siglo XXI con algo más de pericia en lo económico. Por eso hay gente que compara a Macri con Perón. Pero,
en el fondo, el que pone el ajuste es el
sector medio y medio bajo, que no recibe los beneficios grandes de alguna parte
del empresariado, y debe reducirse para pagar los gigantescos gastos de la
beneficencia estatal, más el peso de una burocracia estatal irreductible y que
le dicta lo que debe hacer con un sin número de regulaciones destinadas,
mayormente, a su propia justificación, aunque finjan hacerlo en nombre del
votante (en todo estás vos), y para ‘cuidarlo’.
El lado
oscuro del modelo, la cara del ajuste, se ve en los pliegues ocultos por la
propaganda. La campaña recaudadora de la AFIP que la pone a la par de los
peores momentos de la ARBA de Scioli, que cobraba tasas que no correspondía y
reclamaba pagos hechos sin admitir pruebas en contra, machacando
insistentemente hasta lograr cobrar lo que pretendía, pleiteando repetidamente
en costosos juicios solo afrontables por los más pudientes, seguidos hasta la
Corte Suprema e insistiendo aún después de perdido el caso. Bueno, este es el
camino de la AFIP de hoy, reclama pagos ya hechos porque en su ‘sistema’
aparece una deuda, con sumarios que no se sabe bien que reclaman y multando sin
atender explicaciones, aparte de abrumar al acusado con páginas de moralina y
citas de textos legales. Los contadores, que deberían contestar estas pretensiones,
tienen temor porque se los hace corresponsables, y aconsejan no responder.
Entonces viene la multa por no contestar. Un ejército de abogados, verdaderos
publicanos, manejan estos trámites,
incentivados por participar en la recaudación.
La otra
cara oscura del modelo es la ANSES, que ha pasado a ajustar en los pagos de las
jubilaciones, empezando por amontonar a los jubilados en pequeños bancos que
nadie sabe cómo fueron seleccionados, incluso sin avisarle al interesado del
cambio. Y después, la propaganda oficial porque le dieron beneficencia a
sectores que estaban en la mínima, que aceptaron un dinero que nunca soñaron
cobrar, mientras que pretenden pagar los juicios que viene de la época
kirchnerista ajustando por un índice seleccionado por ellos mismos y metido de
contrabando en la famosa ley de ‘reparación histórica’ y que ahora quieren usar
para otros temas para ahorrarse plata a costa del jubilado. Y después se
dedican a usar el dinero en dar préstamos generosos, otra vez la beneficencia
oficial, todo en busca de votos. Hacen también una propaganda canalla, donde
jubilados dicen que pidieron a sus nietos que los ayuden a tramitar la famosa ‘reparación’,
cuando el problema no está en el trámite por internet, sino en la letra chica
de los arreglos. Así incitan al jubilado a cometer el error de su vida firmando
un arreglo que le exige renunciar a su derecho a litigar a cambio de unos
pesos. Esto es lo que llaman ‘solucionar’ el problema de los juicios de los
jubilados (casos Badaro y otros). El cínico, monje negro, salió a hacer una
representación de baja política porque meramente aplicó la ley de CFK de ajuste
de las prestaciones y esta vez le dio más que la inflación oficial del
semestre. De lo que les había recortado con la misma ley anteriormente no dijo
nada.
Estos son
los titiriteros de este gobierno que a escondidas preparan sus medidas para
arreglar los números del déficit a costa de los que no pueden defenderse. Y
Macri? No sabemos si es cómplice o sigue pensando en irse a jugar a la pelotita
el fin de semana. Tiene la rodilla completamente calcificada pero insiste en
hacer cosas que a su edad debería abandonar. No reconoce la realidad, una vez
más.