martes, 16 de agosto de 2011

Un singular y soberbio discurso de la Sra. Presidente Cristina Fernández (12a parte).Formacion de precios, puja distributiva.


Continuamos ahora con el análisis del extraordinario discurso de la presidente Cristina Fernández, pronunciado el 9 de febrero de 2011 en el Mercado concentrador de Buenos Aires.
En nuestra entrega anterior, del día  10 de agosto  de 2011 analizamos lo que la Sra. Presidente piensa o dijo acerca de la oferta y la demanda, especialmente de bienes de consumo y también sus teorías sobre la formación y fomento de la inversión.
A continuación veremos los conceptos que expresara en aquel memorable discurso sobre la formación de precios, verdades y mitos que se propagan al respecto y los salarios y la puja distributiva.

M) Formación de precios y mitos propagados. Salarios y puja distributiva

Oigamos primero lo que expresara la Presidenta en aquel discurso:
…los que más agitan expectativas inflacionarias son los formadores de precios en la República Argentina,…
…debería terminar con la costumbre yo digo consuetudinaria de algunos sectores de querer mantener o apropiarse de rentabilidad vía precios…
Pero hay esa cosa de que algunos sectores tienen esa lógica de apropiación en la puja distributiva, de rentabilidad vía precios…
Responsabilidad por parte de quienes son formadores de precios, y no tenemos un solo formador de precios, hoy son formadores de precios no solamente aquellos que producen el producto -valga la redundancia- terminado, sino también los que compran grandes cantidades y hacen una segunda formación de precios en góndolas, en supermercados, en distribuciones, en bolsero…
…pero luego vino la etapa de la consolidación del crecimiento y es donde vienen a acentuarse las pujas distributivas…
Y yo creo que estamos en este punto central de cómo resolvemos la puja distributiva en la República Argentina, si la resolvemos como lo hicieron históricamente, pensando que no había proyecto o no había proceso que durara más de uno o dos años…
Ahora viene la época del seismesino, como les gusta decir a otros, o la época de la puja distributiva…
Todo este esfuerzo que hace el Estado de sostener demanda agregada, de sostener que los bienes inelásticos se mantengan a precio fijo…
Y también charlar con los compañeros trabajadores en cuanto a lo que es la puja distributiva, porque cuando ésta se desmadra tenemos la historia clarita, los que tienen más siempre siguen teniendo más y los que pagan las consecuencias son los trabajadores…
…no se puede seguir con la ridiculez de leer el diario y ver a los comerciantes y empresarios quejarse porque aumentan los precios y echarle la culpa al gobierno, yo no vendo nada, no produzco tomates, no vendo autos…
…si la demanda salarial es una cuestión de carácter inflacionario, como pretenden algunos, vayamos a ver cómo está el tema de la rentabilidad de las ganancias, arreglamos por ese lado y no afectamos el tema de demanda salarial.
… también vamos a empezar a pedir explicaciones a las grandes comercializadoras. Porque tenemos dos formadoras de precios, tres casi les diría, los insumos difundidos, el que termina el producto y que requiere del aluminio o del acero para terminar una línea de blanco o de autos…
…después tengo  los que comercializan esos productos, que en el caso de alimentos por ejemplo compran producciones enteras y por lo tanto vuelven a formar precios…
Yo digo, si todos esos que están ahí, está bien, son mayoristas, pero están todos inscriptos, porque después dicen: "se vende más barato porque no pagan impuestos, porque no están inscriptos”… todos pagan impuestos y además, quedate tranquilo, ninguno te regala nada,..
…¿cuánto ganan las grandes cadenas cuando compran producciones enteras, y tienen esos mismos precios tres, cuatro, cinco o seis veces?
Entonces argentinos, defendámonos nosotros mismos  de todos aquellos que quieren distorsionar, aprovechar…

1) Hemos tratado de extraer un esquema conceptual de una serie de párrafos pronunciados en aquella ocasión por la Sra Presidente. Para ello nos guiamos también por el discurso oficial o paraoficial expresado en otros medios por allegados al pensamiento canónico del gobierno. Por ejemplo, el economista Aldo Ferrer ha sostenido en varios artículos publicados en el diario BAE que estuvo bajo su dirección la opinión que el principal empuje inflacionario del momento actual está provisto por las ‘expectativas inflacionarias’.
Dijo entonces la Presidenta que los principales ‘agitadores’ de las expectativas inflacionarias son los formadores de precios. Siguió luego hablando de los esfuerzos que hace el Estado para fortalecer la demanda agregada (mencionados en otro post) y luego hizo alusión a quienes se ‘apropian’ de rentabilidad aumentando los precios. Sugerido indirectamente es que hay una relación entre ‘agitar’ las expectativas inflacionarias con el objetivo de subir los precios para ganar más.  Para que esto pueda ocurrir debería existir una situación de oligopolio de la oferta, lo que muestra claramente que la Secretaría de Comercio ha fracasado en sus objetivos.
2) Abunda a continuación la Sra Presidente sobre los formadores de precios y aclara que no solo se refiere a los productores, sino también a quienes comercializan y se ‘apropian’ de rentabilidad vía ‘formación de precios’. Aquí los culpables de la inflación son señalados como los grandes empresarios que se aprovechan del aumento de la demanda agregada impulsada por el Estado. Por supuesto, esto no es más que desviar la atención de las responsabilidades del gobierno en cuanto generador de inflación, inexistente para todo el espectro de funcionarios económicos.
Más adelante vuelve sobre el tema, en otros términos, hablando del esfuerzo que hace el gobierno para fijar los precios de los que llama ‘bienes inelásticos’ (inadecuadamente) y otras facilidades competitivas que le facilita a los empresarios el que sería frustrado por los especuladores que suben los precios. En otros términos, se vuelve a la explicación basada en el agio de los años 50 del viejo peronismo.
3) Más adelante en su discurso vuelve la Presidenta a denostar a los comerciantes y empresarios que aparecen en los diarios acusando al gobierno de generar inflación. Allí dice una gran verdad, que ‘ella’ (es decir se apropia de todo el poder Ejecutivo) no fabrica nada ni vende nada. Esto, que es una verdad relativa porque el Estado vende servicios, tiene un fondo de realidad. En efecto, el gobierno argentino hace muy poco por lo que cobra en impuestos, y esto aumenta el costo argentino pues lo que gasta el gobierno sin contrapartida de alguna prestación competitiva debe cobrarse a través del producto que hacen los privados. Todo el tiempo que la Presidenta emplea en hacer discursos, la cadena de radiodifusión, los viajes para todos lados a inaugurar cosas nimias y hacer propaganda por su obra, todo esto lo paga el resto del país vía aumento de los precios. Aunque ella no lo perciba.
4) Siguió el discurso presidencial derivando la responsabilidad más sobre la etapa de comercialización. En un momento pareció agregar una clase adicional de formadores de precios (proveedores de insumos para la producción) pero luego abandonó esta línea de pensamiento. Vuelve luego sobre las comercializadoras que compran ‘producciones’ enteras, en verdad lotes o cosechas enteros y cuando venden al por menor cobran precios que hasta sextuplican los del Mercado concentrador.
Acá hay un tema que escapa a nuestro conocimiento y, por lo tanto, nos abstendremos de opinar sobre las estructuras de costos. Simplemente expondremos algunas ideas. Parece muy exagerado decir que las cadenas (que serían los supermercados) tienen precios 6 veces mayores que los del mercado concentrador. Por las referencias que hemos visto como ofertas ‘para todos’ los precios en el super a lo sumo duplican los de las ofertas. Normalmente, cuando se habla del supermercadismo, se mencionan márgenes brutos del orden del 20 o 30%. Mucho menos que lo que dice la Presidenta. Lo que crea ganancias para las cadenas es vender en grandes cantidades con rotaciones de mercaderías. Además, obtienen precios de compra bonificados forzando al proveedor en base a su poder cuasi-oligopólico. Pero no se puede desdeñar la competencia existente entre las cadenas, que en los grandes centros urbanos son varias. Así mismo, tampoco pueden vender mucho más caro que los pequeños comerciantes de los alrededores. Por otro lado las cadenas tiene que cumplir estrictamente con todas las regulaciones fiscales, los convenios sindicales, las normas municipales, provinciales, etc, cosa que los mayoristas del mercado pueden orillar parcialmente sea por beneficios promocionales, diferencia de relaciones con el personal, facilidades en la situación impositiva (aunque estén inscriptos), etc.
Por otro lado, en el costo para el consumidor final que vaya al Mercado Concentrador se debe incluir el tiempo y el costo del desplazamiento entre su vivienda y el mercado, más la espera para ser atendido. Esto limita mucho la posibilidad de acceso aunque el mercado tenga precios más acomodados. En resumen: la gente no es tonta, si no va más al mercado concentrador será porque no puede, o porque las mercaderías no le satisfacen o porque las ventajas no compensan la molestia de ir.
5) La Presidenta insiste en que los comerciantes que operan en el Mercado Concentrador, si bien son mayoristas están inscriptos en el organismo impositivo por lo cual pagarían impuestos en forma similar a las cadenas de supermercados.
Esto es otra variante de los argumentos expuestos en el punto (4). Como en aquel caso desconocemos detalles sobre que gravámenes alcanzan a cada categoría de comercios, pues existen distintos regímenes para los comerciantes inscriptos. En algunos tipos de comercios no se exige emitir factura (esto es común en el minorista de carnes y verduras) y se paga en base a una venta anual presunta. El supermercado debe facturar hasta el último diente de ajo que vende. Evidentemente, sin ir a fondo con el tema, ya se encuentran diferentes fuentes de costos que de ningún modo podrían generalizarse en gran escala.
6) Refiriéndose a la puja distributiva, la Sra Presidente dijo que se acentúa a partir de la consolidación del crecimiento. Esto ocurre en la época que llaman del seismesino. Esta palabra no existe en el diccionario de la Real Academia, pero se usa para llamar al niño nacido al 6to mes de gestación. Que otro sentido pudiera tener es algo coloquial del grupo que la Presidenta frecuenta y no tiene demasiada importancia.
Evidentemente, como es usual, la Sra Presidente omite considerar a la inflación como uno de las fuentes de la puja distributiva.
Agrega la Presidenta que algunos, pensando que este proceso, como ha pasado anteriormente, no tiene un proyecto para más de dos años tienen la respuesta de subir los precios en forma desmedida para ‘resolver’ la puja distributiva. Así ganan mucho una temporada pero terminan, según la Presidenta, destruyendo el negocio. Entonces exhorta a los empresarios a ser racionales y, aprovechando las ventajas competitivas que les provee el gobierno, encarar la mejora de la oferta de sus empresas (en varios sentidos).
Todo esto sería muy razonable si no fuera porque el principal causante de la puja es el propio gobierno por quedarse con una parte creciente del producto nacional, sea vía impuestos o inflacionaria (según un estudio reciente del IERAL el gobierno paso de absorber recursos tributarios por 21.7% en 2002 a 34.7% del PBI en 2010). El Estado es un partícipe principal de la puja y el resto de los particulares actúa tratando de no perder posiciones en el reparto de la riqueza generada mediante la suba de precios o de salarios.
Todos estos mecanismos inflacionarios estaban presentes aunque en menor escala antes de 2006, pero la puja era menor. Como consecuencia de la gran devaluación de 2002 y de la suba de los commodities el campo no resistía el avance del gobierno sobre el margen del negocio, el industrial aceptaba los aumentos de sueldos porque estos estaban muy atrasados respecto del nivel de los 90 y el aumento de actividad le generaba nueva rentabilidad con básicamente el mismo equipamiento, el trabajador incrementaba su ingreso si  ya estaba empleado, otro recuperaba el empleo y las exigencias eran menores por el alto nivel de desocupación. Había crecimiento pero no el nivel de puja actual. Esto no lo puede explicar la teoría que sostiene el Consenso del Calafate.
7) La Sra Presidente se dirigió a los trabajadores en general y les pidió moderación en la puja distributiva, porque dijo que si esta se desmadra los que pierden son siempre los asalariados, como muestra la historia. Sabias palabras, pero cuando hay una inflación desmadrada como la actual, y que crece día a día, los trabajadores no pueden dejar de pedir. De todos modos, es sensato que pidan aumentos ‘racionales’, como la Señora gusta decir. Si no, aparecen los que están ‘atentos y vigilantes’ para aprovecharse y sacarla del gobierno. Esto ya se mencionó en el post nº 10.
Dijimos antes que la Sra habla como si el gobierno no fuese parte del problema al fogonear la demanda e incrementar el gasto por encima del aumento de los recursos.
Pero esto es tema tabú. Para el Consenso del Calafate el gobierno no tiene nada que ver con la puja distributiva.
8) Metida en el discurso está una amenaza velada a los empresarios contenida en el párrafo que dice que si hablan de que los aumentos de salarios son inflacionarios, entonces van a revisar las ganancias empresarias. Este tema se refiere a una ley propuesta por un diputado y abogado de la CGT que propugna la participación de los trabajadores en la ganancia de las empresas y en la conducción de las mismas.
La participación es un mecanismo que existe en muchos países y también en varias empresas argentinas. Pero aquí, debido a que la AFIP no permite la actualización de activos por inflación, ni actualiza las escalas de imposición, las ganancias tienen mucho de ficticio. Decretar un mecanismo general sin un sinceramiento previo de las variables contables puede conducir a la descapitalización de empresas por el reparto de ganancias ficticias, así como a la acentuación del consumismo en detrimento de la inversión que, por otra parte, hasta el gobierno acepta que es insuficiente.
Menear la posibilidad de participar en ganancias en estas circunstancias más parece una amenaza para acallar protestas, al estilo de las visitas que hace la AFIP a los periodistas o empresarios que se arriesgan a criticar al gobierno. Otro rasgo del autoritarismo kirchnerista que se disfraza detrás de objetivos loables para generar más y más caja y controles de la opinión pública.

PAUSA
Continuaremos con el análisis detallado de este discurso extraordinario para entender los recovecos del gobierno de la familia Kirchner, sus dichos y sus consecuencias.
Hasta otro día.

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