martes, 10 de abril de 2012

Un Dios muleto: El Estado Nacionaaaal!


En un pasado no demasiado remoto la tierra propia era el villorrio donde se nacía y vivía casi siempre la mayor parte de la vida. Era el sitio donde uno tenía padres y hermanos, a veces abuelos, tíos, primos y otros parientes.  Había en esto una clara vivencia por haber compartido los primeros años con ese pedazo del mundo. Una extensión de la propia familia.

Después vino el pequeño estado de provincia, la patria chica a la que se ligaba por diversas tradiciones, la música, la vestimenta, el tipo de actividad y una serie de luchas en común, a veces contra otros estados vecinos.

En el siglo XIX surgen grandes naciones con extensos territorios inicialmente con cierta unidad lingüística y de creencias pero que pocas veces eran conocidas en amplitud por sus habitantes. Incluso la unidad de lenguaje se ha perdido en muchos casos, y la importancia de las creencias religiosas ha desaparecido remplazada por la indiferencia o la proliferación de diversos credos.

¿Que une realmente estas nuevas naciones?, primero la organización de un gobierno unificado que compele a la población a mantenerse unida, penalizando cualquier intento de segregación. El Estado nacional está representado por una burocracia gobernante, y una serie de símbolos de unidad como una bandera, un himno y una política activa de unificación. La política de unificación se expresa por un presupuesto común, instituciones comunes como las fuerzas armadas, los organismos recaudadores de impuestos, la organización de la política representativa y, sobre todo, por la escuela. Dentro de este territorio nacional existen fuerzas centrípetas representadas por diversas tradiciones siendo las principales las nacionales de los inmigrantes, las de distintas lenguas y religiones, las regionales, etc. Una fuerza cohesiva está constituida por la unidad de los mercados financieros, de bienes y de trabajo.

Tan abstracta se ha hecho la idea de nacionalidad que para muchos ha tomado el lugar de la divinidad. La prédica del nacionalismo territorial ha elevado al Estado al nivel de semidivinidad remplazando en muchos las creencias religiosas que han quedado relegadas a un dejo de creencias difusas o, directamente, a la incredulidad. 

La cultura popular, reforzada por la prédica escolar y de políticos inescrupulosos, ha forjado la idea de un Estado lleno de virtudes y poderes que se  compara pobremente con la dura realidad. Estos feligreses del Estado, que suelen articular su nombre arrastrando la ‘a’ de nacional en una expresión de admirativa reverencia, a semejanza con un dios, atribuyen al Estado atributos idealizados de omnipotencia, omnisciencia, bondad infinita, etc.

Así, si la economía del país anda mal, si la burguesía decepciona con sus magros logros, la solución va de a mano del Estado. Esto pasa por haberle sacado atribuciones al Estado. No importa cuánto haya crecido el Estado últimamente, no importa que la educación, la seguridad, la sanidad estatal sean deficientes. Siempre los abogados del estatismo dirán que ellos lo pueden hacer mucho mejor esta vez. El Estado puede arreglar los problemas, no importa ni interesa como va a lograrlo ni con qué recursos. Los abogados del estatismo siempre afirman que no son los recursos lo que falta, sino que son mal usados o son apropiados por particulares inescrupulosos.

Como el Estado nacional puede arreglar todos los problemas, va de suyo que sabe cómo hacerlo, sabe todo, es omnisciente, tal como un dios. También conoce los deseos y necesidades de todos, o puede averiguarlo, y sabe como satisfacerlos de la mejor manera, para lograr la felicidad del pueblo.

Los problemas internacionales, los conflictos de intereses con otros países, las restricciones económicas externas e incluso internas pueden ser resueltas por el Estado Nacional que todo lo puede. 

El Estado Nacional es infinitamente bueno, no importa que existan grupos de intereses que buscan encaramarse en el poder para satisfacer sus propios intereses antes que los del común. También esto puede obviarse si damos crédito a los abogados del Estatismo nacional.

Para lograr sus altos objetivos nacionales el Estado Nacional puede exigir de sus habitantes que sometan sus voluntades a la voluntad estatal, que es la de la Nación, como no podía ser de otro modo. Así, el Estado nacional va a decirle a cada uno lo que debe hacer para lograr su felicidad y la de todos los habitantes de la Nación. Como lo sabe todo, no hay problema de malas interpretaciones ni conflictos de intereses. 

El Estado Nacional necesita mantener sus actividades y sus celebrantes. Por ello tendrá derecho de reclamar el aporte de todos los habitantes para sufragar sus gastos. Como sus actividades son tan extendidas, un diezmo no será suficiente, y  cada vez la porción percibida del ingreso de cada uno será mayor, al menos de los que aportan, porque algunos no aportarán sino que serán gratificados por el Estado nacional, sea por sus grandes servicios, sea por su estado de necesidad notoria.
 
Para garantizar que no haya quinta columnas que actúen contra el interés nacional el Estado tendrá permiso para investigar la vida y hechos de cada uno de los habitantes que quiera, porque el Estado todo lo sabe y todo lo ve, para bien de todos.
Para corrección de los descarriados, que no comprendan las bondades que el Estado Nacional derrama sobre todos los habitantes, el Estado podrá aplicar distintos tipos de penitencias y correctivos. Los arrepentidos podrán purgar sus errores en forma más benigna.

Periódicamente se organizarán fiestas ceremoniales para reforzar los lazos de los habitantes con el Estado. Allí los gobernantes presidirán los actos de las efemérides y darán a conocer las bondades que ha derramado el Estado. También, para quienes no puedan acceder a este tipo de reuniones habrá frecuentes mensajes en los medios de comunicación donde se recordarán los bienes que el Estado ha prodigado a los dichosos nacionales. En todos estos mensajes y ceremonias se convocará a los habitantes a unirse a la comunidad de los celebrantes de tantos logros.

El Estado Nacional tendrá sus santos, que son los patriotas destacados, su santoral y fiestas de guardar. Garantizará así una suerte de inmortalidad para los habitantes destacados que llevaron su fe estatal al nivel de compromiso vital

Finalmente, con cierta periodicidad la cúpula de pontífices del Estado Nacional será renovada, haciendo todos los esfuerzos posibles para conservar la pureza doctrinaria y nutriéndose en las filas de los más fervorosos y confiables militantes del Estado Nacionaaaaaal!

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