martes, 30 de agosto de 2011

Un singular y soberbio discurso de la Sra. Presidente Cristina Fernández (14a parte).Inflación e Índice de precios


Continuamos ahora con el análisis del extraordinario discurso de la presidente Cristina Fernández, pronunciado el 9 de febrero de 2011 en el Mercado concentrador de Buenos Aires.
En nuestra entrega anterior, del día 24 de agosto de 2011 analizamos lo que la Sra. Presidente piensa o dijo acerca del papel de los subsidios en el modelo de acumulación K.
A continuación veremos los conceptos que expresara en aquel memorable discurso sobre la inflación y los índices de precios.

O) La inflación y los índices de precios

…cuando veía algunas escenas ayer por televisión  que mostraban como un escándalo dos kilos de tomates a 6 pesos , del combate del tomate, porque fue un verdadero combate. Año 2009, 18 pesos el kilo de tomates , ¿se acuerdan? No, 2007, para las elecciones fue el combate del tomate, sí, ahí me acordé, una semana después bajó a 2 pesos . Pero yo decía: si era terrible 18 pesos, me acuerdo siempre las mediciones de estos lugares en el 2007, si además como dicen hubo una inflación del 30 ó 40 por ciento por año,…
…pese a que a algunos les moleste el término que utilizó nuestro ministro de Economía, hay dispersión, hay muchísima distorsión y muchísimo aprovechamiento también de estas situaciones.
Si queremos hablar de precios en serio en principio no hay que hablar de variaciones de precios en frutas y verduras,  que en realidad en términos de expectativas inflacionarias cualquier economista sabe que es absurdo,…
…de la inmensa dispersión y distorsión, inclusive dentro de las propias cadenas de una sola marca donde según el barrio en el que esté ubicado el supermercado las cosas tienen un precio y si está en zona norte, donde está la gente de mayor poder adquisitivo, la misma cadena le pone otro precio. Esto lo sabe todo el mundo.
Y otro tema que también el año pasado impactó mucho y debemos reconocerlo fue el precio de la carne, que impactó muy duro.
…pero bueno, el año pasado más de la mitad del impacto inflacionario fue el sector carne. 
¿Por qué? Porque el sector carne tiene en nuestra canasta familiar, y en los productos que medimos, un gran impacto, no se mide únicamente en el peceto o en el kilo de lomo o en el asado que comprás, se mide también en el rubro restaurante, esparcimiento.
Cuando uno analiza cada provincia que no depende del INDEC, porque cada provincia te manda lo que mide su instituto, uno puede ver claramente en el año pasado cómo impactó el tema de la carne en la formación de precios,…
…la economía no es una ciencia independiente de la política, ni la política mucho menos lo es de la economía, porque ambas son ciencias sociales, la política y la economía, íntima y directamente vinculadas…
1) En la entrega 3 ya hemos comentado este tipo de expresiones de la Sra Presidente tomando como referencia el precio del tomate para argumentar con que era inválido usar el precio de los productos que tienen estacionalidad para hablar de variaciones de precios. Esto no es correcto porque existen técnicas estadísticas para obtener índices de precios desestacionalizados.  Una canasta de consumos es una muestra que se ha estudiado de modo que la variación de su costo varíe paralelamente al costo de los consumos promedio de una familia tipo, representativa de un agregado social o grupo de personas determinado. Algunos componentes, como frutos de estación, pueden tener variaciones de precios a lo largo del año, pero a la vuelta de un año esas oscilaciones se compensan y el promedio, si la canasta fue adecuadamente seleccionada, es representativo. Valores aislados de 18 pesos el kg suelen ser anecdóticos y los valores erráticos pueden excluirse. Lo importante no son los valores puntuales sino los promedios y sobre todo su evolución en el tiempo.
A pesar de todo, es tan importante la tasa de inflación que los números que en febrero citaba la Presidenta ya están siendo sobrepasados. La oferta de 2 kg de tomate a 6 pesos (usada para justificar los índices calculados por el INDEC) ya no se encuentra. En el supermercado el tomate verde y chico de oferta está a 4 pesos el kg(cuando hay). Afuera, en algún negocio pequeño se puede encontrar tomate de calidad media a 5 o 6 pesos el kg. Todo esto, sin embargo,  es más bien anecdótico, pues depende del lugar y la época del año.
Hace más de 4 años que la Federación de Productores de Frutas de Rio Negro y Neuquén viene realizando tratativas a diversos niveles del gobierno nacional (incluso con la Presidenta) y los provinciales, de los cuales han resultados planes estratégicos (en 2008), observatorio de la actividad sectorial y toda clase de papelería burocrática. Actualmente el productor recibe un promedio de $0.70 por kg de fruta (manzanas y peras) en origen mientras que el kg en Buenos Aires se vende a 5 a 7 pesos por kg, según las variedades. El Mercado Concentrador es un eslabón más de la cadena pero, evidentemente, no ha solucionado ningún problema de los productores, si es que ha hecho algo por los consumidores. ¿Dónde está entonces el discurso oficial, la efectividad de la Secretaría de Comercio Interior, el recio G. Moreno y sus métodos?. Mientras tanto, los productores salen a las rutas del país a protestar porque lo que si reciben son citaciones de la autoridad fiscal (AFIP) reclamando por las deudas atrasadas.
Qué valor tiene, ante este panorama que se repite en toda clase de frutos donde el costo en origen es solo una mínima fracción del precio de venta al consumidor, que la Presidenta nos hable largo y tendido del precio del tomate, si es o no de temporada. Es una mera distracción para ocultar graves problemas de distribución no resueltos y otros mecanismos inflacionarios de mayor importancia.
Lo que si tiene razón la Presidenta es en su queja contra el uso de precios estacionales para ejemplificar la inflación. No suelen ser representativos y se deben considerar con los recaudos correspondientes.
2) Desde que Nestor Kirchner en 2007 instrumentara la intervención al INDEC con el objetivo de controlar la inflación (o, al menos, si manifestación en los índices de precios), la palabra ‘Inflación’ ha sido desterrada del lenguaje oficial del Poder Ejecutivo en Argentina.
De este modo, oímos al ministro de Economía Amado Boudou afirmar que ‘hablar de inflación es una burrada’ y que lo que hay es ‘dispersión de precios’. Es un hecho que con una inflación alta se generan condiciones para un incremento de la dispersión de precios, aunque más no sea porque la constante variación de estos en el tiempo no permite un buen cotejo de precios tanto de la competencia como de otros proveedores. En el caso extremo de una hiperinflación deja de justificarse hasta esta comparación pues en el lapso en que se va a cotejar un precio con otro en otro sitio el original ya cambió y se pierde más en la búsqueda que arriesgando a comprar al primer oferente. Por lo dicho, la existencia de mayor dispersión no contradice la de inflación, sino que es hasta una consecuencia de la misma.
Es cierto que las cadenas de mercados ponen precios diferentes según los barrios en que están ubicadas las bocas de expendio y no uno mismo y único, aún dentro de una ciudad determinada. Aparte de la incidencia que puedan tener los costos de los inmuebles y los impuestos o tasas que pueden ser mayores en los  barrios más caros, la política suele ser cobrar al nivel de precios que la demanda tolere, para maximizar la ganancia. Sin embargo, toda esta cháchara sobre la dispersión de los precios no tiene aquí otro objetivo que confundir a la audiencia pretendiendo ocultar la inflación. Algo que obviamente solo logra cuando la audiencia está predispuesta, por otras razones, a dejarse convencer por estos sofismas.
3) Un clásico durante los procesos inflacionarios es echarle la culpa a la carne por la suba del costo de la canasta alimentaria. En primer lugar, la suba desorbitada del precio de la carne para el consumo se debió a la desastrosa política seguida por el secretario de comercio Guillermo Moreno que forzó en 2009 y 2010 a la liquidación de vientres lo cual trajo un descenso de 10 millones de cabezas en el stock bovino (supuestamente para evitar la suba de la carne en aquel momento). Quejarse ahora del precio de la carne y su gran incidencia en la inflación es mera declamación, sobre todo, cuando el causante del desastre sigue firme en su puesto, en funciones más dignas de un puntero político que de guía para las políticas comerciales.
La reflexión sobre que el costo de la carne explica casi el 50% del aumento del índice es totalmente capciosa. Si no hubiese sido por la carne hubiese sido por otra cosa. Con la inflación, todos los precios suben. Lo que hoy se retrasa mañana se adelanta al resto y lo que importa es el movimiento del promedio. Sacar un producto de la canasta no tiene ninguna validez, pues  está allí no por si mismo sino representando un grupo de productos similares. Hoy sube la carne, mañana el pollo y otra vez será el pescado. Lo que importa es el movimiento del grupo, no lo individual.
Las lamentaciones por la suba del precio de la carne han sido un clásico de los ministros de economía. La baja de los stocks ganaderos han traído como consecuencia las restricciones (vedas) al consumo de carne, tanto durante gobiernos democráticos como en dictaduras (por ejemplo, la de marzo de 1971, siendo ministro Aldo Ferrer, aunque por problemas heredados). Intentos para disimular la inflación creando índices ‘a medida’ que no incluían la carne (llamados también ‘descarnados’) han habido varios. Así, por ejemplo, en la segunda mitad de 1979, el Indec del ministro Martínez de Hoz publicó un índice de precios al consumidor ‘descarnado’ que duró poco tiempo, tanto como tardó el índice ‘descarnado’ en ponerse a la par del IPC común. Argucias de las autoridades cuando no pueden justificar y quieren disimular la inflación. Donde supuestos ‘progresistas’ se igualan a supuestos (mal llamados) ‘liberales’.
4) El párrafo referente a los IPC provinciales es antológico. Se le ‘escapó’ a la Sra Presidente la referencia al efecto de la suba de la carne en los índices provinciales. Parece que en la Casa Rosada le dan crédito a los IPC que elaboran provincias como Santa Fe que desmienten totalmente los datos ‘fabricados’ en el INDEK. No es solamente allí, el Ministerio de Trabajo también los aplica, o los avala. Se ve que G Moreno no convence a nadie, por eso es que acude a métodos dignos de la década de 1930 o antes aún, cuando los ciudadanos eran ‘convencidos’ mostrándoles algún objeto contundente acerca de cómo debían votar.
Resumiendo: sofismas, excusas, argumentos y conceptos equivocados, este es el arsenal con que la Presidenta pretende convencernos que no hay inflación. Sólo convence a su clientela. Cualquiera que va a hacer las compras diarias sabe la verdad.
Este es el oráculo, dechado de sabiduría, que nos muestran los cortesanos K como ejemplo de estadista. Por lo menos es una exageración, si no otra cosa menos agradable.
Por eso, seguramente CFK ha descubierto la rueda: que la economía y la política están interrelacionadas. No en vano la expresión “Economía política” se refiere a estudios multidisciplinarios para entender como instituciones y entornos políticos influyen sobre los mercados (cf. Wikipedia). En tiempos pasados se usó para referirse a la Economía (o la microeconomía) a secas. Es una expresión que ya tiene casi 400 años de existencia. Aunque Ud no lo crea!

PAUSA
Continuaremos con el análisis detallado de este discurso extraordinario para entender los recovecos del gobierno de la familia Kirchner, sus dichos y sus consecuencias.
Hasta otro día.

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