Un singular y soberbio discurso de la Sra. Presidente Cristina Fernández (8a parte)

Continuamos ahora con el análisis del extraordinario discurso de la presidente Cristina Fernández, pronunciado el 9 de febrero de 2011 en el Mercado concentrador de Buenos Aires.

En nuestra entrega anterior, del día  13 de julio  de 2011 analizamos la tendencia en el discurso presidencial a resaltar el carácter único de los hechos de gobierno de su familia.  Ahora veremos como se usan dos elementos para dar un carácter de epopeya a la gestión kirchnerista.

I) Nestor Kirchner héroe nacional (San Nestor), el Bicentenario marca registrada

La presidente, generalmente con rostro compungido y algunos lagrimones, recuerda en cada discurso la figura del ex presidente. Obviamente, está en construcción la imagen de un prócer, muerto en y por su lucha por la Nación y el pueblo. ‘El’ no habría tenido igual después de los próceres de Mayo de 1810. Opacando y desplazando incluso la figura de Juan D Perón, aunque sin que esto sea explicitado.

En este camino, la presidente, dedicó el acto del 25 de mayo en Chaco para hablar del aniversario de la asunción al poder de ‘San Nestor’, sin ocuparse de Mayo de 1810.

Fue otro paso en el camino de centralizar en el P Ejecutivo, y en la persona de su familia la mente del pueblo argentino.

Veamos algunos párrafos del discurso del 9 de febrero de 2011 que tienen que ver con este asunto.

…Pero él me decía -tenía mucha razón- que en la etapa que le tocó hacerse cargo del país, el país en llamas, el país que se destruía, era como que todo el mundo se daba cuenta que no podía hacer demasiadas olas porque en definitiva todo podía volver a desmoronarse.

….Pero no hay que enojarse, yo aprendí que no había que enojarse, porque hace mal además, mirá cómo se enojaba él y cómo le fue; aprendí que tengo que estar más tranquila

1) CFK repite la consigna de que se hicieron cargo de un país en llamas (lo mismo hicieron otros presidentes antes y lo dirán los que vengan después). Repetimos que el gran problema, aparte de la deuda en default, había sido encarado por el ministro Lavagna, que siguió siendo ministro de NK hasta 2005 y condujo la recuperación del empleo. NK tiene el mérito de no haber perturbado la obra de Roberto Lavagna (hasta 2005 cuando este se fue del gobierno por discrepancias con lo que se veía venir), pero no hemos registrado ningún incienso quemado agradeciendo a la santa soja o a Brasil y China por comprarnos las cosechas por parte del gobierno kirchnerista.

Que no hicieron muchas olas es cierto hasta 2006, cuando el ‘gran macroeconomista’ pensó que había que cambiar el rumbo de la economía y nos metió de lleno en un lodazal.

2) Otra faceta del mito a construir es que NK murió sacrificándose por su pueblo. En realidad murió por su ambición desmedida de poder y por no querer delegar nada, con lo cual se sobrecargó de tareas, desplazando de las tareas ejecutivas a su esposa y a los ministros. Al mismo tiempo descuidó su salud en forma temeraria, así como se abalanzaba sobre la multitud para sumergirse en una apoteosis se envolvía de largas horas de trabajo, no delegando, desconfiando de todos hasta que el cuerpo dijo basta. ¿Es esto meritorio? ¿Haremos la apología del desenfreno o la adicción al trabajo?

No insistiremos aquí sobre los dudosos (por decir algo suave) resultados de la gestión NK. Cuando pasen unas cuantas décadas, se podrán juzgar más allá de los intereses creados.

Otro tema que aparece en el discurso presidencial es el del Bicentenario. Se han cumplido el año anterior 200 años de la revolución que derrocó el gobierno virreinal en el Río de la Plata y lo substituyó por una primera Junta de Gobierno.

El kirchnerismo trató de acaparar los festejos conmemorativos de esos 200 años, creando espectáculos masivos para atraer especialmente al público de las grandes ciudades, sobre todo a la clase media. La figura pretende mostrar una Nación que  está cumpliendo 200 años y resurge pujante luego de largas décadas de decadencia institucional y económica gracias a la magna obra de gobierno de la familia Kirchner.

Se trata, otra vez, de una epopeya solo comparable a los hechos de 1810 y que se quiere contrastar con el primer Centenario, ocurrido en 1910, cuando, se dice, reinaba la desigualdad social y una oligarquía gobernante.

Veamos algunas expresiones del discurso en el Mercado Central, que recuerdan a otras similares vertidas frecuentemente por la Sra. Presidente:

En el año 2010 se dieron muchas cosas, por suerte en ese Bicentenario, respecto de la economía que realmente demostraron las virtudes del modelo. Sobrevivimos a una crisis terrible en el 2009 y tuvimos uno de los mejores comportamientos económicos de todas las economías emergentes del mundo, dicho por todos los organismos…

Entonces, en este momento del comienzo del tercer centenario, si les gusta más nuestra marcha hacia el Bicentenario de la Independencia en 1816 , Independencia que yo no tengo dudas debe tener fuertes basamentos económicos y sociales…

Se ha luchado mucho, pero no solamente desde el 2003 a la fecha, hace 200 años que estas luchas se vienen dando en el país . (Aplausos) Alguna vez tenemos que dar el salto histórico y de calidad en serio de dar por clausuradas determinadas cuestiones establecidas como políticas de Estado…

Es decir, hace 200 años que se lucha en el país, pero particularmente en este Bicentenario se vieron los logros del modelo, probados por sobrevivir a la crisis mundial de 2009. Ahora es el tiempo de encaminarnos hacia el tercer centenario y dar un salto histórico y de calidad (frase de reminiscencias hegelianas) y dar por establecidas las políticas (de este gobierno) como políticas de Estado.

En síntesis, este Bicentenario es el tiempo de llegada a la tierra prometida por nuestros antepasados en 1810! Así, cada vez que se rememora el Bicentenario, el gobierno nos está recordando su portentosa (según la propaganda) obra.

PAUSA

Continuaremos con el análisis detallado de este discurso extraordinario para entender los recovecos del gobierno de la familia Kirchner, sus dichos y sus consecuencias.

Hasta otro día.

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