sábado, 5 de julio de 2014

El gato de Schrödinger donde hay gato encerrado



Edwin Schrödinger propuso en 1935 la metáfora del gato para poner en cuestión las situaciones que resultaban de las indeterminaciones en la mecánica cuántica. En ella un gato se encuentra encerrado en una caja junto a un mecanismo que en virtud de una transición nuclear (p. ej. una desintegración) libera un elemento letal para el gato. Mientras se espera si ocurre o no este suceso nuclear el gato se hallaría en un estado de superposición gato vivo/gato muerto pendiente de la superposición correspondiente excitado/ no excitado a nivel atómico.
Así, hasta el momento en que alguien abra la caja y observe la situación del gato este no podría considerarse ni vivo ni muerto, o más bien ambos estados simultáneamente.
En vista de esta situación, que para Schrödinger sugería la existencia de un problema en los planteos de la mecánica cuántica, algunos físicos como Wigner postularon que era la intervención de un observador (humano) la que produciría  la ruptura de la superposición. Sobre esta interpretación se han montado una serie de ampliaciones idealistas según las cuales sería la conciencia del humano o de un ser superior lo que desencadenaría estos cambios de estado, que, por otro lado, parecen ocurrir de un modo totalmente aleatorio en momentos que no pueden predecirse.
Una objeción obvia a esta interpretación es que el mundo debería suspender su evolución a la espera de que haya un observador, a menos que se postule un observador supremo omnisciente y eterno (un dios) que activa el devenir del universo.
Pues bien, si la materia puede actuar sobre la conciencia, lo reverso podría ocurrir. Pero esto no es de lo que se trata, la conciencia actúa sobre la materia mediante los movimientos corporales del observador. En realidad lo que se estaría postulando es una especie de acción metapsíquica o parapsicológica.
Esto no es así, el gato está vivo o muerto. No es cierto que se puede aislar lo que ocurre dentro de la caja donde solo estarían el gato y el mecanismo letal. Aún en el vacío ocurren sucesos aleatorios cuánticos. Se generan, en el mar energético del vacío, partículas generadas aleatoriamente, por ej. pares electrón-positrón. Además, el gato no podría respirar ni sobrevivir en el vacío. No es válido imaginar un experimento imposible para invalidar una hipótesis. Toda esta lluvia aleatoria de elementos pueden interactuar con el mecanismo atómico, por ej., desencadenar una emisión y con ello, sin intervención desde el exterior de la caja, la muerte del gato.
Entonces, el gato está vivo al comienzo y luego, si hay una fluctuación del medio dentro de la caja, puede o no morir. A partir de entonces estará muerto, bien muerto. Lo que haga el observador no interesa, solo constatará lo que pasó hasta el momento de abrir la caja. No hay una ecuación de onda del observador que venga a perturbar los resultados de este experimento, tal como se lo describe.
Igualmente, ante el experimento clásico de una partícula que se difracta pasando por dos ranuras y va a interactuar con una pantalla. No es que el observador cause el colapso de la función de onda. Lo que a todas luces ocurre es que hay interacciones entre las ondas de la partícula, de la barrera con ranuras y la pared que hace de pantalla. La onda de la partícula interactúa con la barrera-ranuras y la resultante va y colapsa al interactuar con la pared-pantalla. Por eso, no es indiferente lo que se ponga entre las ranuras y la pantalla. Si no hay vacío el resultado se distorsiona. No se necesita ninguna acción de un observador hipotético para causar el colapso. El observador solo va a constatar el resultado. Tampoco la pantalla es un objeto cualquiera. Es un objeto masivo suficientemente denso como para que sus componentes hayan perdido toda coherencia entre sus ondas.

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