viernes, 23 de marzo de 2012

Moreno 451 y la vuelta a la Argentina feliz


Hay que ser incapaz o enano fascista para detener la entrada de libros y revistas al país con la excusa de evitar la contaminación con tintas inadecuadas. 

El monto de esta importación en divisas es de poca monta frente al total de las importaciones. El verdadero problema del comercio exterior está en el rubro energético donde la obstinación en el error de la familia Kirchner va a costarle a los argentinos un gasto estimado en más de 10 000 millones de dólares en 2012.

Hay que tener una mente totalitaria y cerrada para pensar en ahorrar dólares cortando la entrada de libros y revistas, no ya las de amenidades sino las de todo tipo como científicas y técnicas especializadas que de ningún modo pueden producirse en el país y muchas veces son únicas en su género. Incluso están alcanzadas las copias de cortesía que no le cuestan nada al país y las que ya se encuentran pagas por subscripción. Un atropello total al que nos tienen acostumbrados las huestes de la barbarie comandadas por Guillermo Moreno. ¿Volvemos a los tiempos de Civilización y Barbarie que registrara D. F. Sarmiento? Seguramente Moreno militaría gustosamente de lado de la ‘Barbarie’, para él el bando de los buenos nacionales y bien populares. Hasta el secretario de la Primera Junta José M Moreno, que no tenía nada de contemplativo, se horrorizaría de estos ataques al libre comercio.

Qué puede sorprendernos ya viniendo de este siniestro personaje, este Secretario de Comercio devenido en Primer Ministro de facto, a cuya ‘inspiración’ debemos agradecer que haya descendido el stock vacuno en 12 millones de cabezas, habiendo perdido numerosos mercados de exportación. A esto se le suma el cierre de frigoríficos con la pérdida de miles de puestos de trabajo. Lo más grave ha sido la intervención del INDEC, instituto oficial de estadísticas de Argentina por una mafia de matones que han desplazado a la dirección técnica por una verdadera asociación ilícita para la falsificación de documentos públicos, cuya cabeza visible es el mismo Moreno. Esto ha resultado en una estafa internacional de los tenedores de bonos argentinos ajustables por costo de vida lo que inevitablemente le costará a las futuras generaciones una serie de juicios internacionales una vez que otro gobierno se vea obligado a admitir la falsificación de estadísticas perpetrada por esta banda.

No era la intención original del autor convertir este blog en una columna anti gubernamental sino tratar temas más generales de interés para otros lectores de habla hispana. Pero son tan atroces los ultrajes a los derechos civiles y políticos que comete este gobierno que no podemos dejar de denunciarlos, puesto que la prensa escrita está obligada a moderarse por miedo a represalias de todo tipo que el gobierno disfraza de acciones legales, fiscales, de derechos humanos, etc, siempre alegando nobles objetivos para los más aviesos intentos de imponer su voluntad sin ninguna oposición.

Detrás de este ataque al material impreso proveniente del exterior, que ahora tendrá que pasar una serie de filtros y barreras (léase censura encubierta) puestos en la frontera que para un particular son prácticamente infranqueables, hay una repulsión fascista por la libertad de pensamiento, puesto que los denodados esfuerzos del gobierno para crear una masa crítica de medios reproductores de sus argumentos del día han fracasado.

Cabeza visible de esta embestida contra el pensamiento libre ha sido, cuando no, el Príncipe Guillermo Moreno, el mismo que multara a las consultoras por el delito de publicar estimaciones realistas del curso de la inflación, las que como no podía ser menos, desmentían rotundamente la sarta de mentiras elaboradas por el INDEC oficialista. No solo eso, sino que hizo denuncia penal contra algunos de ellos. Secuaces no le han faltado en su tarea, algunos dependen directamente o de hecho en la línea del comercio interior y exterior. Otros gustosos han colaborado como la ministra (¿Cuántos ministros hay, que hacen, alguien lo sabe?) D Giorgi, siempre ocupada en satisfacer los menores deseos de CFK con sus Licencias no Automáticas. Pero claro GM la sobrepasó y desplazó en funciones con su accionar desmesurado y falto de escrúpulos. Como tantas veces el servidor eficiente fue desplazado por un audaz en el favor de la ‘arquitecta egipcia’ o ‘Napoleona’. Secuaces menores se encuentran en la Aduana y el Correo oficial siempre temerosos de merecer las iras de GM e, indirectamente los de la Presidenta.

Ya hemos comentado en una entrada anterior la fascinación que parece sentir la Presidenta por estos personajes poco escrupulosos, casi trepadores que ha puesto en lugares importantes del gobierno. A GM se suma el canciller Tweeterman otro que entró a funcionar con gran despliegue pero hizo tales pasos en falso que lo desautorizaron y relegaron a un papel secundario. Otro personaje ‘transgresor’ es el ahora vicepresidente A Boudou, sospechoso de tráfico de influencias y con incrementos de patrimonio difíciles de justificar. Pasó de ser ministro-estrella de rock y rutilante figura política a el que la mayoría de los ministros evita y secretamente espera ver caer. Este individuo fue elegido por CFK para la vicepresidencia sin consultar aparentemente a nadie, parece que incluso contra el consejo de su hijo Máximo, pero seguramente respondiendo a esta debilidad por este perfil anti convencional (por no decir algo peor). Así le fue. Hay más, pero no vamos a ocuparnos de ellos por ahora.

El ‘Príncipe’ Moreno proviene ideológicamente de una agrupación nacionalista y católica llamada Guardia de Hierro, nombre que delata simpatías tomado de una organización rumana militarizada de los años 1930 precursora del nazismo y persecutoria de judíos  e izquierdistas. La agrupación argentina no siguió propiamente los lineamientos de su homónima rumana sino que pretendió ser una especie de custodio de las ideas del peronismo verdadero ‘de centro’ de Perón. Expresaron una posición anti oligárquica, anti imperialista y anti liberal. También se oponían a los grupos ‘rojos’ y divulgaban literatura como escritos y discursos de Perón. Tenían una estructura jerárquica con cierto grado de militarismo y se dedicaron a trabajos doctrinarios y de contactos con las bases peronistas.

No sabemos cuánto participó el Príncipe de estos idearios, incluso por razones cronológicas, pero es evidente su inspiración en el origen de su práctica autoritaria, bordeando en la intimidación en muchos casos, con grupos de acción directa en el trabajo de calle y con amenazas y represalias en lo específico de sus funciones. Sus ideas ultra intervencionistas consistentes en que ‘el mercado soy yo’ y el desprecio por la legislación internacional, las instituciones y las libertades de todo tipo de los demás. Todo en función de lo que él considera necesario para la ‘felicidad del pueblo’, para lo que no falta el acceso a un ‘telo’. 

Parece que ‘el pueblo’ no necesita ningún tipo de lectura que las imprentas argentinas no puedan proveer. Ese es el credo nacionalista cerril del morenismo, todo debe ser autosuficiente o, al menos, compensado. Un juego de suma cero, muy conveniente cuando las arcas del Banco Central parecen contener un alarmantemente bajo nivel de reservas.

Para la máxima celebración de estas hordas tan particulares, nada mejor que saltar al ritmo de la ‘marchita’ y gozar del poder cedido por la ‘empleada pública nª 1’ mientras les dure.

Después, vendrán las explicaciones conspiratorias, pero el daño causado a la Nación nunca será reconocido. Si hoy se puede hacer la alabanza de la administración de José B Gelbard, sobre todo para quienes no vivieron en esa época de caos e improvisación, que podemos esperar de la próxima reencarnación peronista: Guillermo Moreno será un semidiós, a la altura de Miranda o de Gelbard. Total, nadie se acuerda! El Ministerio de la Verdad existe aunque no esté legalizado y lo primero que hace es deshacerse del papel molesto. No llegamos (¿todavía?) a la quema de libros de los nazis, pero los efectos van siendo similares, siempre disfrazados de nobles intenciones, dignas de los ofidios que nos gobiernan.

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